José Sánchez
Tortosa
ALBIAC, Gabriel. La sinagoga vacía.
Un estudio de las fuentes marranas del espinosismo, Tecnos, Madrid, 2013, 680
pp.
Su vida ha sido
su libro.
Albiac, La sinagoga vacía
Para Jorge Luis
Borges, espinosiano al modo lúdico de lo literario, no hay acontecimiento mayor
que un libro, combinatoria de signos de potencia compleja y enigmática. (1) La vida, o más bien, lo que la pereza mental engulle
bajo la simplificación denotativa de vida, viene a ser poco más que el
material fungible, en combustión perpetua e inmanente –como sabía el de Éfeso–,
con el que presumen estar hechos algunos libros o del que permiten huir otros.
La vida es un pretexto para la literatura, desplazamiento placentero y virtual
que exime, en la letra, de la mugre cotidiana. Los libros, cosas que no son
cosas añadidas a las cosas que fatigan el mundo, difieren la vida, la cancelan
fantasmalmente en la precariedad eterna de las palabras y sus redes. Era
inevitable que Espinosa, esa suma de libros que es, a su manera borgiana, todos
los libros, ejerciera fascinación en Borges y que éste lo convirtiera, como
solía, en literatura fantástica, de la cual la teología es una curiosa variante:
Las traslúcidas manos del judío
Labran en la penumbra los cristales
Y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales.)
Las manos y el espacio de Jacinto
Que palidece en el confín del Ghetto
Casi no existen para el hombre quieto
Que está soñando un claro laberinto.
No lo turba la fama, ese reflejo
De sueños en el sueño de otro espejo,
Ni el temeroso amor de las doncellas.
Libre de la metáfora y del mito
Labra un arduo cristal: el infinito
Mapa de Aquel que es todas Sus estrellas.
(J. L. Borges, Spinoza, 1964)
Labran en la penumbra los cristales
Y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales.)
Las manos y el espacio de Jacinto
Que palidece en el confín del Ghetto
Casi no existen para el hombre quieto
Que está soñando un claro laberinto.
No lo turba la fama, ese reflejo
De sueños en el sueño de otro espejo,
Ni el temeroso amor de las doncellas.
Libre de la metáfora y del mito
Labra un arduo cristal: el infinito
Mapa de Aquel que es todas Sus estrellas.
(J. L. Borges, Spinoza, 1964)
Demasiados
tópicos borgianos en una obra inquietante y despiadada, gélida y majestuosa, la
Ética demostrada según las costumbres de los geómetras, como para que el
genio argentino se resistiera a absorberlos para su mundo literario en el cual
Espinosa es ya un personaje de Borges: (2) el infinito, los cristales o espejos, la sombra de la
cábala, un alma que es cuerpo y un cuerpo que es alma, la ceguera de la Natura
naturans, como la de Homero o la del mismo Borges, el laberinto, que es la
urdimbre dinámica e inagotable en orden necesario que la jerga filosófica
conoce como Substancia única, un Dios que no es Dios, ajeno a Voluntad y
Entendimiento, libre de finalidad, esa distorsión ilusoria que no es más que
servidumbre ontológica.
En 1987 tuvo
lugar uno de esos acontecimientos que el bibliotecario trivialmente argentino
celebraría. Como el olvido es pertinaz y acaba triunfando, ha hecho falta
recordarlo, a pesar de que será silenciado, o precisamente por ello. Ese
acontecimiento fue la culminación de un descomunal trabajo de erudición y de
una lucidez analítica implacable puesta en marcha. Pero, sobre todo, supuso la
osadía sin concesiones de enfrentarse de cara al abismo de la identidad,
forjada por la modernidad y por la inercia de la llamada condición humana. Ese
acontecimiento límite que ha sido revivido ahora tiene un nombre: La
Sinagoga vacía. La reedición del libro capital de Gabriel Albiac es un
acontecimiento de tal magnitud que, sin duda, será ocultado o ignorado. Salvo
marginalmente, no será comprendido. Pero su incomprensión no compromete ignorar
aspectos eruditos de cuestiones para especialistas en el siglo XVII. La
invisibilidad de estos análisis implica someter al olvido aspectos esenciales
del espacio económico, tecnológico, político y cultural de hoy, espacio en fase
de reajuste y nacido de esa modernidad cuya constitución el libro va
delineando.