Cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía,
la respuesta debe ser agresiva ya que la pregunta se tiene por irónica y
mordaz. La filosofía no sirve ni al Estado ni a la Iglesia, que tienen otras
preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido. La filosofía sirve […]
para detestar la estupidez, hace de la estupidez una cosa vergonzosa. Sólo
tiene este uso: denunciar la bajeza del pensamiento bajo todas sus formas. ¿Existe
alguna disciplina, fuera de la filosofía, que se proponga la crítica de todas
las mixtificaciones, sea cual sea su origen y su fin? Denunciar todas las
ficciones sin las que las fuerzas reactivas no podrían prevalecer. Denunciar en
la mixtificación esta mezcla de bajeza y estupidez que forma también la
asombrosa complicidad de las víctimas y de los autores. En fin, hacer del
pensamiento algo agresivo, activo y afirmativo. Hacer hombres libres, es decir,
hombres que no confundan los fines de la cultura con el provecho del Estado, la
moral o la religión. Combatir el resentimiento, la mala conciencia y sus falsos
prestigios. ¿Quién, a excepción de la filosofía, se interesa por todo esto? La
filosofía como crítica nos dice lo más positivo de sí misma: empresa de
desmixtificación.
Gilles Deleuze, Nietzsche
y la filosofía, Anagrama, Barcelona, 2000, pp. 149-150.
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