Francisco
Javier Espinosa
Benito Olalla,
Pilar. Baruch Spinoza. Una nueva ética
para la liberación humana, Madrid, Biblioteca Nueva, 2015, 605 pp.
Se trata de una de las obras más voluminosas sobre Spinoza en español,
por lo que el
lector tiene allí mucho que aprender. En su armazón básico es la
tesis doctoral de la autora, brillantemente defendida en el 2011. Está hecha
con brochazos impresionistas en un doble sentido. En primer lugar, la autora,
partiendo de la literalidad del texto de Spinoza, intenta no enredarse en el
detalle de las palabras, sino que quiere presentar una imagen amplia; le
interesa, no tanto la minuciosidad, cuanto una cierta visión macroscópica y
menos reducida. Por eso mismo, al leer este libro, deberíamos hacer como con
los cuadros impresionistas: retirarnos un poco nos ayuda a ver.
En segundo lugar, la autora está muy atenta a expresar cómo le afectan a
ella misma los textos de Spinoza, qué impresión le causan. Piensa que los
textos de Spinoza necesitan completarse a través de cada uno de nosotros de una
manera original. Su Ética refleja la
transmutación personal de su creador y por ello produce y acompaña las
transmutaciones de los lectores. Y es que siendo el tema de este libro los
afectos en la Ética de Spinoza, es lógico que se haga una lectura afectiva de
la obra de Spinoza.
El método óptico desempeña para la autora un papel fundante de la visión
de las pasiones de Spinoza. La tarea del filósofo Spinoza es como la de la
persona Spinoza que pulía lentes: traer más luz a nuestra vida cotidiana
afectiva para que esa transparencia libere nuestra capacidad de crecer y
actuar. Así pues, presenta una visión de Spinoza sobre los afectos y las
pasiones que no es moralizante, sino descriptiva, pues el filósofo holandés,
más que condenar o bendecir, lo que busca es entender.
Al conectar las ideas de Spinoza sobre los afectos con los propios
afectos de la persona del filósofo, señala que la ira fue su afecto
predominante, una ira que él consiguió encauzar y transformar en el afecto
activo de la labor filosófica. Por eso, indica, daba tanta importancia al
afecto contrario: la serenidad. Y así intenta presentar una imagen muy afectiva
de Spinoza, alejada de la versión de una mente fría y desapegada totalmente de
lo emocional.
El subtítulo de esta obra, Una
Ética como una liberación humana, es
muy indicativo de cómo la autora concibe la teoría de la afectividad en
Spinoza: se trata de entender nuestras pasiones y afectos para saber cómo
transmutar nuestras pasiones en afectos activos y llegar así a la libertad y la
felicidad. La obra, además de un prólogo, un interesante epílogo y una
amplísima sección final de bibliografía, tiene un primer capítulo que trata con
mucha amplitud de la vida de Spinoza y su contexto histórico, tratando de
recrear el pálpito de las pasiones colectivas del momento. Diríamos que lo
novedoso de este capítulo es su particular atención al arte Barroco y
especialmente a la pintura de dos contemporáneos holandeses de Spinoza: Vermeer
y Rembrandt. En el segundo capítulo expone los antecedentes principales del
tratamiento de los afectos y las pasiones de Spinoza: los estoicos,
especialmente en la versión del neoestoico Lipsio, y Descartes. Sirve de
introducción y contraste para la comprensión de la concepción de Spinoza. El
tercer capítulo es una exposición y comentario de la parte tercera de la Ética, que es una descripción y
explicación de los diferentes afectos y pasiones que se dan en la vida humana.
El capítulo cuarto hace lo mismo con respecto a la cuarta parte de la Ética, que describe cómo la dinámica
afectiva puede esclavizar al hombre y hacerlo infeliz. Para la autora esta
parte sería el centro de la Ética porque
actúa de gozne entre los tres primeros libros y el último. Y el mismo título de
la obra de Spinoza, Ética,
manifestaría lo adecuado de esa afirmación: las pasiones obturan el campo
visual y los afectos activos limpian la cerrazón de la mente y abren el ángulo
acercándonos a una visión de la totalidad; los afectos se convierten así en el
lugar de la mediación, en el gozne entre la vida pasiva y la activa. Por eso el
libro IV es la bisagra de la Ética. Y
el capítulo 5 es una explicación y comentario de la quinta parte de la Ética, en donde se trata de cómo la
razón puede ir cambiando la dinámica de afectos pasivos en otra de afectos
activos, que conducen a la libertad y la felicidad. Iluminar lo que oscurecen
el miedo, las supersticiones y las falsas ilusiones permite convertir las
opiniones y creencias tristes y oscuras en conceptos luminosos y transparentes.
Trata en esta parte los principales asuntos del libro 5: la eternidad, el amor
intelectual a Dios, la relación entre el segundo y el tercer género de
conocimiento, el conocimiento sub specie
aeternitatis.
Su interpretación de los textos de Spinoza va en la línea de afirmar que
la utilidad y eficacia del conocimiento racional sólo son posibles si la razón
deviene una razón afectiva, pues no se puede eliminar la afectividad sino
transformarla. Siempre es un leit motivde su narración la presentación realista
de la figura del sabio: un hombre afectado por las pasiones, como los demás.
Incluso en el sabio, las pasiones no se pueden eliminar por completo de la
experiencia humana y la transformación de las pasiones en acciones siempre es
provisional.
Y esta visión tan realista de los afectos implica una valoración de la inmanencia:
no se juzga el mundo pasiones desde unos valores transcendentes, que las
condenarían o las ridiculizarían. Las pasiones no son malas en sí: nos conectan
al mundo. Y aunque traduce “mens” por
alma, siempre aclara que está muy lejos de una visión espiritualista del
pensamiento de Spinoza. Es muy importante para ella la concepción de Spinoza de
la importancia de la corporalidad y la afectividad en el proceso del
pensamiento. Lo importante, así lo destaca la autora, no es condenar las
pasiones, sino transmutarlas. Pero el esfuerzo que nos lleva a la salvación y a
la felicidad debe brotar de la integridad del individuo y no ser una mera
ascética de una parte contra otra o de unas normas externas.
Este libro tiene también un importante valor añadido: que en cada
cuestión o asunto difícil va poniendo las más importantes interpretaciones de los
diversos estudiosos. En este sentido nos abre al conocimiento de los estudios
más importante sobre el pensamiento de Spinoza.
Boletín de
bibliografía spinozista, no. 17, en Anales
del Seminario de Historia de la Filosofía, vol. 33, no. 1 (2016): 346-348.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario