Micael Alcalde
Ordóñez
MOREAU,
Pierre-François. Spinoza y el spinozismo, Escolar y Mayo, Madrid, 2012,
171 pp.
Spinoza y el
spinozismo se presenta como un libro imprescindible para aquellos
que buscan introducirse en el pensamiento filosófico de Spinoza. El original
francés apareció, hace ya unos años, en la colección “Que sais-je?” de
la editorial P.U.F., dedicada a temas monográficos de interés actual. Colección,
por tanto, dirigida al gran público y no a un lector especializado. De ahí su
slogan promocional: “La première encyclopédie de poche”. Ello nos podría
inclinar a pensar en una monografía de corte divulgativo. Sin embargo, si este
libro bien puede ser eso –que sin duda lo es–, puede ser también algo más. Se
nos ofrece con él una vista panorámica del conjunto de la obra del filósofo en profunda
sintonía con su tiempo, pero sin renunciar a la relación que guarda con su
complejo contexto histórico (científico, cultural, religioso…). La presente
obra se inserta, de este modo, en la corriente que desde hace algunas décadas
ha comenzado a reivindicar la figura de Spinoza, principalmente en Francia,
colocándose en la estela de un pequeño puñado de obras cuyo tino y eficacia
teóricas han vuelto a poner en primera plana del pensamiento contemporáneo a
aquel que fuera denostado en su tiempo. A este respecto, el propio autor, alude
a estudios pioneros que le han precedido1. Así, el libro que aquí presentamos
podría entenderse no tanto como una obra divulgativa que pretenda facilitar el
acercamiento a Spinoza sino, más bien, como una puesta en escena de su
pensamiento y de los problemas más característicos que el mismo ha suscitado a
los intérpretes tras su aparición en los albores de la modernidad. Por lo
tanto, este libro puede ser acogido, después de todo un proceso creciente de relectura
de Spinoza desde diversas perspectivas, como un punto de calma y sosiego para
la reflexión spinoziana. Una nueva recalada, con todo el rigor de un gran
historiador de la filosofía como Moreau, que nos ofrece, tanto por los
acertados apartados en que su índice se divide como por el tratamiento de los
mismos, lo que podría definirse como una enorme entrada de diccionario sobre Spinoza
y la recepción de su legado. De ahí tal vez la elección del título: Spinoza
y el spinozismo. La obra llega por primera vez a España traducida por el
profesor Lomba.
La amplia
exposición de la vida de Spinoza conforma el primero de los capítulos: “La
vida”. Gira alrededor de temas cruciales en el desarrollo intelectual de este
pensador: su herencia judía, la especificidad del marranismo, el contexto
político convulso de los Países Bajos en la época, el auge del cartesianismo o
el nivel de desarrollo de la ciencia del momento. Lo cual ayuda a romper el tópico,
fuertemente arraigado en el imaginario colectivo, del filósofo aislado. La
tradicional estampa que algunos biógrafos recrean del Spinoza ermitaño,
pensador de Dios, de vida virtuosa, pulidor de lentes, deja paso al Spinoza más
comprometido con los acontecimientos políticos del momento, tanto nacionales
(muerte de Jan de Witt e implicación intelectual con el republicanismo), como
internacionales (muerte de Cromwell). Apareciendo asimismo su estrecha relación
con la nueva ciencia naciente: su oficio de pulidor de lentes no quedaría tan
sólo como el pasatiempo para distraer la ajetreada mente del genio, y desde
luego sería algo más que un mero sustento económico para una persona condenada
a confinamiento doméstico. Estaríamos ante un trabajo técnico de precisión y
calidad punteras, absolutamente imprescindible dentro del contexto científico
que busca extenderse hacia ese nuevo mundo de experiencia que se abre bajo la
mirada de los microscopios. Todo ello nos desvela una intensa vida social, pese
a su recogimiento, de la que también formarán parte las visitas de amigos y
admiradores, así como una prolífica correspondencia.
Cabe resaltar
la importancia que Moreau concede en su exposición a la biblioteca personal de Spinoza.
Los volúmenes que formarían esta biblioteca, puestos en relación con los
idiomas en los que se encuentran, o en los que fueron redactados los originales,
arrojan luz sobre la constitución del acerbo cultural y formación intelectual
de Spinoza: el castellano como lengua culta dentro del círculo judío exiliado
en los Países Bajos, el portugués como lengua familiar, el latín como lengua
franca, sin olvidar el hebreo, la lengua de culto. Sorprende a este respecto el
desconocimiento tanto del griego como de la cultura griega. En definitiva, un
pensador cuya formación se enraíza en la tradición hebrea proveniente de la
península ibérica. Todo ello se hace patente mediante el trabajo crítico sobre
la imagen de la vida del pensador, recurriendo a los textos biográficos
existentes, mostrando el valor y grado de veracidad que a cada testimonio se le
puede otorgar. La sobriedad de la tarea investigadora del historiador destaca
aquí, por ejemplo, frente al estilo apasionado y mucho más literario del que
hace gala en su recensión biográfíca Deleuze (2).
El tratamiento
cronológico del conjunto de la obra, desde los primeros escritos, llegando
incluso a textos apócrifos o perdidos, corre a cargo del segundo capítulo: “La
obra”. La concisión sin perder de vista el todo, se traduce en el acierto a la
hora de elegir los lugares transitados por la exposición del profesor francés.
Así, el paso de obra en obra, nos ofrece el conjunto; se trata de un compendio.
Sin pretender inclinarse por una visión interpretativa u otra, se señalan las
bases y los puntos conceptuales de engarce del pensamiento de Spinoza. De este
modo se consiguen dos cosas esenciales en toda buena presentación: por un lado,
la exposición toca directamente en los lugares centrales de interés y, por
otro, potencia la libertad misma del lector a la hora de recibir el pensamiento
de Spinoza. Digna de elogio es la pretensión de sentar aquello que es la base
de lo que cualquier estudioso puede reconocer como pensamiento de Spinoza, más
allá de su particular enfoque de estudio. La tarea de hacer suya la filosofía
spinozista queda enteramente, así, en manos del lector. Se confirma, pues, el
carácter casi enciclopédico de esta exposición.
Cada apartado
individual, dedicado a cada obra, centrará su atención principalmente sobre el entorno
y devenir histórico de dicha obra, conceptos esenciales (señalando
especialmente aquellos en los cuales Spinoza presente alguna novedad) y la
puntualización de las divisiones que pueden hacerse dentro de cada una de
ellas. No hay que dejar pasar por alto lo revelador que resulta la extensión que
Moreau dedica a cada uno de los escritos del filósofo, pues nos enseña la
importancia de los tratados de temática política dentro del conjunto del pensamiento
de Spinoza. Y es que esta filosofía es un racionalismo que, promulgando la total
inteligibilidad del ser, pretende una incidencia real en su convulso momento
histórico. De ahí, el triple lema que propone Moreau en la conclusión del libro
con intención de definir la doctrina de Spinoza: racionalismo absoluto,
racionalismo histórico, racionalismo militante (3).
Tampoco
escatima Moreau el esfuerzo de señalar algunos lugares comunes de los
intérpretes. El libro, así, no sólo nos abre el horizonte teórico spinozista,
sino que también nos muestra el entramado interpretativo que se ha generado
alrededor de la obra de Spinoza a lo largo de la historia de su recepción y
crítica. De ahí que se señalen lugares comunes, dificultades de traducción, así
como las imágenes que vemos repetirse a modo de ejemplo a lo largo de los
escritos spinozianos. A este esfuerzo responde el capítulo tercero, titulado “Temas
y problemas”. En él se ponen de relieve los clásicos ataques dirigidos contra
la figura de Spinoza (materialista, ateo, determinista), y en qué medida y bajo
qué precauciones tomarlas. Una vez más surge el deseo de una comparación con el
librito de Deleuze, donde se analiza la triple acusación: Spinoza materialista,
Spinoza inmoralista, Spinoza ateo; siempre en resonancia con el pensamiento nietzscheano
(4). A la historia de la recepción de la doctrina de Spinoza responde
específicamente el cuarto y último de los capítulos: “La recepción”. Se
considera el devenir del spinozismo a lo largo de su existencia hasta nuestros
días, pasando por el marxismo, el psicoanálisis, la literatura, hasta la aparición
de los nuevos estudios de la filosofía de Spinoza, entre los cuales debe
incluirse el de Moreau. Queda, de este modo, constatada la enorme pregnancia de
un pensamiento que pasa a ocupar un lugar importante en la reflexión del siglo
XX y que, ya bien sea para contestarlo o apoyarlo, siempre ha debido ser tomado
en consideración.
Me queda
solamente añadir que la calidad del libro se cifra no sólo en su enorme
capacidad de síntesis para ofrecernos condensado en un ciento de páginas el
devenir de todo un pensamiento filosófico, sino también en su valor como
práctica guía de lectura al delimitar claramente los temas. Nos dota de un
marco esquemático que nos permitirá movernos de entrada sin problemas por el universo
“Spinoza”. Por eso es tan adecuado tanto para quien quiera tener un primer
contacto con la figura de este controvertido pensador, como para quien ya esté
iniciado en su obra.
Notas
1. Moreau,
Pierre-François, Spinoza y el spinozismmo, Madrid, Escolar y Mayo, 2012,
pp.164-165: «El estudio científico de Spinoza [...], ha sido relanzado en los
años sesenta, en un breve espacio de tiempo, gracias a cuatro grandes obras:
las de Sylvain Zac, auténtico pionero (Spinoza et l’Ecriture Sainte; L’idée
de vie dans l’oeuvre de Spinoza), Gilles Deleuze (Spinoza et le problème
de l’expression, y un breve libro del que ha aparecido en 1981 una versión
aumentada con el título Spinoza: philosophie practique), Martial
Gueroult (los dos volúmenes de su gran trabajo inacabado […]) y Alexandre
Matheron (Individu et communauté chez Spinoza; Le Christ et le salut
des ignorants)».
2. Cfr. «Vida
de Spinoza» en Deleuze, Gilles, Spinoza: filosofía práctica. Barcelona,
Tusquets, 2009, pp.11-25.
3. Moreau,
Pierre-François, op.cit., pp.167-168.
4. Cfr. «Sobre
la diferencia entre la ética y una moral» en Deleuze, Gilles, op.cit.,
pp.27-40.
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