12 octubre, 2015

Antídoto Spinoza: La crítica como invención de modo de vida

Diego Sztulwark

Sztulwark, Diego. Prólogo, en Henri Meschonnic, Spinoza poema del pensamiento, Buenos Aires, Cactus y Tinta Limón, 2015.

"Todo el sentido del trabajo iniciado aquí es pues el de mostrar la inanidad de una afirmación como esta: “una filosofía construida more geometrico excluye absolutamente la hipótesis de un sujeto creador de sentido, y al mismo tiempo, toda concepción del lenguaje donde este sería expresivo de mis representaciones”. Mostrando que el sujeto en cuestión ya no es por cierto el sujeto filosófico sino lo que llamo el sujeto del poema".

“Spinoza no fue un erudito, sino un pensador”.

No se piensa “para” la época sino para escapar de ella y para ventilarla. Spinoza poema del pensamiento nos devuelve al más imprudente de los pensamientos, aquel que piensa “contra” el orden, aquel que se dirige a la invención de pensamiento y a la alegría que hace vivir. Es una imprudencia inventiva que exige enfrentarnos al lenguaje, convertirlo en poema.

Para Meschonnic Spinoza funciona exactamente en este sentido: como un antídoto contra el aplastante dominio del signo en las representaciones del lenguaje. Y esta es la principal contienda de la que nos habla este libro, la del pensamiento intempestivo contra las teorías del lenguaje que borran el afecto en el concepto.

“No se trata impunemente al lenguaje como una herramienta. Eso vuelve sordo” para pensar lo que un cuerpo “le hace al lenguaje”.

En Spinoza la sistematicidad filosófica es poemática y crítica. Y sin embargo, su explosividad afectiva no acaba de estallar, metida como está en la máquina de lectura universitaria, cuya insistencia en los marcadores lógicos y en los asuntos de la lengua no deja escuchar. Es lo que pasa cuando la filosofía opera como actividad intelectual meramente explicadora –el comentario–, dentro del orden y no contra él. Se acomoda en lo teológico político, en la metafísica dominante, tradicional, que todo lo somete a la separación entre cuerpo y pensamiento. Es este el reproche central que Henri Meschonnic dirige a los filósofos: el hecho de moverse siempre dentro del espacio de la analítica y la pedagogía, en el horizonte del signo, en el que el poema queda reducido a un filosofema y el ritmo al sentido.

La ausencia de una relación concebida y construida entre el ritmo, la prosodia y el pensamiento permanece en el estado actual, el más extendido, tan trivial que ni siquiera lo vemos. Este estado se inscribe en el signo, en la cultura griega-cristiana del lenguaje. Y este estado constituye un obstáculo epistemológico insalvable para entender un pensamiento de la inseparación entre el afecto y el concepto. Por consiguiente para traducirlo en su ritmo y su prosodia, que no son más que el movimiento mismo del pensamiento en su continuo.

El poema, movimiento que organiza el sentido, hace invención de pensamiento y crea modo de vida; abre el lenguaje a la historicidad y piensa más allá de lo que ya se sabe; hace sujeto; rechaza el mundo, lo transforma. Poema del pensamiento es la crítica que el ritmo le hace al signo, y el afecto al concepto. Es la crítica que batalla contra el dualismo metafísico cuerpo/alma, para buscar la unidad afecto-concepto; la fuerza de esa unidad a la que Spinoza llama Natura.