30 julio, 2009

La ruptura

Cuando una autoridad como es el caso de las autoridades culturales en México, y en particular, la presidenta de CONACULTA, Consuelo Sáizar, se acerca a su crisis de legitimidad, se produce, antes de su completa erosión, una ruptura. Ruptura que es como un relámpago que ilumina la imagen de lo que ha sido, en nuestro caso, el quehacer cultural en la frontera norte (imagen incompleta) y, al mismo tiempo, ilumina la posibilidad para experimentar un nuevo presente (imagen completa). Imagen que corre el riesgo de desvanecerse si los sujetos pertinentes (artistas, escritores, creadores) no se reconocen en ella (identidad entre el sujeto insatisfecho y el objeto deseado), despertándose así una nueva conciencia política. Conciencia que dice al juego autoritario: ¡Ya basta!

Está claro que el punto de ruptura es la publicación de la carta abierta de desacuerdo por el nombramiento de Virgilio Muñoz como director del CECUT --suscrita por un importante sector de la cultura tijuanense, que además recibe el apoyo de artistas y escritores en todo el país--, y el movimiento de protesta que ha originado. Ruptura a partir de la cual la autoridad cultural burocrática ha empezado no sólo a perder legitimidad y reconocimiento, sino que además el ejercicio de su responsabilidad pública se percibe como una reacción de impotencia, que se proyecta en una actitud de negación de la situación cuestionada y de imposición burocrática (renegación). Aquí el enunciado ‘el principio es la negación de lo que comienza con él’, se aplica perfectamente al proceso de decadencia de la autoridad cultural burocrática. Al tiempo.


Alfredo Lucero-Montaño

27 julio, 2009

Nostalgia por un futuro redimido


Nostalgia for a Redeemed Future: Critical Theory (Roma, John Cabot University Press/University of Delaware Press, 2009) es el libro que reúne los diecinueve ensayos presentados en el congreso de teoría crítica --bajo el mismo título-- auspiciado por la Universidad John Cabot en Roma en Abril de 2007.
Stefano Giacchetti, coordinador del congreso y editor de libro, escribe en el prefacio: ‘La noción de nostalgia de un futuro redimido aún reivindica la tarea principal de la teoría crítica y su importancia en la sociedad contemporánea. Por una parte, esta idea describe de hecho la melancólica comprobación que la libertad y la autonomía que prometía la Ilustración ha sido traicionada, pues vivimos constantemente bajo la amenaza de una catástrofe global. Y por la otra, enfatiza también el hecho de que todavía podemos vislumbrar una nueva forma de ‘progreso’ sin caer en la mera ideología’
‘La creencia que comparten –continúa Giacchetti— los autores de estos trabajos es que la teoría crítica es un instrumento invaluable para analizar nuestra realidad y, al mismo tiempo, para proponer una alternativa al modelo dominante de control económico y político. Sin embargo, esto no significa que todos compartimos la misma perspectiva de cómo construir esta alternativa. La perspectiva anti-sistémica de la teoría crítica nos previene de desarrollar un modelo interpretativo estático. Más bien, necesitamos establecer un diálogo a través del cual nuestras perspectivas pueden estar constantemente cuestionadas y nuestra crítica en común de la realidad pueda retroalimentarse en el intercambio de nuevas ideas, si hemos de seguir la idea de Adorno que la única verdad que podemos afirmar es la falsedad de la totalidad.’
El libro aborda tres temas en lo general de la teoría crítica. El primero se ocupa de cuestiones teóricas de la filosofía de Adorno: dominación, subjetividad, crítica, normatividad, autonomía, metafísica y política. El segundo aborda problemas más prácticos: tecnología, inmigración, constitución del reconocimiento, antisemitismo, ‘shoah’ y tecnocratización. El último se enfoca en aspectos de la estética de Benjamin: la melancolía de Hamlet, la posteridad de la obra de arte, aura, alegoría, y por último, en Adorno, autonomía del arte y estética de la emancipación.

19 julio, 2009

Rescatar la justicia y la igualdad: Homenaje a G.A. Cohen

Los días 23 y 24 de Enero de 2009, el Centro de Estudios sobre Justicia Social de la Universidad de Oxford organizó un ciclo de conferencias en homenaje a Gerald A. Cohen, quien después de 23 años de ocupar la cátedra Chichele de Teoría Social y Política se jubila de sus labores académicas. Escuchar los podcasts aquí

15 julio, 2009

G.A. Cohen: Rescatar la justicia y la igualdad (de los rawlsianos)


G. A. Cohen, Rescuing Justice and Equality, Cambridge, Harvard University Press, 2008, 448 pp.


En este estimulante trabajo de filosofía política, Gerald A. Cohen se propone rescatar la tesis igualitaria que postula que donde se ejerce la justicia distributiva, las condiciones materiales de los individuos son altamente igualitarias. Cohen al cuestionar la versión rawlsiana de una sociedad justa demuestra que la justicia distributiva no tolera grandes desigualdades.

En el curso de una profunda y sofisticada crítica de la teoría de la justicia de Rawls, Cohen demuestra que las cuestiones sobre justicia distributiva no sólo conciernen al estado, sino también a los individuos en su vida cotidiana. En una escala macro, las normas de las instituciones y políticas públicas también se aplican, en una escala micro y con las adecuaciones pertinentes, a las acciones y decisiones de los individuos.

Cohen critica también el constructivismo de Rawls al fundir el concepto de la justicia con otros conceptos. En el centro de la arquitectónica rawlsiana, la idea de la justicia no se distingue de otros bienes o valores de la normatividad social. La superación de esas amalgamas acercaría la justicia a la igualdad.

14 julio, 2009

Amartya Sen: The Idea of Justice


Amartya Sen, The Idea of Justice, Cambridge, Harvard University Press, 2009, 496 pp.


[The powerful tradition of the Enlightenment saw clear-headed reasoning as a primal resource of making societies decent and acceptable.]

[However, t]he leaders of thought in the Enlightenment did not [...] speak with one voice. In fact, there is a substantial dichotomy between two different lines of reasoning about justice that can be seen among two groups of leading philosophers associated with the radical thought of the Enlightenment period. One approach concentrated on identifying perfectly just social arrangements, and took the characterisation of "just institutions" to be the principal – and often the only identified –
task of the theory of justice.
Woven in different ways around the idea of a hypothetical "social contract", major contributions were made in this line of thinking by Thomas Hobbes in the 17th century, and later by John Locke, Jean-Jacques Rousseau and Immanuel Kant, among others. The contractarian approach has become the dominant influence in contemporary political philosophy, led by the most prominent political philosopher of our time, John Rawls – whose classic book of 1971, A Theory of Justice, presents a definitive statement on the social contract approach to justice. The principal theories of justice in contemporary political philosophy draw in one way or another on the social contract approach, and concentrate on the search for ideal social institutions.

In contrast, a number of other Enlightenment theorists (Adam Smith, Condorcet, Mary Wollstonecraft, Karl Marx and John Stuart Mill, for example) took a variety of approaches that shared an interest in making comparisons between different ways in which people's lives may go, jointly influenced by the working of institutions, people's actual behaviour, their social interactions, and other factors that significantly impact on what actually happens. The analytical, and rather mathematical, discipline of "social choice theory" – which can be traced to the works of Condorcet in the 18th century, but has been developed in the present form under the leadership of Kenneth Arrow in the last century – belongs to this second line of investigation. That approach, suitably adapted, can make a substantial contribution, I believe, to addressing questions about the enhancement of justice and the removal of injustice in the world.

In this alternative approach, we don't begin by asking what a perfectly just society would look like, but asking what remediable injustices could be seen on the removal of which there would be a reasoned agreement. "In the little world in which children have their existence," says Pip in Great Expectations, "there is nothing so finely perceived, and finely felt, as injustice." In fact, the strong perception of manifest injustice applies to adult human beings as well. What moves us is not the realisation that the world falls short of being completely just, which few of us expect, but that there are clearly remediable injustices around us which we want to eliminate.

This is evident enough in our day-to-day life, with inequities or subjugations from which we may suffer and which we have good reason to resent; but it also applies to more widespread diagnoses of injustice in the wider world in which we live. One of the limitations of the social contract approach to justice, which is so pervasive in contemporary political philosophy, is the unjustified conviction that there could only be one precise combination of principles that could serve as the basis of ideal social institutions. In contrast with this rigid insistence,
a social choice approach allows the possibility of a plurality of competing principles, each of which is given a status, after being subjected to critical scrutiny.

Thanks to this plurality, we may not be able to resolve on grounds of justice alone all the questions that may be asked: for example, whether a 40% top tax rate is more just – or less just – than a 41% top rate. And yet we have every reason to try to see whether we can get reasoned agreement on removing what can be identified as clear injustice in the world, such as slavery, or the subjugation of women, or extreme exploitation of vulnerable labour (which so engaged Adam Smith, Condorcet and Mary Wollstonecraft, and later Karl Marx and John Stuart Mill), or gross medical neglect of the bulk of the world population today (through the absence of medical facilities in parts of Africa or Asia, or a lack of universal health coverage in most countries in the world, including the US), or the prevalence of torture (which continues to be used with remarkable frequency in the contemporary world – sometimes practised by pillars of the global establishment), or the quiet tolerance of chronic hunger (for example in India, despite the successful abolition of famines).

The idea of justice demands comparisons of actual lives that people can lead, rather than a remote search for ideal institutions. That is what makes the idea of justice relevant as well as exciting in practical reasoning.

Tomado de The Guardian, 13 de Julio de 2009

10 julio, 2009

Deleuze y Guattari: ¿Qué es filosofía?


What is philosophy? (Nueva York, Columbia, 1994) es la traducción al inglés del último trabajo que Gilles Deleuze y Félix Guattari escribieran al alimón (1991). Este es un libro deslumbrante cuya lectura es un verdadero placer. Ahora bien, es un libro difícil de reseñar debido, por un lado, a su rigorosa estructura reflexiva del concepto filosófico, y por el otro, a una pedagogía de la inmanencia, impuesta por sus autores, que requiere no la simple presentación o reproducción de la reflexión filosófica, sino el seguimiento de su dinámica interna.
Una vez que hemos reconocido estas dificultades, no intentaremos una reseña del libro, sino sólo señalar algunas cuestiones siguiendo a Deleuze y Guattari. Nuestros autores, al responder a la pregunta del título, buscan poner a la filosofía en relación con la ciencia y el arte, los tres modos del pensamiento sin ninguna subordinación entre sí. El pensamiento, en todos sus modos, lucha en contra del ‘caos’ y la ‘opinión’ (aquí ‘caos’ significa lo ‘virtual’ y ‘opinión’ significa la ‘representación’). La filosofía es la creación o construcción de conceptos. Un concepto es una multiplicidad intensiva, inscrita en un plano de inmanencia y habitada por ‘personas conceptuales’, quienes operan la maquinaria conceptual. Una persona conceptual no es un sujeto, puesto que pensar no es subjetivo, sino lo que está en la relación territorio/mundo.
Continuaré...

02 julio, 2009