Alfredo
Martínez Sánchez
Como ocurrió
en el libro que suscitó la atención de un gran número de lectores ajenos a la
neurología (El error de Descartes) (1), volvemos a encontrar en el
título de la última obra de Damasio, En busca de Spinoza (2), a un filósofo. Aunque en el
primer caso era para objetarlo y en el segundo para reivindicarlo, el problema
epistemológico latente es el mismo, e incumbe a la relación entre ciencia y filosofía.
¿Es la ciencia competente para refutar o justificar la filosofía? Planteada en
estos términos generales la respuesta ha de ser negativa, pero si nos limitamos
a determinadas tesis filosóficas al menos hay que aceptar la controversia
(comenzando quizás con la discusión sobre si tales tesis son específicamente o
realmente filosóficas). El trabajo de Damasio muestra de un modo concreto cómo
la cuestión epistemológica señalada depende de la posibilidad de equiparar o de
hacer corresponder conceptos neurobiológicos y conceptos spinozistas
(¿filosóficos?) seguramente no todo lo que escribe un filósofo, en cuanto tal,
es necesariamente y siempre filosofía. En mi opinión, Damasio no consigue una
adecuación completa entre ambos lenguajes (sin entrar en si ello es posible),
pero sí una correspondencia suficiente en muchos casos, aunque menos lograda en
otros. De todos modos, el intento puede ser fructífero por lo que tiene de
mediación entre los dos tipos de discurso (3).
Por otro lado,
el propio Damasio nos ha facilitado la ocasión de juzgar filosóficamente su
obra, y en particular sus hallazgos neurobiológicos, al medirse con Spinoza. Respecto
al papel o la función de la filosofía spinozista en la obra de Damasio, debemos
entender que no se limita solamente a proporcionar un antecedente precientífico,
como el autor a veces sugiere (en cuyo caso la filosofía vendría a ser el pariente
pobre y rezagado, aunque inteligente, de la ciencia), sino que ha servido para
proporcionar a Damasio un escenario para intentar un ejercicio de
autocomprensión (que, por otra parte, ya se venía apuntando), en el que los
datos experimentales junto a las hipótesis por contrastar revelen un sentido
antropológico que la investigación empírica por sí sola es incapaz de
construir.
La
antropología (parcialmente implícita) de Damasio y la de Spinoza coinciden en
el marco general de una antropología no antropocéntrica que vendría
determinado por dos tesis fundamentales (o dos aspectos de una misma tesis, si
se quiere) (4):
- (1) El ser
humano como parte de la naturaleza.
- (2) El
rechazo del dualismo.
En este
contexto, Damasio desarrolla una apropiación de diferentes elementos del
pensamiento del filósofo, de entre ellos vamos a dirigir nuestra atención hacia
un punto central concerniente al llamado “problema mente-cuerpo” (o
“mentecerebro”), y al papel que desempeña la interpretación de la noción
spinozista de “idea del cuerpo” (5).
Antes veamos
cómo el autor explica su interés por el filósofo de Amsterdam.
En primer
lugar, Damasio recuerda que ni él es filósofo ni estamos ante es un libro de
filosofía.
Entonces ¿qué justifica la presencia de Spinoza? Hay, por un lado, una
respuesta breve: Spinoza es pertinente con respecto a toda discusión sobre la emoción
y el sentimiento (que vienen protagonizando las investigaciones de Damasio), tanto
por la posición antropológica que asigna a los affectus (las
necesidades, las motivaciones, las emociones y los sentimientos constituyen un
aspecto central de la humanidad), como por el papel que tienen la alegría y la
tristeza en su intento de comprender el ser humano y de sugerir cómo vivir
mejor. Pero hay también una respuesta que requiere una explicación menos
concisa y más personal (a la que tal vez no es ajeno el común origen portugués
de Damasio y Spinoza –aunque éste había nacido en Amsterdam y su familia había
llegado a Portugal probablemente desde España–). El autor se había sentido
atraído por la filosofía de Spinoza desde su adolescencia, pero fue sólo
recientemente cuando, al tratar de verificar una cita, comenzó a descubrir lo
familiar que le resultaba y su particular relación con las investigaciones que
venía desarrollando. Encontró que el filósofo había tratado temas que a él le
interesaban en tanto que científico, y lo que es más notable, que había prefigurado
las soluciones que distintos investigadores han propuesto después para un
buen número de cuestiones. Sin embargo, este hecho ha pasado normalmente desapercibido,
en parte porque sus obras fueron prohibidas y su pensamiento considerado
herético, pero también por una dificultad derivada de la existencia de varios “Spinozas”,
y Damasio distingue al menos cuatro, comenzando por el más accesible: el
pensador religioso, luego el pensador político, el metafísico y antropológico, y
finalmente el protobiologo, el pensador biológico, el que ha prefigurado
aspectos significativos de la ciencia de las emociones y los sentimientos. Es
este Spinoza el que interesa al autor, y de ahí el segundo de los objetivos del
libro: establecer la conexión entre este último y menos conocido Spinoza y una
parte de la neurobiología contemporánea6. Spinoza es apreciable en
neurobiología a pesar de que las ideas correspondientes se inscriben en una
reflexión más amplia sobre la condición de los seres humanos. Según Damasio, su
primera preocupación fue “la relación de los seres humanos con la naturaleza”
(pág. 21 –v., más arriba nota 2–), intentó elucidar esta relación y obtener de
ello principios útiles para la vida real.
© Alexei Talimonov |
Centrándonos
en el problema mente-cuerpo, hay que señalar, por un lado, su relevancia en
buena parte de la investigación de Damasio sobre las emociones y los sentimientos,
y por otro, la especial presencia que tiene en el pensamiento de Spinoza. A
este respecto puntualiza el autor: “puede que el filósofo atisbara parte de la
solución, una posibilidad que, correcta o incorrectamente, afianzó mis propias convicciones
sobre el tema” (pág. 176).
El problema
mente-cuerpo solo ha entrado en el programa de la investigación científica
recientemente, en gran medida como parte del estudio de la conciencia. Hoy
sabemos, de una manera bastante precisa, que los fenómenos mentales dependen íntimamente
del funcionamiento del cerebro, lo que ha llevado a plantear el problema en
términos de relación mente-cerebro, pero esta focalización sobre el cerebro
y los nuevos conocimientos no han sido suficientes para resolver “el problema”.
Sin embargo, al menos uno de los obstáculos con los que se encuentra puede ser
superado mediante un cambio de perspectiva. Normalmente el problema mente-cerebro
parece dejar a un lado, o en otra categoría, el cuerpo (el resto del cuerpo), suscitando
una especie de nuevo dualismo. Lo que supone introducir una manera improductiva
del enfocar el problema y hace más difícil la explicación del nexo mente-cerebro.
El cambio de perspectiva no va a resolver el problema por sí mismo pero
constituye un paso necesario en ese camino. La propuesta de Damasio implica, pues,
la consideración del cuerpo y de su papel en la formación de la mente: “Buscar una
solución, incluso parcial, requiere un cambio de perspectiva. Es necesario comprender
que la mente emerge de un cerebro o en un cerebro situado en el cuerpo propiamente
dicho con el cual interactúa, que debido a la mediación del cerebro la mente
tiene por fundamento el cuerpo propiamente dicho, que la mente se ha desarrollado
en el curso de la evolución porque ayuda a preservar el cuerpo, y que emerge de
un o en un tejido biológico –las células nerviosas- que comparte las características
que definen los otros tejidos vivos del cuerpo propiamente dicho” (pág. 182).
Damasio
recupera el caso de un paciente que había conocido en los comienzos de su
carrera. Este paciente experimentaba una extraña sensación que al llegar al pecho
coincidía con una pérdida de la sensación del cuerpo, como si se encontrara bajo
el efecto de anestesia local. Esta sensación continuaba ascendiendo, hasta que se
producía una pérdida de conciencia (tras algunas convulsiones volvía a su
estado normal –como ocurre a muchos epilépticos–). Lo significativo del caso
es, para Damasio, la relación entre experiencia del cuerpo y conciencia: la
posibilidad de que la interrupción de la conciencia tuviera su origen en la
interrupción del proceso de cartografiado del cuerpo (en términos de Spinoza
podríamos decir, como veremos después, algo así como que la ausencia de la idea
del cuerpo implicaría ausencia de alma –mens–). La hipótesis cobra
fuerza cuando, años después, el autor atiende a un paciente con asomatognosia (7)
que experimentaba una pérdida de la sensación del cuerpo en gran parte de éste,
sin por ello perder la conciencia (aunque su estado mental no era completamente
normal). La clave estaba en que la pérdida de sensación no afectaba a las
vísceras, en particular al pulso. Esto parecía sugerir que la representación
cerebral del interior del organismo (cartografiado) tenía especial valor
como fundamento de la mente (8). Los estudios sobre la emoción y el sentimiento
han orientando y determinando estas conjeturas integrándolas en una teoría
sobre el ser humano como organismo, de la que aquí solo vamos a destacar la
importancia de lo que Damasio llama “imágenes”, un concepto que, sin duda,
requerirá de una más elaborada y precisa formulación. Retengamos por ahora las
siguientes hipótesis:
-“En
organismos complejos como los nuestros las operaciones reguladoras del cerebro
dependen de la creación y la manipulación de imágenes mentales (ideas o pensamientos)
en el proceso que llamamos mente” (pág. 185).
-“La interfaz
decisiva entre las actividades del cuerpo propiamente dicho y las estructuras
mentales que acabamos de llamar imágenes consiste en regiones cerebrales
específicas”, concretamente aquellas regiones que cartografían las actividades
del cuerpo: “utilizando circuitos de neuronas para construir estructuras neurales
continuas y dinámicas que corresponden a las diferentes actividades del cuerpo”
(págs. 185-186).
-“El
cartografiado no es necesariamente un proceso pasivo” (pág. 186). No solo porque
el cerebro puede actuar sobre el estado corporal que está siendo cartografiado,
sino también por la acción directa en estas estructuras de otras regiones del cerebro
y por la propia naturaleza de las estructuras neurales.
Según Damasio,
la mente, que surge en un cerebro, forma parte de este sistema. El núcleo de su
tesis es que: “el cuerpo, el cerebro y la mente son manifestaciones de un
organismo único”, y que “en las condiciones normales de funcionamiento son
inseparables” (pág. 186), lo que constituye uno de los rasgos esenciales de su programa,
tal y como ya apareció en El Error de Descartes.
Existen dos
clases de imágenes del cuerpo (9): por un lado, las imágenes de la carne que
provienen del cartografiado del estado de partes internas del organismo, como
el corazón, los intestinos o los músculos, o bien del estado de diversos
parámetros químicos. Y, por otro, las imágenes de las sondas sensoriales
especializadas, originadas por determinadas partes del cuerpo, como la
retina o el oído interno, que son modificadas por ciertos objetos desde el
exterior del cuerpo. En ambos casos el mecanismo de realización es el mismo, en
primer lugar se producen modificaciones transitorias en el cuerpo, en segundo
lugar el cerebro, con la información que recibe mediante dos vías (la sangre y
los nervios), construye mapas de estas modificaciones en diversas regiones,
finalmente, los mapas neurales se convierten en imágenes mentales, momento
esencial del proceso que aún está por elucidar. El cartografiado establece una
conexión primordial entre el cuerpo y la mente: “Yo creo –escribe Damasio- que
las imágenes fundamentales del flujo de la mente son imágenes de algún tipo de
acontecimiento corporal” (pág. 188). La importancia de las imágenes del cuerpo
en la formación de la mente es un elemento central del proyecto de Damasio
desde El error de Descartes (10).
Ahora bien, la
presencia en el cerebro de estas estructuras dinámicas que venimos llamando
“mapas” no hace por sí misma que la mente aparezca o emerja, sino que constituyen
una condición necesaria (no suficiente). ¿Cómo se pasa del plano neural (que
podemos estudiar objetiva y científicamente) al plano mental (de acceso
subjetivo)? Es una cuestión especialmente relevante para los estudios sobre la
neurobiología de la conciencia, Damasio, por su parte, ha tratado de explicar
el proceso que lleva hasta la formación de las estructuras neurales que sirven
de base inmediata para la aparición de imágenes mentales, pero esta última
etapa aún no ha sido desvelada. Sin embargo, es optimista, y al menos considera
razonable suponer que “la mente emerge de la cooperación de diversas regiones
cerebrales, cuando la acumulación de pormenores concernientes al estado del
cuerpo que es cartografiado en estas regiones alcanza un grado crítico”
(pág. 198) (11).
Finalmente,
hay que tener en cuenta que no todas las imágenes mentales son imágenes del
cuerpo, pero las imágenes del cuerpo proporcionan los elementos para construir
otras imágenes. Esta concepción, en conjunto, implica ciertas consecuencias de
valor epistemológico. Las imágenes mentales (todos los ejemplos de Damasio conciernen
aquí a la percepción) no son un mero reflejo de la realidad (lo que ya sabíamos
desde un punto de vista psicológico) sino que son creaciones, aunque no arbitrarias,
del cerebro. La imagen mental ligada, por ejemplo, a la percepción de un objeto
se basa en modificaciones experimentadas por el organismo (por el cuerpo y por
el cerebro) en tanto que la estructura física del objeto interactúa con nuestro
cuerpo (12). Las estructuras neurales que sirven de base a la imagen mental son
el mapa de la interacción global del organismo con el objeto, interacción que
puede involucrar aspectos visuales, auditivos, motrices, o emocionales. Y estos
mapas no son sino diferentes organizaciones y reorganizaciones selectivas de
distintos circuitos neuronales según las reglas del cerebro, que proporciona
tanto las piezas como las reglas de este juego. Del mismo modo que se ha
señalado una construcción perceptiva de la realidad en términos psicológicos, o
una construcción social de la realidad, podríamos hablar aquí de una construcción
neuronal de la realidad. El cuerpo y el cerebro no son un vehículo neutro
entre la realidad exterior y la imagen mental (así, el cerebro convierte el mapa
neural concerniente a una pérdida de energía del cuerpo en algo distinto: la idea
de hambre). No obstante, Damasio quiere dejar claro que esto no supone
poner en duda la conexión real entre las imágenes y los objetos que las
suscitan en el ámbito perceptivo: “Hay un conjunto de correspondencias,
logradas en la larga historia de la evolución, entre las características físicas
de los objetos independientes de nosotros y el menú de las posibles respuestas
del organismo” (pág. 190).
Lo esencial
del mensaje de Damasio es que la mente debe entenderse desde la perspectiva del
cuerpo, y no solamente de la del cerebro. La mente existe para el cuerpo, y el
cuerpo necesita de la mente, en la medida en que la conciencia, la mente consciente,
es útil para la supervivencia del organismo humano (en tanto que el sistema
cerebro-corporal de los mapas neurales –y sus respuestas automáticas– no es
capaz por sí solo de llevar a cabo una gestión satisfactoria de la vida).
Frente al
planteamiento cartesiano, Spinoza afirmó que el pensamiento y la extensión, la
mente y el cuerpo, son aspectos distintos de una misma sustancia. Esta
concepción solventa el problema que para Descartes suponía la integración y la
interacción de dos sustancias distintas. En la perspectiva spinozista no tiene sentido
plantearse si el cuerpo causa la mente o si la mente actúa como una causa con
respecto al cuerpo. Para Damasio, Spinoza no solamente debe ser reconocido por haber
vinculado el cuerpo y la mente a una sola sustancia, sino que, además “pudo haber
intuido el dispositivo anatómico y funcional global que el cuerpo debe poner en
práctica para que, con él o, más precisamente con él y en él, aparezca la
mente” (pág. 199).
Asumiendo la
descripción del cuerpo humano en la primera parte de la Ética Damasio la
rescribe mediante la siguiente fórmula: “un cuerpo es un trozo de Naturaleza
cerrado por la barrera de la piel” (pág. 199). Spinoza ofrece una imagen dinámica
y compleja del cuerpo humano en los postulados de la segunda parte13, pero
(como ya avanzó al tratar de los sentimientos), lo verdaderamente destacado para
Damasio es la concepción de la mente como idea del cuerpo (según el
autor, Spinoza utiliza el término “idea” como sinónimo de imagen o
representación mental, y de componente del pensamiento) (pág. 200). Esta
concepción se expresa en la proposición 13 de la segunda parte de la Ética:
“El objeto de la idea que constituye el alma humana es un cuerpo, o sea, cierto
modo de la Extensión existente en acto, y no otra cosa” 14; y se desarrolla en
varios lugares, como en la demostración de la proposición 19, en la proposición
23, así como en la 14 y en la 2615, que, como hemos visto, parece ajustarse a
la interpretación de la percepción que Damasio ha hecho a partir de la noción
de imágenes del cuerpo, y en particular del segundo tipo, las imágenes de
las sondas sensoriales especializadas (si bien el autor considera que la concepción
global de Spinoza permite acoger los dos tipos de imágenes del cuerpo16).
En la obra de
Spinoza los acontecimientos corporales son representados como ideas en la mente
(“imágenes”, en el vocabulario de Damasio). Estas correspondencias representacionales
van en una sola dirección, del cuerpo al espíritu (o a la mente), guardando una
cierta proporción (entre ideas y modificaciones corporales), que según
el neurobiólogo podría contener la noción de cartografiado que venimos manejando.
Damasio ve en Spinoza una dependencia de la mente con respecto al cuerpo-cerebro
análoga, en términos generales, a la que él mismo ha apreciado, y que podría
corresponderse con ciertas observaciones empíricas, como las referidas más
arriba en pacientes epilépticos o que sufrían asomatognosia, por ello hay que entender
su afirmación de que sin cuerpo no hay mente en un sentido más rico y complejo
que la mera constatación de que la mente necesita un soporte físico (17).
Damasio
propone completar las intuiciones de Spinoza con ayuda de los conocimientos neurobiológicos
que no podía tener a su alcance, así como, en cierta medida, corroborar algunos
principios de su filosofía a partir de argumentos científicos. La primera tarea
responde a la convicción de que, en la segunda parte de la Ética, Spinoza
había tenido la intuición de una solución al problema mente-cuerpo aunque no
podía precisarla. Por otro lado, en la primera parte de esa obra el filósofo
había abordado la cuestión del “pensamiento-mente” y la“extensión-cuerpo” de un
modo general. Esta doble perspectiva (la de la metafísica general y la
ontología local –antropológica–) explicaría, según Damasio, cierta dificultad
(entre “la tensión latente” y el “conflicto declarado” –pág. 203–) que
hallamos en el texto de Spinoza, y que el autor señala de forma clara y
precisa: la igualdad mente-cuerpo sólo actúa completamente en el análisis
general, pero cuando la cuestión se afronta de modo particular en el ser humano
esta igualdad se quiebra en un punto (aunque no en otros), y resulta que las
operaciones descritas toman una dirección determinada, de la mente al cuerpo o
del cuerpo a la mente, este es el caso cuando percibimos (18), pero particularmente
cuando se describe el mecanismo de representación de los acontecimientos corporales
en la mente. Spinoza no duda escribe Damasio en privilegiar el cuerpo o la
mente según las circunstancias, y en la mayor parte de los fragmentos de la Ética
que acabamos de mencionar es el cuerpo el que ocupa la posición dominante, si
bien en la proposición 22, donde encontramos la noción de “idea de la idea” (del
cuerpo), el factor privilegiado es la mente (19). En esta proposición se dice
que a partir de la idea del cuerpo es posible formar otras ideas, ideas que ya
no son directamente del cuerpo.
Damasio
aprecia acertadamente que para Spinoza “mente y cuerpo son procesos paralelos y
mutuamente correlacionados, que se imitan el uno al otro en cada encrucijada,
como dos caras de la misma moneda” (pág. 206)20, pero va más allá al observar
que “en lo más profundo de estos fenómenos paralelos existe un mecanismo para
representar los acontecimientos corporales de la mente”, y finalmente sostiene la
existencia de una asimetría entre mente y cuerpo: “a pesar de que mente y
cuerpo se encuentran en igualdad de condiciones, en la medida en que son
manifiestas al receptor, existe una asimetría en el mecanismo que subyace a
estos fenómenos” (Ibíd.). Por tanto, según Damasio, Spinoza “sugirió que el
cuerpo conforma los contenidos de la mente más que la mente los del cuerpo,
incluso si, en gran medida, los procesos mentales se reflejan en los procesos
corporales” (Ibíd.).
Este problema
resulta decisivo para la interpretación de Damasio, que concibe la relación
mente-cerebro según la dependencia que hemos examinado, y que, en ocasiones,
tiende a expresar en términos causales21, aun reconociendo que “en sentido
estricto” no cabe hablar de causalidad (v., nota 19). En última instancia, la apropiación
de Spinoza efectuada por Damasio –en lo que aquí nos concierne– no podría
justificarse a menos que se aceptara la asimetría descrita por el autor de El
error de Descartes, que contrasta con versiones más ortodoxas, que
subrayan: “la causa de un pensamiento es siempre un pensamiento, y la causa de
un movimiento del cuerpo es siempre un movimiento del cuerpo” (22), y por
tanto, “sólo las ideas pueden producir ideas y sólo los movimientos físicos
pueden producir movimientos” (23).
El problema
de la asimetría en el paralelismo monista de Spinoza, tal y como es descrito
por Damasio, se reproduce en la concepción del neurólogo reformulado en términos
científicos contemporáneos. Los obstáculos se manifiestan en el hecho de que
Damasio parece no haber encontrado una forma satisfactoria de explicar la asimetría
en un lenguaje capaz de evitar ciertas connotaciones interaccionistas. Por tanto,
la elucidación de estas dificultades será necesaria para comprender la
identidad mente-cerebro.
Notas
1. Antonio
Damasio, El error de Descartes, Crítica, Barcelona, 1996 [primera
edición en inglés: 1994]. Damasio, neurólogo portugués, desarrolla su trabajo
en Estados Unidos, ha sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de
Investigación Científica y Técnica 2005 a propuesta de la Sociedad Española de
Neurología. La formación de Damasio es médica y científica, pero sus intereses
tienen una dimensión que podríamos calificar de humanista.
2. Antonio Damasio,
En busca de Spinoza. Neurología de la emoción y los sentimientos,
Crítica, Barcelona, 2005. Para facilitar la lectura las referencias a esta obra
aparecen en el cuerpo del texto, limitando las notas a pie de página a otras
funciones. Mientras no se indique otra cosa el número de página remite a tal
obra (aunque utilizo la versión española en algunas ocasiones las citas son
traducción directa de la edición en inglés –Looking for Spinoza. Joy, Sorrow, and the Feeling Brain, Harvest Book/Harcourt, Inc., New
York, San Diego, 2003–).
3. He
argumentado a favor de mediaciones de este carácter en un anterior congreso de
la SHAF, frente a la versión del dualismo semántico que Paul Ricoeur
defendió en su conversación con Jean-Pierre Changeux (v., A. Martínez Sánchez,
“Yo y mi cuerpo”, en Thémata., 33 (2004), págs. 117-126).
4. Como se ha
dicho, “con Spinoza comienza a elaborarse en la modernidad un conocimiento del
hombre que recurre a los mismos principios a los que se recurre en las
ciencias de la naturaleza” (Robert Misrahi, Le corps et l´esprit dans la
philosophie de Spinoza, Institut Synthélabo, Le Plessis-Robinson, 1998,
pág. 38 [Trad., de A. M.]). La ontología de Spinoza le permite “construir una
doctrina del hombre en la que la especificidad humana es restituida en todas
sus dimensiones sin que por ello se conceda algún privilegio a la especie
humana en el seno de la Naturaleza, ni que el hombre se beneficie de algún a
priori dogmático” (Misrahi, pág. 57).
5. Otros
aspectos de tal apropiación, cuyo análisis espero completar en otro trabajo,
conciernen a la noción de conatus, a la relación entre razón y emoción,
así como a ciertas cuestiones éticas. No entraremos a discutir la noción de
idea en Spinoza (nuestro objeto es la obra de Damasio, no la de Spinoza), que
está lejos de ser clara y unívoca (v., por ejemplo, Sergio Rábade, Espinosa:
Razón y Felicidad, Cincel, Madrid, 1987, págs. 120-149).
6. El primer
objetivo sería “presentar un informe de situación sobre la naturaleza y la
importancia humana de los sentimientos y fenómenos relacionados, tal como los
veo ahora, como neurólogo, neurocientífico y usuario regular” (pág. 13).
7. Asomatognosia
o asomatognosis: alteración del esquema corporal o falta de reconocimiento del cuerpo,
o de alguna de sus partes, a causa de una lesión cerebral.
8. Conciencia
y mente no son sinónimos, pero sí lo son conciencia y mente consciente (pág.
176).
9. No queda
claro si son imágenes mentales, u otro tipo de imágenes, si nos atenemos a los
ejemplo de imágenes mentales: “ideas y pensamientos”, se trataría de imágenes
distintas, pero en otras ocasiones Damasio da a entender lo contrario, en todo
caso las imágenes mentales constituyen un determinado nivel de actividad
biológica.
10. “Lo que
digo es que el cuerpo contribuye al cerebro con algo más que el soporte vital y
los efectos moduladores. Contribuye con un contenido que es una parte
fundamental de los mecanismos de la mente normal” (El error de Descartes,
pág. 210). El reconocimiento de sus propias intuiciones en la lectura de
Spinoza debió ser inmediato, orientando desde el comienzo la interpretación del
filósofo.
11. La laguna
que aún presenta nuestro conocimiento sobre la emergencia de la mente en este
punto es para el autor “poco más que una discontinuidad en la complejidad de
los pormenores recogidos, y en la complejidad de las interacciones de las
regiones del cerebro implicadas en los procesos de cartografiado” (pág. 198).
En una nota trata de precisar el tipo de reduccionismo que asume, sosteniendo
que el nivel biológico mental posee propiedades suplementarias que no están en
el nivel de los mapas neurales: “Espero que una estrategia reduccionista de
investigación permita explicar cómo se pasa del nivel de los mapas neurales al
de lo mental, aunque el nivel mental no se reduzca al nivel de
los mapas neurales, ya que posee propiedades emergentes creadas a partir de este
nivel” (n. 21, cap. 5).
12. El autor
interpretará en este sentido la proposición 26 de la Ética de Spinoza.
13. “I.- El
cuerpo humano se compone de muchísimos individuos (de diversa naturaleza), cada
uno de los cuales es muy compuesto.
II.- Algunos
de los individuos que componen el cuerpo humano son fluidos; otros, blandos, y
otros, en fin, duros.
III.- Los
individuos que componen el cuerpo humano (y, por consiguiente, el cuerpo humano
mismo) son afectados de muchísimas maneras por los cuerpos exteriores.
IV.- El cuerpo
humano necesita, para conservarse, de muchísimos otros cuerpos, y es como si
éstos lo regenerasen continuamente.
V.- Cuando una
parte fluida del cuerpo humano es determinada por un cuerpo externo a chocar frecuentemente
con otra parte blanda, altera la superficie de ésta y le imprime una suerte de
vestigios del cuerpo externo que la impulsa.
VI.- El cuerpo
humano puede mover y disponer los cuerpos exteriores de muchísimas maneras.” (Ética,
133).
14. Ética,
pág. 124.
15. “El alma
humana no percibe ningún cuerpo exterior como existente en acto sino por obra
de las ideas de las afecciones de su propio cuerpo” (Ética, pág. 144).
16. V., págs.
202-203.
17. “Desde mi
perspectiva actual, decir que la mente está constituida por ideas de nuestro
cuerpo es equivalente a decir que nuestra mente está construida de imágenes,
representaciones o pensamientos de partes de nuestro propio cuerpo en acción
espontánea o en el proceso de modificaciones causadas por objetos del ambiente”
[...] “A partir de los descubrimientos de la neurología moderna, podemos no
sólo decir que las imágenes surgen en el cerebro, sino también aventurar que
una enorme proporción de las imágenes que surgen en el cerebro están modeladas
por señales procedentes de cuerpo propiamente dicho” (pág. 203).
18. “Después
de todo, la igualdad de condiciones de mente y cuerpo sólo funciona en la
descripción general. Una vez Spinoza se interna en el mecanismo no
especificado, hay direcciones preferidas de operación, desde el cuerpo a la
mente cuando percibimos, y desde la mente al cuerpo cuando decidimos hablar y
lo hacemos” (pág. 203). Esta explicación no parece muy acertada, y el segundo
ejemplo (de la mente al cuerpo) es particularmente desorientador.
19. “El alma
humana percibe, no sólo las afecciones del cuerpo, sino también las ideas de
esas afecciones” (Ética, pág. 141).
20. Por tanto:
“En sentido estricto, la mente no causaba el cuerpo y el cuerpo no causaba la
mente” (pág. 199).
21. V., por
ejemplo, págs. 92, 71-72, y 181.
22. Misrahi,
Op., cit., pág. 53.
23. Misrahi,
pág. 54. La proposición 11 de la tercera parte de la Ética afirma: “La
idea de todo cuanto aumenta o disminuye, favorece o reprime la potencia de
obrar de nuestro cuerpo, a su vez, aumenta o disminuye, favorece o reprime, la
potencia de pensar de nuestra alma” (Ética, p. 195). Este texto parece indicar
una dependencia, eventualmente causal, de la mente (“alma”) con respecto al
cuerpo, sin embargo, según Misrahi: “Para Spinoza no se trata de afirmar de
repente un dualismo mente-cuerpo que permitiera la acción del cuerpo sobre la
mente, y el aumento de la potencia de la mente por la acción directa del
aumento de la potencia corporal” (pág. 88). Por el contrario, “Cada una de las
potencias de existir (ya sea la del cuerpo, ya la de la mente) es la expresión,
en su lenguaje y en su dominio, de una misma potencia de existir” (pág. 89).
Más que de una interacción se trataría de una sincronía o un paralelismo
derivado de la identidad ontológica, aunque desde el punto de vista
introspectivo podría interpretarse como interacción cuando se conoce o se
descubre un incremento de potencia antes que otro (es decir, se produce un
descubrimiento sucesivo) (v., Misrahi, pág. 90).
1 comentario:
. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
EN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años
Publicar un comentario