Emilio Garoz Bejarano
I. La doctrina de las
ideas en el De Intellectus Emendatione.
Las ideas como esencias objetivas
Según
Spinoza todo conocimiento parte de una idea verdadera que tenemos en la mente.
Para exponer la doctrina de Spinoza sobre las ideas vamos a seguir lo que sobre
ésta indica aquél en su Tratado de la Reforma del Entendimiento. Lo
primero con que nos encontramos en esta doctrina es lo que acabamos de decir, a
saber, que poseemos una idea verdadera a partir de la cual se originan el resto
de las ideas. Esta idea surge de manera innata en la mente a partir de lo que
Spinoza llama "fuerza natural", es decir, no es una idea que venga
propiciada por causas exteriores, lo que equivale a afirmar que es el propio
entendimiento quien la forma, sin ayuda de la experiencia. Ahora bien, esta
idea, aunque no esté formada por objetos exteriores al propio entendimiento
tiene un objeto, puesto que si no no podríamos calificarla de idea, y ese
objeto, lo ideado en la idea, tiene por fuerza que ser distinto de la idea
misma. Esta es la razón por la cual esa primera idea verdadera puede ser el principio
de una cadena de ideas ya que algo distinto de su objeto le da la posibilidad
de convertirse a su vez en objeto de otra idea, que a su vez será distinta de
su objeto, a saber, la primera idea, y así hasta el infinito. Posiblemente lo
más interesante de esta concepción de Spinoza sea la cuestión de que lo que
unifica a las ideas con sus objetos es la esencia objetiva. En efecto, si
podemos afirmar que una idea es idea de un objeto, siendo distinta de ese
objeto, es porque la idea conforma o contiene la esencia objetiva de ese objeto
o, más exactamente, la idea es la esencia objetiva del objeto. Consideramos
esta cuestión de importancia capital por lo siguiente: los modos están en el
entendimiento de Dios como ideas, con lo cual en el entendimiento de Dios se
contendrán las esencias objetivas de los modos. Ahora bien, el entendimiento de
Dios es infinito y eterno, por lo tanto, todo lo que contiene ese entendimiento
tiene a su vez que ser infinito y eterno. Como ese entendimiento contiene las
esencias objetivas de los modos, eso quiere decir que esas esencias objetivas
habrán de ser infinitas y eternas. Así, la eternidad de los modos salta desde
el plano ontológico, entendidos como esencias formales, al plano gnoseológico,
entendidos como esencias objetivas. El elemento creemos que fundamental de este
problema radica en la distinción que hace Spinoza entre una idea y su objeto
entendidos como esencia objetiva y esencia formal. En efecto, una idea será
esencia objetiva de un objeto, pero a su vez, en sí mismo, tendrá una esencia
formal, que será la idea considerada independientemente del objeto. De ahí se
sigue que para entender una idea en sí misma, o sea, como esencia formal, no es
necesario entenderla como esencia objetiva. Las ideas de los modos en el entendimiento
de Dios serán esencias formales en tanto que ideas, independientemente de los
modos de los cuales son ideas objetivas. Como tales ideas en el entendimiento
divino serán eternas y para entender esa eternidad no es necesario acudir a los
modos de los cuales son esencias objetivas, sino que las entenderemos en las
ideas de los modos como esencias formales. La eternidad de los modos, por lo
tanto, se constituye en el plano del conocimiento del entendimiento infinito y,
para llegar a conocerla, habrá que acceder al conocimiento de ese entendimiento
infinito en el cual se constituyen como ideas, es decir, al entendimiento de la
Substancia, independientemente de su existencia como modos en la duración, ya
que no debemos olvidar que las ideas son esencias objetivas de los modos, por
lo tanto su esencia formal, que es distinta de su esencia objetiva, consistirá
precisamente en ser esa esencia objetiva. Si a esto añadimos la consideración
de que la idea, en cuanto objetiva, se comporta igual que su objeto, en cuanto
real, nos encontramos con que la idea que tengamos del entendimiento divino, en
cuanto esencia objetiva de ese entendimiento, se comportará igual que ese
entendimiento, es decir, será eterna. Pero ese entendimiento se compone de
ideas de modos en cuanto esencias formales, por lo tanto la idea que tengamos
será la de esas esencias formales, que son esencias objetivas de los modos y de
esta forma nos presentan a los modos como eternos, con lo cual, al conocer el
entendimiento de Dios, seremos eternos y nos sabremos eternos.
Lo
que queremos decir es que la eternidad de los modos viene dada por sus ideas en
la mente de Dios entendidas como esencias formales. Creemos que es así como hay
que entender el siguiente pasaje de Spinoza.
“De
ahí resulta claramente que, para que se entienda la esencia de Pedro, no es
necesario entender la idea misma de Pedro y mucho menos la idea de la idea de
Pedro. Es lo mismo que, si yo dijera que, para que yo sepa algo, no me es
necesario saber que lo sé y, mucho menos, saber que sé que lo sé; por el mismo
motivo que, para entender la esencia del triángulo, no es necesario entender la
esencia del círculo. En estas ideas sucede más bien lo contrario. En efecto,
para que yo sepa que sé, debo saber primero”. (DIE, Párrafo 34)
Este será precisamente
el concepto de certeza para Spinoza, es decir, las esencias objetivas
entendidas como esencias formales, con lo cual creemos que no nos hemos
separado ni un ápice de su pensamiento original. A este respecto no podemos
estar de acuerdo con Vidal Peña, quien --en su obra El materialismo de
Spinoza-- afirma que en Spinoza la esencia objetiva sería la realidad misma
mientras que la esencia formal sería la idea. En primer lugar, creemos que los
textos de Spinoza del Tratado de la Reforma del Entendimiento
-concretamente aquellos donde dice nuestro autor que "la idea verdadera es
algo distinto de su objeto.... es decir, la idea, en cuanto es esencia
formal, puede ser objeto de otra esencia objetiva y, a su vez, esta segunda
esencia objetiva también será, en sí misma considerada, algo real", o
"Pedro, por ejemplo, es algo real, a su vez, la idea verdadera de Pedro es
la esencia objetiva de Pedro… dado, pues, que la idea de Pedro es algo real que
posee su esencia peculiar, también será algo inteligible, es decir, objeto de
otra idea, la cual idea tendrá en sí misma, objetivamente, todo lo que
la idea de Pedro tiene formalmente", o "la certeza no es nada
más que la misma esencia objetiva , es decir, que el modo como sentimos la
esencia formal es la certeza misma… porque certeza y esencia objetiva son lo
mismo", o "la idea, en cuanto objetiva, se comporta exactamente igual
que su objeto en cuanto real", o "la idea debe convenir exactamente
con su esencia formal", o el texto mismo de la Ética al que hace
referencia Vidal Peña al afirmar que la esencia formal es la idea y la esencia
objetiva es la realidad "sino que, por el contrario, la verdad y la
esencia formal de las cosas es de tal y cual manera porque de tal y cual manera
existen objetivamente en el entendimiento de Dios" [1] no dejan lugar a dudas
en lo referente a la cuestión de que para Spinoza la idea es la esencia
objetiva y el objeto es la esencia formal. En segundo lugar, las conclusiones
podrían venir desde dos vertientes. Por un lado, en el alma se identifican
esencia objetiva y esencia formal, es decir, el alma es esencia objetiva del
cuerpo y es esencia formal en tanto en cuanto es objeto de una idea en el entendimiento
de la Substancia. Esto nos abriría paso a una segunda consideración que
radicaría en saber qué es lo que entiende Vidal Peña cuando dice que la esencia
objetiva es la realidad misma. Creemos que en Spinoza, como en todos los
racionalistas, la realidad sólo es tal en cuanto que pensada, es decir, el
objeto sólo es objeto en tanto que objeto de conocimiento. De este modo, el
afirmar que el objeto es esencia formal no se contradiría con la concepción
escolástica de lo objetivo y lo formal, pues el objeto sería esencia formal en
tanto en cuanto es objeto de una idea en el alma. Esto no explica,
naturalmente, que Vidal Peña lo considere como esencia objetiva, ni que sea la
realidad misma, pero al menos nos da una idea de por donde se puede encauzar el,
para nosotros, error de Vidal Peña.
De hecho, la
consideración de lo objetivo y lo formal procede en Spinoza --como otras muchas
cosas-- de Descartes. En las Primeras Objeciones a las Meditaciones
Metafísicas, prácticamente empezando el texto, Descartes afirma que una
idea es "la cosa misma pensada en tanto que está objetivamente en el
entendimiento". Esta definición es la misma que hemos visto que recoge
Spinoza y la misma que nosotros interpretamos. En efecto, para Descartes, lo
mismo, repetimos, que para Spinoza, la idea es la esencia objetiva de la cosa,
es aquello de la cosa que objetivamente se encuentra en el entendimiento, con
lo cual la cosa misma no podría ser esencia objetiva. ¿Es posible otra
consideración de la cosa que no sea en cuanto pensada? Para Descartes y para
Spinoza creemos que no pero esto no es óbice para dejar de considerar a la idea
como esencia objetiva de la cosa. ¿Qué ocurre con la esencia formal? Creemos
que es aquí donde está el problema de Descartes y lo que quizá quiera dar a
entender Vidal Peña al referirse a Spinoza. Pues Descartes dice, en este mismo
texto, que estar algo objetivamente en el entendimiento es que "el acto
del entendimiento cumple la forma de un objeto", con lo cual podría
considerarse que el entendimiento es esencia formal del objeto. Ahora bien,
creemos, por un lado, que Descartes ya ha dejado dicho que la idea es esencia
objetiva, y, por otro, cuando Descartes dice que "el acto del
entendimiento cumple la forma de un objeto" se está refiriendo a que el
entendimiento se adecua a una forma que intrínsecamente es del objeto, y no del
entendimiento. Con lo cual la esencia formal, la forma, estaría en el objeto y
no en el entendimiento que representaría objetivamente la forma de ese objeto.
Además, esto nos hace pensar que para Descartes en el entendimiento
coincidirían esencia objetiva y esencia formal, siendo la idea la esencia
objetiva que representa una esencia formal, idea que creemos que también
mantiene Spinoza, puesto que para él la verdad no sería otra cosa que la
adecuación del entendimiento con la cosa, es decir, la conjunción en el
entendimiento de una esencia objetiva, la idea, y una esencia formal, el
objeto.
Cuaderno de
materiales, Madrid, 2008, pp. 403-421. PDF
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