John Berger, El cuaderno de Bento, trad. Pilar Vázquez, Alfaguara, Madrid, 2012, 200 pp.
Pues
cuanto mayor es el número de otras imágenes a que está unida una imagen,
tanto
mayor es el número de causas por las que puede ser excitada.
Spinoza [E5p13dem]
El cuaderno de Bento de John Berger es una obra sui
generis, pues combina una afinidad electiva por Baruch de Spinoza, un estudio
sobre el dibujo y una serie de relatos autobiográficos, combinación a través de
la cual Berger intenta explorar el mundo que lo rodea y su lugar en el mismo.
El título del libro alude a un lejano rumor sobre la existencia de un
cuaderno con dibujos propios de Spinoza –cuaderno perdido irremediablemente--, autor
a quien Berger llama cariñosamente ‘Bento’ (diminutivo de Benito en portugués)
y, además, cita libremente. De hecho, las incontables citas de la Ética de Spinoza que acompañan los
dibujos y viñetas de Berger, y otros autores, dan la impresión de tratarse de
un compendio ilustrado de ésta, pues cada cita aprehende la esencia del encuentro,
la experiencia o la reflexión que lo ocupa. Sin embargo, Spinoza es más bien un
trampolín, el afecto por el que Berger se adentra profundamente en los procesos
de hacer y proyectar el arte, de pensar y ser, de la narración y la historia, y
fundamentalmente, de la esencia del ser humano.
¿Por qué Spinoza? ‘Spinoza ha estado en mi mente
durante mucho tiempo --explica Berger en una entrevista al diario inglés The guardian del 23 de abril de 2011--. Leyendo a Marx a los 18 años lo recuerdo respondiendo a un juego en el que se
le pide nombrar a su filósofo favorito. Él respondió: ‘Spinoza’. En alguna
forma es un libro extraño –no es un estudio sobre Spinoza, no es un libro sobre
el dibujo. Yo quería escribir un libro sobre cómo mirar el mundo, ayudar a la
gente, o persuadir a la gente, a ver lo que nos rodea, tanto lo maravilloso
como lo terrible. No es ninguna coincidencia que Spinoza trabajara en la
entonces nueva ciencia de la óptica’.
Así, inspirándose en el posible cuaderno de bocetos de
Spinoza, Berger comenzó a hacer dibujos motivado por aquello que reclamaba ser
dibujado. En el proceso comenzó a centrarse en aquello que dibujaba y por qué
lo dibujaba, conectando el proceso de creación artística con todo, desde la
filosofía hasta la política y la religión. Cada uno de los pasajes en prosa,
algunos breves como un párrafo, otros tan extensos como un par de páginas, es
una unidad en sí mismo; no obstante, este volumen no es precisamente una
colección de ensayos pues ninguno lleva título ni están relacionados
temáticamente. Pues ya establece una analogía entre montar en motocicleta y dibujar,
o bien, reflexiona sobre cómo en cierto sentido la acción de narrar puede
justamente aplicarse al dibujo; en fin, el principal propósito de Berger es mostrar
cómo la interacción o interrelación de dibujar, en tanto forma de revelar la realidad, es un rasgo esencial de la condición humana.
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