Frederick
Copleston
Copleston, Frederick, «Spinoza», Historia de la filosofía 4, Ariel, Barcelona, 1982, pp. 194-248.
La substancia y
sus atributos
En su empeño por dar una explicación racional del mundo, los metafísicos
especulativos han tendido siempre hacia la reducción de la multiplicidad a
unidad. Y, en la medida en que “explicación”, en ese contexto, significa
explicación en términos de causalidad, decir qué han tendido hacia la reducción
de la multiplicidad a unidad, es decir, que han tendido a explicar la
existencia y las naturalezas de las cosas finitas en términos de un factor
causal último. Utilizo el término “tender hacia” porque no todos los
metafísicos especulativos han postulado realmente una causa última. Por
ejemplo, aunque el impulso hacia la reducción de la multiplicidad a la unidad
está claramente presente en la dialéctica platónica, no hay, al menos, una
prueba adecuada de que Platón identificase en algún momento el bien absoluto
con Dios, en su sentido del término. En cambio, en la filosofía de Spinoza
encontramos que los muchos seres de la experiencia son causalmente explicados
con referencia a la substancia infinita única que Spinoza llama “Dios o la
naturaleza”, Deus sive Natura. Como
ya hemos visto, Spinoza asimiló la relación causal a la relación de implicación
lógica, y describió las cosas finitas como procediendo necesariamente de la
substancia infinita. Aquí difiere decisivamente de los metafísicos cristianos
medievales, e igualmente de Descartes, que postulaba una causa única, pero no
intentó deducir de esa causa las cosas finitas.
Para conocer una cosa es preciso conocer su causa. “El conocimiento del
efecto depende del conocimiento de la causa y comprende a éste.” Explicar una
cosa es asignarle su causa o causas. Ahora bien, la substancia fue definiPara
conocer una cosa es preciso conocer su causa. “El conocimiento del efecto
depende del conocimiento de la causa y comprende a éste.” Explicar una cosa es
asignarle su causa o causas. Ahora bien, la substancia fue definida por Spinoza
como “aquello que es en sí mismo y es concebido por sí mismo; quiero decir, que
su concepción no depende de la concepción de otra cosa a partir de la cual
aquélla tenga que formarse.” Pero aquello que puede ser conocido por sí mismo y
sólo por sí mismo, no puede tener una causa externa. La substancia es, pues, lo
que Spinoza llama causa sui, “causa
de sí misma”: se explica por sí misma y no por referencia a alguna causa
externa. La definición implica, pues, que la substancia es completamente
dependiente de sí misma. No depende de ninguna causa externa, ni para su
existencia ni para sus atributos y modificaciones. Decir tal cosa es decir que
su esencia comprende su existencia. “Por causa de sí entiendo aquello cuya
esencia envuelve la existencia, y cuya naturaleza no puede concebirse sino como
existente.”
En opinión de Spinoza tenemos o podemos tener una idea clara y distinta
de substancia, y en esa idea percibimos que la existencia pertenece a la
esencia de la substancia. “ Si alguien dice, pues, que tiene una ¿dea clara y,
distinta, es decir, una idea verdadera de la substancia, y sin embargo duda de
que tal substancia exista, es como el que dice que tiene una idea verdadera y
sin embargo duda de si no puede ser falsa.” “Como la existencia pertenece a la
naturaleza de la substancia, la definición de ésta tiene necesariamente que
contener la existencia, y, en consecuencia, de su mera definición puede ser
concluida su existencia.” En un estadio posterior, cuando ha argumentado que
hay una y solamente una substancia, infinita y eterna, y que esa substancia es
Dios, Spinoza vuelve a la misma línea de pensamiento. Puesto que la esencia de
Dios “excluye toda imperfección y contiene la perfección absoluta, por ese
mismo hecho descarta toda duda relativa a su existencia y la hace ciertísima,
lo que será manifiesto, según pienso, a todo el que preste la mínima atención.”
Ahí tenemos el “argumento ontológico”, expuesto a la misma línea de ataque a
que estaba expuesto el argumento de san Anselmo.
Si la substancia fuera finita, sería limitada, dice Spinoza, por alguna
otra substancia de la misma naturaleza, es decir, que tuviese el mismo
atributo. Pero no puede haber dos o más substancias que posean el mismo
atributo. Porque, si hubiera dos o más, tendrían que ser distinguibles una de
otra, y eso significa que habrían de poseer atributos diferentes. “Por
‘atributo’ entiendo aquello que el entendimiento percibe como constituyendo la
esencia de una substancia.” Dada esa definición, se sigue que, si dos
substancias poseyesen los mismos atributos, poseerían la misma esencia; y, en
tal caso, no tendríamos razón alguna para hablar de ellas como ‘dos’, porque no
podríamos distinguirlas. Pero, si no puede haber dos o más substancias que
posean el mismo atributo, la substancia no puede ser limitada o finita. Tiene,
pues, que ser infinita.
Esa pieza de razonamiento es difícil de seguir, y no me parece
convincente. La palabra “misma” parece utilizarse de una manera ambigua. Pero
es obvio que la idea de Spinoza es que la existencia de una pluralidad de
substancias requeriría una explicación, y la “explicación” supone referencia a
una causa. Por otra parte, la substancia ha sido definida de tal modo que no
puede decirse de ella que sea efecto de una causa externa. Tenemos que llegar
finalmente a un ser que es “causa de sí”, su propia explicación, e infinito.
Porque si la substancia fuera limitada y finita sería posible obrar sobre ella,
podría ser término de una actividad causal. Pero, si estuviera expuesta al
efecto de una causa externa, no podría ser entendida puramente por sí misma, y
eso va contra la definición de substancia. Se sigue, pues, que la substancia,
así definida, tiene que ser infinita.
La substancia infinita tiene que poseer infinitos atributos. “Cuanta más
realidad o ser tiene una cosa, tantos más atributos tendrá.” Un ser infinito
tiene que tener, pues, una infinidad de atributos. Y esa substancia infinita
con infinitos atributos es llamada “Dios” por Spinoza. “Entiendo por Dios un
ser absolutamente infinito, es decir, una substancia que consta de infinitos
atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita.” Y
Spinoza procede a decir que la substancia infinita es indivisible, única y
eterna, y que en Dios la existencia la esencia son una y la misma cosa.
Es indudable que todo eso sonará a conocido a quien haya estudiado el
escolasticismo y el cartesianismo. El lenguaje de “esencia-existencia” y el
término “substancia” fueron utilizados por los escolásticos, en tanto que las
definiciones espinozianas de substancia y atributo fueron formadas en
dependencia de las definiciones de Descartes. Y hemos visto cómo Spinoza se
valió de una forma del “argumento ontológico” para demostrar la existencia de
Dios. Además, su descripción de Dios como ser infinito, como substancia
infinita, como único, eterno y simple (indivisible y sin partes), era la
descripción tradicional de Dios. Pero no tenemos derecho a concluir que la idea
espinoziana de Dios fuera precisamente la misma de los escolásticos o de
Descartes. Basta considerar la proposición de que “la extensión es un atributo
de Dios, o Dios es una cosa extensa”, para percibir inmediatamente una
diferencia. Esa proposición sugiere que el modo de ver Spinoza la relación de
Dios al mundo difiere ciertamente del de la Escolástica. En opinión de Spinoza,
ni los escolásticos ni Descartes entendieron lo exigido por la naturaleza de
una substancia o ser infinito. Si Dios fuese distinto de la naturaleza, y si
hubiese otras substancias que no fueran Dios, Dios no sería infinito. A la
inversa, si Dios es infinito no puede haber otras substancias. Las cosas
finitas no pueden ser entendidas ni explicadas aparte de la actividad causal de
Dios. En consecuencia, no pueden ser substancias en el sentido en que Spinoza
ha definido el término “substancia”. Tienen, pues, que ser en Dios. “Todo lo
que es, es en Dios, y nada puede existir ni ser concebido sin Dios.”
Efectivamente, esa proposición podría ser aceptada por los filósofos teístas si
se entendiese simplemente en el sentido de que todo ser finito es esencialmente
dependiente de Dios, y que Dios está presente en todas las cosas finitas,
manteniéndolas en la existencia. Pero lo que Spinoza quería decir era que los
seres finitos son modificaciones de Dios, la substancia única. Dios posee una infinidad
de atributos, cada uno de los cuales es infinito; y dos de ellos son conocidos
por nosotros, a saber, el pensamiento y la extensión. Las mentes finitas son
modos de Dios, bajo el atributo del pensamiento y los cuerpos finitos son modos
de Dios, bajo el atributo de la extensión. La naturaleza no es ontológicamente
distinta de Dios; y la razón de que no pueda ser ontológicamente distinta es
que Dios es infinito. Dios ha de comprender en sí mismo toda la realidad.
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