05 septiembre, 2018

DE LOS MODOS DE VIDA VI

Sergio Espinosa Proa
Que haya sido un librepensador en el Siglo XVII ya es bastante. Spinoza se halla fuera del área protestante (alemana) y católica (francesa), con lo cual -en Holanda- se le dejó relativamente en paz; pero sólo relativamente. Bernard Malamud ha escrito, por medio de su Hombre de Kiev, que, aun abordando muchos temas, la Ética se lee como un Tratado sobre la libertad. Un filósofo es un ser frágil que se expone no sólo al escarnio o el escándalo; es especialmente apto para el odio del vulgo (y de muchos colegas). Más en esa época: es un hombre solo. Solo porque sabe que el Estado y la sociedad están esencialmente preocupados por la obediencia y la desobediencia. Es decir, preocupados por el bien y el mal en un sentido abstracto o trascendente. Pero en general, lo único que pide el filósofo es un lugar tranquilo para trabajar. ¿Lo conseguirá? A Spinoza incluso tratarán de quitarlo de en medio. No es ni judío ni cristiano. Cartesiano lo es en parte: Descartes le sirve, como asegura Deleuze, como un lenguaje, como una retórica. En realidad le interesa cómo es la gente, y por qué es así: por eso escribe el Tratado teológico-político. ¿Por qué la gente abraza en vez de rechazar las cadenas de la esclavitud? El Tratado es profundamente crítico con la religión, de ahí su carácter subversivo. Spinoza se queda, tras su publicación, cada vez más solo: todos le dan la espalda. Resta el Tratado político, que se pregunta por el fracaso de la democracia (y queda sin terminar). Llama la atención que su obra sea tan afirmativa siendo un ser tan débil y enfermizo: otro parecido con Nietzsche. "En el reproche que Hegel hará a Spinoza, haber ignorado lo negativo y su potencia, reside su inocencia y su gloria", reconoce Deleuze (Spinoza. Filosofía práctica, Tusquets, Barcelona, 1984, p. 21). Las fuentes de este comportamiento son el resentimiento y la mala conciencia, el odio y la culpa. El tirano exige, sólo puede reinar, sobre almas quebradas. ¿Y él, tenía esperanza, o apostaba por el coraje? Escasamente: creía en la alegría. Se le ha acusado de materialista (por su recusación de la conciencia), de inmoralista (por su repudio de los valores), y de ateo (por su rechazo de las pasiones tristes). Reemplazó al saber abstracto por el cuerpo y alzó al pensamiento por encima de la conciencia; hizo del deseo el centro de su idea de lo humano. Por el lado de la prohibición, prefirió, en lugar de un Bien y Mal abstractos, concebir lo bueno (es decir, libre, razonable, fuerte) y lo malo (esclavo, débil, insensato). La ética --modos inmanentes-- sustituye a la moral --valores trascendentes--: "Para moralizar, basta con no comprender" (p. 35). Pero este "no comprender" no tiene un carácter puramente teórico sino esencialmente político: al tirano le favorece gobernar a un pueblo sometido por el miedo. La tristeza es una mezcla de deseo (infinito) y confusión de ánimo. Aparece así la función del Bien y del Mal: esclavizar --por ignorancia y terror-- a la gente, que se vuelve supersticiosa y vengativa. ¿Qué hacer entonces si no aumentar la capacidad de respuesta activa, la creatividad, la alegría, la amabilidad espontánea de las personas? En ello contamos con la sabiduría del cuerpo, más que con la buena voluntad (aunque también ayuda). La inmanencia es el inconsciente, que es más sabio que la conciencia. A eso se reduce todo. ¡Lo curioso es que no haya más spinozismo natural! Pues su ética etológica es menos alambicada que cualesquier teoría anterior y posterior. El hegelianismo esplende en toda su tortuosidad, el schellinguismo en toda su oscuridad, el freudismo en toda su acidez, el lacanismo en toda su desconfianza... Por no decir mucho de Žižek y su paranoia. La de Spinoza es una concepción transparente más no por ello simplista. Hay lo tóxico y lo saludable, lo infame y lo generoso; hay lo compuesto y lo descompuesto. Nada trascendente: todo relacional. Nada que ver con el pathos religioso. Tampoco nada que ver con un dogmatismo geométrico-matemático: las nociones comunes no son axiomas. Las nociones comunes son vías de acceso a Dios, que será cualquier cosa menos impensable. Deleuze dice: "...uno se encuentra con que es spinozista antes de haber comprendido por qué" (p. 160). El hecho es que no hay ni sujetos ni sustancias, sólo modos. En consecuencia, no existe distinción entre naturaleza y artificio, porque la naturaleza inventa. ¿Qué hay en el holandés, si no un viento fresco que tanto se echa de menos en la filosofía?

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