27 julio, 2015

Imaginación y corporalidad en la filosofía de Baruj Spinoza

Diana Cohen Agrest [1]

Cohen Agrest, Diana. “Imaginación y corporalidad en la filosofía de Baruj Spinoza”, en Claudia Jáuregui (ed.), Entre pensar y sentir. Estudios sobre la imaginación en la filosofía moderna, Prometeo, Buenos Aires, 2011, pp. 93-111.

Tanto el título mismo de su obra magna --Ética demostrada según el orden geométrico-- como el lugar que Baruj Spinoza confiere a la razón en su sistema, dieron lugar a que el gran pensador holandés, nacido en 1632 y fallecido en 1677, fuera alineado en las filas de los filósofos racionalistas. Pero se lo conoció, ante todo, porque tal como se anuncia desde el título mismo, Spinoza fue el filósofo que tuvo el coraje de escribir su obra magna siguiendo el método de exposición inaugurado por Euclides, organizado mediante definiciones, axiomas y proposiciones a demostrar. Y hasta hace un tiempo atrás, las referencias más usuales al gran filósofo se condensaban en que Spinoza concibió un sistema sustancial en el que identificó a Dios con la Naturaleza. Esta Sustancia divina se compone de infinitos atributos de los cuales conocemos sólo dos, el Pensamiento y la Extensión. De estos dos atributos se derivan los modos o afecciones de esa Sustancia --ideas del Pensamiento, cuerpos de la Extensión-- de manera que, toda vez que se produce una modificación en el Pensamiento, se produce paralelamente otra en la Extensión, formando una y otra dos aspectos de esa Sustancia única [2].

En lo que concierne al destino humano, el alma no está condenada a la servidumbre, pues su esencia consiste en esforzarse por comprender el verdadero orden de las cosas, alcanzando la contemplación de ese orden "sub specie aeternitatis". En el ámbito intelectual local, en unas páginas memorables, Jacobo Kogan declaraba que:

Tan sólo el conocimiento que abarca el objeto en la integridad de su contenido y que comprende las causas de su origen y esencia, considera Spinoza, nos brinda una idea adecuada de lo que verdaderamente es, y esto sólo puede damos la razón y nunca la aprehensión sensible, de la que nace la imaginación [3].

En el marco del paralelismo psicofísico entre el orden de las ideas y el orden de los cuerpos encadenados en un orden riguroso, la imaginación parecía no tener cabida. A modo de explicación, se sugirió que "dado que Spinoza etiqueta la imaginación u opinión corno el género inferior de conocimiento y la sola fuente de las ideas inadecuadas, los comentaristas infirieron que él la despreciaba y que estaba interesado casi exclusivamente en los géneros superiores de conocimiento" [4]. Sin embargo, añade el mismo autor, "en vista de la importancia que Spinoza le confiere a la imaginación, esta interpretación es apenas sostenible" [5]. La relevancia que los intérpretes actuales de Spinoza le otorgan a la imaginación, interpretación que ocupa hoy un lugar preeminente en relación con las lecturas más tradicionales del filósofo, no es el producto de un transitorio espíritu de época. Lejos de ello, enriquece nuestra visión de una filosofía que se manifiesta como una fuente inagotable, siempre vigente, de lucidez intelectual [6].

Con el fin de mostrar la relevancia de la imaginación --en su particular entramado con la corporalidad-- en la ontología y en la física de carácter mecanicista propuesta por Spinoza, una vez descrita su génesis fisiológica y su asimilación a la percepción sensible, nos detendremos en la memoria como facultad integrante de la imaginación y en la índole imaginativo-corpórea del lenguaje. Por último, nos interrogaremos si más que una fuente de servidumbre del alma, según fue retratada por las interpretaciones clásicas, la imaginación se presenta, tal como parece haber sido postulada por Spinoza, como una facultad fundamental en la constitución del horizonte de la objetividad que además expresa, lo que no es poco, las vicisitudes de la corporalidad humana.

20 julio, 2015

Adaequatus

En la Ética de Spinoza aparece con frecuencia el adjetivo ‘adecuado’ (adaequatus) y su antónimo ‘inadecuado’. Spinoza usa el término no sólo para caracterizar una idea o un conocimiento, sino también para caracterizar una causa, una esencia o una concordancia.

Llamo causa adecuada aquella cuyo efecto puede percibirse clara y distintamente por ella misma. Por el contrario, denomino inadecuada o parcial aquella cuyo efecto no pude entenderse por ella sola (E3def1).

Es imposible que el hombre no sea parte de la Naturaleza y que no pueda padecer otras mutaciones que las que puedan entenderse por su sola naturaleza y de las cuales sea causa adecuada (E4p4).

En cuanto una cosa concuerda con nuestra naturaleza, es necesariamente buena (E5p31).

En la escolástica ‘adaequatum’ indica básicamente la ‘igualdad’ entre dos cosas en el sentido de que guardan una relación de reciprocidad o correspondencia. Así, una entidad extra-mental puede corresponder a un concepto en nuestra mente, o bien, un objeto estar inscrito en un cierto campo teórico, por ejemplo, la noción de ‘ser’ en metafísica o el ‘silogismo’ en lógica. Más aún, una causa es adecuada si su poder produce un determinado efecto que establece una relación de reciprocidad.

Spinoza define una idea adecuada en los siguientes términos:

Por idea adecuada entiendo la idea que, en cuanto considerada en sí, sin relación al objeto, tiene todas las propiedades o denominaciones intrínsecas de una idea verdadera (E2def4).

Spinoza en la Ética explica la diferencia entre una idea adecuada y una idea verdadera. Todo conocimiento del cuerpo humano, la mente humana y los cuerpos externos empieza con las afecciones del cuerpo:

El alma humana no conoce el cuerpo humano mismo, ni sabe que éste existe, sino por las ideas de las afecciones con que es afectado el cuerpo (E2p19).

El alma no se conoce a sí misma, sino en cuanto percibe las ideas de las afecciones del cuerpo (E2p23).

El alma no percibe ningún cuerpo externo como existente en acto, sino por las ideas de las afecciones de su cuerpo (E2p26).

Simultáneamente con estas afecciones se producen ideas de estas afecciones. Estas ideas son inadecuadas porque son confusas y fragmentarias. Son confusas porque representan el cuerpo humano antes que los cuerpos externos que lo afectan y fragmentarias porque una afeccion del cuerpo humano sólo involucra la esencia de un cuerpo externo en la medida que el cuerpo humano es afectado por este cuerpo externo.

…alma humana, cuantas veces percibe las cosas según el orden común de la Naturaleza, no tiene ni de sí misma, ni de su propio cuerpo, ni de los cuerpos externos un conocimiento adecuado, sino sólo confuso y mutilado (E2p29cor).

…las ideas que tenemos de los cuerpos externos, indican más bien la constitución de nuestro cuerpo que la naturaleza de los cuerpos externos (Ep16cor2).

Aunque no existan ni estén presentes los cuerpos externos por los que ha sido afectado una vez el cuerpo humano, podrá el alma, sin embargo, considerarlos como si estuviesen presentes (E2p17cor).

Spinoza llama conocimiento del primer género a estas ideas que son necesariamente inadecuadas y, por ello, fuente de error.

Al conocimiento del primer género pertenecen todas aquellas ideas que son inadecuadas y confusas; y, por tanto, este conocimiento es la única causa de la falsedad (E2p41).

La mente percibe este tipo de ideas cuando está determinado externamente por la presentación fortuita de las cosas, es decir, según el orden común de la naturaleza.

En cambio, cuando la mente está determinada internamente, entonces, considera las cosas clara y distintamente.

…el alma… cuantas veces es determinada internamente –es decir, porque considera varias cosas simultáneamente—a entender sus concordancias, diferencias y oposiciones… entonces considera las cosas clara y distintamente (E2p29esc).

Las ideas adecuadas son deducidas de nociones comunes o ideas adecuadas ya existentes –Aquello que es común a todas las cosas, y es igualmente en la parte y en el todo, no puede concebirse sino adecuadamente (E2p38)--, porque cualquier idea que la mente infiera a partir de una idea adecuada es también adecuada –Todas las ideas que en el alma se siguen de las ideas que en ella son adecuadas, son también adecuadas (E240)-- así como las ideas inadecuadas se siguen de ideas inadecuadas ya existentes --Las ideas inadecuadas y confusas se subsiguen con la misma necesidad que las ideas adecuadas (E2p36).

Una causa es adecuada si el efecto se entiende clara y distintamente a través de la sola causa e inadecuada o parcial cuando este no es el caso. Nosotros actuamos realmente cuando somos la causa adecuada de lo que ocurre dentro y fuera de nosotros y somos pasivos cuando sólo somos parcialmente la causa de aquello. En consecuencia, la mente es necesariamente activa en la medida que posee ideas adecuadas y necesariamente pasiva en tanto posee ideas inadecuadas.

Por último, la introdución del concepto ‘adecuado’ en la filosofía de Spinoza es un intento original de explicar la objetividad sin referirse a los objetos del mundo.

alm

13 julio, 2015

La política como física del poder en Spinoza

Luciano Espinosa Rubio

Espinoza Rubio, Luciano. “La política como física del poder en Spinoza”, en Res publica. Revista de historia de las ideas políticas, vol. 17, núm. 1, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 2014, pp. 33-57.

1. Puntos de partida

La hipótesis de trabajo es que la política está concebida, en primer lugar, como una física del poder en tanto que fijación de sus relaciones (casi cuantitativas), sus canales y equilibrios; y que la democracia, en segundo, es su mejor forma de organización por razones de complejidad sistémica. Por otro lado, se trata de un mismo modelo transversal que parte de la ontología de los modos (infinitos y finitos) y va desde la física hasta la epistemología, la ética y la política; y esta matriz común puede denominarse ecosistémica con fundamento, como habrá ocasión de ver. Además, lo físico debe entenderse de forma amplia, pues incluye las leyes de todo lo extenso y su correlato inteligible (entes naturales, organismos, impulsos psicofísicos primordiales... y sus ideas correspondientes), siempre en oposición frontal a cualquier clase de “cualidades ocultas” y entes extracorpóreos.

En un sentido más concreto, conviene recordar que la potencia (o essentia actuosa) es el núcleo intensional de la realidad, su nervio constitutivo, lo que define a los modos finitos en términos eficientes (E1P36) y comporta de entrada un claro sesgo material en los seres vivos (E2P13: del cuerpo se accede al alma, que es su idea; E3P2E: autonomía de lo fisiológico). El resultado preliminar es una noción del poder humano investida de un carácter tangible y dinámico, acorde con la nueva ciencia de la época volcada en la explicación de las fuerzas. Semejante postura remarca el vínculo de ida y vuelta entre ser y operar, de modo que tal poder se efectúa en el ejercicio de las interacciones (de choque y composición con sus afectos correspondientes) que constituyen al individuo, lo que le va modelando a lo largo de su biografía. Y esto, a su vez, dentro del consabido marco general todo/partes (sustancia-atributos-modos infinitos y finitos), por lo que podría entenderse también como una teoría de campo, donde hay una estricta reciprocidad ecológica entre el adentro y el afuera que da lugar a la retroalimentación del sujeto. De ahí nace justamente la conciencia humana, que consiste en percibir los contactos ad intra y ad extra del cuerpo y procesarlos de manera autoconsciente (E2P23). En definitiva, aunque no podemos detenernos en ello y solo se desarrollará lo que atañe a la política, cabe hablar de una físicidad de carácter relacional, más rica –por abajo– que el simple mecanicismo de lo inerte, y ajena –por arriba– a cualquier forma de trascendencia.

Importa subrayar esto en todas las instancias: en clave metafísica, Dios no es diferente –por tratarse de términos unívocos e inmanentes– de la Naturaleza; en clave hermenéutica, la Escritura no tiene un sentido misterioso que rebase al texto literal elaborado con el cuerpo de la lengua; en clave jurídica, la ley no basta sin el poder que la respalda, que esfuerza y capacidad efectiva de coacción;en clave psicológica, entendimiento y voluntad se identifican y no son nada aparte de las ideas que los expresan en cada momento; en clave ética, la virtud se encarna en los afectos mismos que implican aumento de potencia, no es un resultado posterior... Esto quiere decir que la afirmación del ser, en sus diferentes registros, no admite equivocidad o analogía, ni suplementos de valor y sentido venidos de fuera, ni consideraciones sobre lo que puede llegar a ser después: cada ente es lo que es en cada caso y momento, sin teleología ni trasfondo moralizante añadidos, sin virtualidad diferida...

Bajo este punto de vista, la física significa pura facticidad ontológica, cuerpos-ideas-afectos correlativos aquí y ahora, explicitud de la potencia siempre en acto, realización ejecutiva. Algo que no debería confundirse con un mero positivismo o materialismo reduccionista, sino entenderlo más bien como el empeño de no escamotear lo que las cosas son efectivamente, de no caer –visto desde otros ángulos– en hipóstasis o trascendentales, en vaguedades sobrevenidas o legitimaciones externas... Pues bien, la política también responde a estas notas generales, donde lo crucial es que el campo enorme de lo simbólico nace de la inmanencia física, y no al revés, aunque luego formen un círculo virtuoso. Por lo mismo, la libertad no es una cualidad espiritual dada de antemano, sino que debe alcanzarse mediante la expresión de la propia potencia o naturaleza (formas estables de necesidad emancipadora) que permitan una acción verdaderamente humana frente a la fatalidad de los contextos naturales o las imposiciones de los tiranos.

En otro orden de cosas, es ilustrativo observarlos diferentes ámbitos de la vida tal como son condensados en E4P18E: los “dictámenes de la razón” establecen un nexo y una secuencia clara entre autoconservación del conato / virtud y felicidad / apertura e intercambio con el medio  / composición y concordancia racionales entre los hombres / utilidad común lograda por la constitución de “un solo cuerpo y una sola alma” de carácter sociopolítico. La idea global es que la potencia (de ser y pensar) es versátil y está llamada a dar de sí todo eso en el plano de la acción humana que participa de la potencia divina (E4P4), lo que implica el establecimiento de diversas conexiones entre lo ético y lo político, así como el engarce del poder personal y del colectivo, como se acaba de ver en esa secuencia. Cuanto quede fuera de esas coordenadas o niveles de experiencia es considerado una fantasmagoría idealista o una variante de la ignorancia. Por el contrario, la dinámica de los cuerpos (y por tanto de las ideas) se traduce en comunicación, afectos y fuerzas de diversa índole, lo que configura un tejido de relaciones favorables o no dentro del cual se desenvuelve la existencia. Y el caso es que todo ello acontece en un campo de juego neutro, es decir, amoral: en la naturaleza nada está prefijado, no hay valor dado de antemano, orden ni dirección de sentido, tan solo la implacable sucesión de los encuentros causales y el esfuerzo intersubjetivo por concertarlos un poco. La política, entonces, emerge como el proyecto de gobernar la física humana y sus muchas implicaciones institucionales (lingüísticas, organizativas, simbólicas, etc.), toda vez que –como subconjunto de lo real– esas fuerzas son la infraestructura de la sociedad y de la cultura, sometidas a unas pautas comunes de articulación.

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06 julio, 2015

Spinoza y el método general de Martial Gueroult

Deleuze, Gilles. Spinoza y el método general de Martial Gueroult” (reseña de M. Gueroult, Spinoza I, (Dieu, Ethique I), Aubier-Montaigne, París, 1968), en La isla desierta y otros textos. Textos y entrevistas (1953-1974), ed. David Lapoujade, trad. José Luis Pardo, Pre-textos, Valencia, 2005, pp. 191-203.

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