25 octubre, 2012

Luis Roca Jusmet / ¿Por qué queremos tanto a Spinoza? --pregunta irónicamente Žižek


En consonancia con la traducción de “Entonces, ¿qué es Spinoza?” de Žižek, mi amigo Luis Roca Jusmet reflexiona brevemente sobre el texto, reflexión que enseguida reproduzco. Me atrevo también a reproducir el interesante y clarificador intercambio de ideas entre Luis y Juan Carlos Álvarez, traductor del texto de marras, a propósito de la negación de la negatividad humana en Spinoza. (Me he permitido editar libremente los comentarios, omitiendo aquellas frases de cortesía debidas a la amistad y decantando sólo las ideas que nos ocupan).


Gracias a mis amigos Alfredo Lucero-Montaño (que lo ha colgado en inglés en su excelente blog dedicado a Spinoza ) y Juan Carlos Álvarez (que lo ha traducido de manera excelente y con gran precisión al español) he podido leer un texto que escribió el filósofo esloveno Slavoj Žižek, el año 2007, dedicado a Spinoza, titulado "Entonces, ¿qué es Spinoza? "

En el texto el filósofo señala un lugar común: Spinoza, Kant y Hegel como las tres vías modernas de la filosofía. Žižek es un hegeliano que considera a Kant como el auténtico iniciador de la filosofía, en el sentido moderno del término.

Žižek empieza su texto señalando, con una cierta ironía, que todo el mundo ama a Spinoza. Lo quieren los marxistas althusserianos, los deleuzianos y los demócratas radicales como Toni Negri.

Cada cual lo entiende a su manera, pero en todos los casos sorprende como todos estos materialistas, heterodoxos y críticos con el sistema reivindican a ese Spinoza, convencionalmente racionalista y panteísta.

Žižek señala el carácter antijudío de Spinoza, su carácter realmente transgresor con respecto a la tradición de la que parte: no hay una Otredad radical (en la línea de Levinas y Derrida) ni tampoco hay redención. Pero lo que realmente niega Spinoza, nos dice Žižek, es la negatividad. Esta es la gran diferencia con Hegel. La Substancia es completa, es la Unidad a través de la diversidad, sin conflictos, sin fisuras. Todo es, todo es una potencia que se despliega. Lo negativo es irreal, es producto de la imaginación, de las ideas inadecuadas. Todo es necesario, todo está bien. Se sitúa en la tradición aristotélica de la buena vida. Únicamente las pasiones que surgen de la ignorancia son obstáculos. La moral de una ilusión porque el deber es la incomprensión del curso de las cosas. No hay que forzar. Disuelve la diferencia entre hecho y el derecho. La justicia no puede ser otra cosa que el desarrollo de la potencialidad que se actualiza.

¿Qué falta? Falta la falta humana instaurada por el Orden simbólico, por la alienación en el lenguaje y la ley. Spinoza, añado yo, habla de la separación como la distancia de las pasiones. Pero las pasiones se mueven en lo imaginario. Spinoza niega, como bien dice Žižek, lo simbólico.

Lo simbólico es el significante que asesina la cosa, que nos hace perder la naturalidad. Señala un límite y este límite parecería no existir en el tercer grado de conocimiento, la intuición de Dios. Hace años fui a un curso que daba un ucraniano que dijo que Spinoza negaba la castración simbólica. Ahora entiendo lo que quería decir. Para Spinoza, no hay tensión y el mismo deseo no surge de la carencia, sino de la plenitud.

Todo esto me recuerda dos cosas. Una un texto de Robert Marishi en el que oponía el deseo desde la plenitud al deseo desde la carencia de Schopenhauer. Schopenhauer es el que está en la línea de Freud, de Lacan y de Žižek. Aquí relaciono libremente el budismo triste de la India, el que le gustaba a Schopenhauer, con el más alegre de China. François Jullien, en sus libros sobre China y los sabios chinos, está muy cerca de Spinoza. A Žižek no le gusta. Le gusta más el cristianismo en lo que tiene de traumático. Al final, el psicoanálisis procede de la tradición judeocristiana.

También podemos hablar de política a partir del texto de Žižek. La multitud de Spinoza no es la revolucionaria multitud de la que hablan Negri y Hardt. Tiene un potencial de cambio y de resistencia pero también puede ser una masa violenta irracional. No hay que olvidar la ambivalencia, Spinoza no idealiza ni criminaliza la multitud, como sus epígonos.

Spinoza niega la pulsión de muerte, que es la negatividad humana, lo que nos lleva a la necesidad del orden simbólico. Pero la negación de la Ley, dice Žižek, no conduce a la liberación del deseo. Aquí Deleuze se encuentra a gusto pero Žižek no. La negación de la Ley conduce a un superyó que se impone como un goce oscuro, sin límites.

Materiales para pensar son los que nos proporciona el polémico filósofo esloveno en su lectura, crítica, de Spinoza.

Comentarios:

 Álvarez: Excelente comentario, Luis, que profundiza y desarrolla lo apuntado por Žižek en su denso artículo.

Spinoza niega la pulsión de muerte, que es la negatividad humana, lo que nos lleva a la necesidad del orden simbólico.

Si no lo entiendo mal, Žižek enfatiza que la pulsión de muerte es una especie de condición inherente del orden simbólico. Es decir, la simbolización existe como una especie de recurso secundario y provisional, en el sentido de que consiste en un intento de poner un parche cuando algo sale horriblemente mal. Lo interesante es precisamente esta dimensión en la que algo sale horriblemente mal... Sería la idea, propia del idealismo alemán, de que la negatividad (la pulsión de muerte) no es ni naturaleza ni cultura, sino algo entre medias. Algo sale horriblemente mal en la naturaleza: la naturaleza produce una monstruosidad antinatural, y el ser humano introduce la simbolización con el fin de lidiar con esa monstruosidad, de domesticarla de algún modo. Es decir, hay algo que primordialmente está roto, una falla o negatividad primordial, y la simbolización funciona como una forma de vivir con ese trauma.

En este sentido, la negación por Spinoza de la negatividad, de ese trauma o falla primordial, conlleva la negación misma del orden simbólico. Y así entraríamos en el discurso universitario propio de la contemporaneidad, el discurso del amo moderno que, como el Dios de Spinoza, ya no imparte órdenes sino que sencillamente nos informa (de lo que es bueno para nuestra salud, de lo que es un ocio saludable, de lo que es una opción política útil, etc.). Aunque, por supuesto, en dicha información aparentemente exenta de prescripciones y mandamientos existe un imperativo mucho más poderoso, que el psicoanálisis identifica con el Superyó.

Por tanto, según Žižek, Spinoza sería el antecesor directo del discurso bio-eco-eticista moderno, que ya no se presenta a sí mismo como una ética sino como un discurso científico neutral, objetivo y aséptico (pero que, en realidad, tiene la misma función hegemónica mistificadora e ideológica que la religión).

Roca: Muy, muy interesante lo que dices. Žižek me ha abierto un cuestionamiento de Spinoza que quizás no quería ver, fascinado por su discurso. Pensaré sobre lo último que dices. Lo seguiremos comentando, me interesa mucho.

Álvarez: Respecto a la interpretación de Spinoza por parte de Žižek, bueno, es muy provocativa y muy brillante, sin duda, aunque no deja de ser discutible en algunos aspectos (por ejemplo, puede discutirse que la filosofía de Spinoza sea el antecedente directo del discurso bio-eco-eticista actual, o del discurso cientificista, si a ello vamos).

Žižek también ha dicho que el capitalismo potmoderno o cibernético es "spinoziano". Porque en la época de Spinoza el capitalismo era básicamente mercantil y sin fábricas, y los obreros trabajaban en casa; los capitalistas iban entonces un día a la semana a la casa del obrero, le daban los materiales, le pagaban por el trabajo hecho y luego se iban. No había conciencia de clase, ni proletariado, ni necesidad de negociación colectiva. Esto podría aplicarse a los "cíber-trabajadores" de hoy, según Žižek.

Más allá de las interpretaciones (más o menos discutibles, aunque sin duda brilantes) de Žižek, en la filosofía de Spinoza siguen existiendo grandes hallazgos e intuiciones geniales, como sin duda suscribirás, Luis. Por poner un solo ejemplo, el monismo anómalo de Davidson, una de la más sólidas y coherentes teorías de la filosofía de la mente actual (que Zizek también suscribe a su modo en Visión de paralaje) es una versión de la tesis de Spinoza según la cual sólo existe una Sustancia con múltiples atributos (siendo el cuerpo y la mente dos atributos de la misma Sustancia).

Roca: Estoy deacuerdo, Juan Carlos, la ontología de Spinoza […] me parece muy convincente. El tema del determinismo yo lo suscribo, con todos las dificultades. Me parece que la duración es el despliegue de lo que es y en este sentido sería continuación de la ontología potencia-acto o materia/forma de Aristótles, que me parece genial. Por esto físicos lúcidos como René Thom reivindican a Aristóteles y Schrödinger […] a Spinoza. Hay aquí un campo de reflexión extraordinario.

Respecto a la ética de Spinoza yo comparto su planteamiento de la libertad como distancia de las pasiones pero encuentro a faltar este elemento traumático o de falta de lo humano que señala Žižek. Hay que ver cómo resolverlo. Falta en Spinoza esta dimensión moral del deber, que para él sería como una manifestación espontánea de la buena vida pero que a mí también me parece más complicado. Aquí están los elementos desde los que podría hacerse esta lectura bio.eco.eticista actual.

Álvarez: Sí, totalmente de acuerdo. Hay muchas cosas de Spinoza que hoy son plenamente vindicables y válidas. En una entrada tuya anterior señalaste unas cuantas. En concreto, mencionaste su ontología realista (parte de la existencia de lo real y de ahí desciende al hombre, en lugar de partir de la conciencia o del pensamiento), su monismo ontológico con un pluralismo de las propiedades (una Sustancia con múltiples atributos), su epistemología racionalista (la tesis de los tres grados o géneros de conocimiento es muy provocativa), y también su ética que, como bien dices, se basa en tomar distancia de las pasiones y acceder a la ataraxia o imperturbabilidad de ánimo, también defendida por todas las escuelas de filosofía de la Antigüedad, casi sin excepción.

Comparto también que la genialidad de Spinoza le hizo anticiparse al monismo materialista, ahora dominante en la filosofía de la mente y en la neurociencia, como dice Damasio. E incluso se anticipó a las teorías del caos y de la complejidad.

Y respecto al determinismo, también lo suscribo. De hecho, los psicólogos soviéticos de los años 1920 y 30, sobre todo Vygotsky, Luria y Leontiev, tenían una gran admiración por Spinoza y citaban a menudo su genial afirmación: "Tal es la libertad humana que todos se vanaglorian de tener y que consiste en que los hombres son conscientes de sus deseos e ignorantes de las causas que los determinan". De lo que se sigue que sólo seremos libres si somos conscientes de las causas que nos determinan. O, como enfatizaba Luria, sólo somos libres cuando nos hacemos conscientes de por qué no somos libres.

Por otro lado, es posible que Spinoza no fuera materialista y ateo en sentido estricto, pero desde luego está en la antesala del ateísmo y del materialismo. Su rechazo del dualismo cartesiano fue absolutamente revolucionario. En política, también defendió la libertad de expresión un siglo antes de Locke.

Asimismo, podemos vindicar su actitud ética frente a los pequeños (o no tan pequeños) problemas cotidianos: los problemas personales que afectan a cada individuo son absolutamente nimios e insignificantes en el conjunto de la globalidad del Universo. Por eso el hombre debe observar su propia vida desde los ojos de la eternidad, sub specie aeternitatis, o, como decía Carl Sagan, en una perspectiva cósmica. Estas ideas de Spinoza han dado consuelo y aliviado el sufrimiento de mucha gente (lo que sin duda es un bien), además de tener una gran influencia. Tienes razón en que a la ética spinozista le falta ese elemento humano del que habla Žižek; seguramente sólo podría compensarse con la ética de Kant y con su reformulación psicoanalítica por parte de Lacan ("ser fiel al propio deseo").

1 comentario:

Anónimo dijo...

El principio metodológico de Roca, tal vez inconsciente, es el de "todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar" (dicho mexicano).

Es mejor tratar de hacerse de un pensamiento propio en lugar de formar bodrios filosóficos, tomando piezas de X o Y filósofo, de X o Y teoría científica hasta que todo parezca uniforme y justifique aquello en lo que queremos creer.