Diego Tatián
¿De qué habla
la Ética? ¿Cuál es la revolución que trae la filosofía contenida en este
libro respecto de toda la tradición filosófica y teológica?
Lo primero y
tal vez lo más escandaloso es que se desmonta, se deconstruye absolutamente, el
viejo Dios de la tradición, el Dios judeo-cristiano: un Dios-persona, sujeto de
una voluntad y de un entendimiento, que puede ser definido como Inteligencia
Infinita, Bondad, Amor; que es omnisciente, omnipotente, juez que castiga y
premia y, sobre todo, en esta tradición, un Dios que crea al mundo a partir de
la nada.
Esta idea del
Dios creador habría sido completamente incomprensible para la mentalidad griega.
Porque los griegos eran filósofos por antonomasia, y no se puede entender
filosóficamente que de la nada salga algo, así como tampoco se puede entender
filosóficamente
que algo pase a no ser nada. Este es el perímetro trazado por Parménides, la
demarcación entre lo que es pensable y aquello que no lo es. Por eso lo que vemos,
la vida y la muerte, el devenir constante, son --según esta tradición
parmenídea-- ilusiones, lo que no puede ser pensado, lo que únicamente se
obtiene por los sentidos --un mundo falso. Y la filosofía, para ser filosofía,
tiene que suspender lo que los sentidos proveen. Porque pensar significa saber
que el ser es y que el no ser no es. Este es el núcleo duro de la tradición
parmenídea, eleática, platónica (el núcleo más original del pensamiento
griego). La posibilidad de que el mundo sea creado a partir de la nada es un
escándalo filosófico.
A la pregunta
si la Ética podía rescribirse sin usar la palabra “Dios”, teniendo en
cuenta la fórmula Deus sive natura podríamos perfectamente contestar que
sí, que se podría reescribir la Ética utilizando solamente la palabra
“naturaleza”. Lo cual nos lleva a preguntar por qué Spinoza persiste en usar
una palabra tan connotada, tan cargada como la palabra “Dios”. Lo primero que
viene a la mente es: por cautela. Habla de Dios para mostrar que no hay Dios
–no hay Dios
en el sentido del Dios judeo-cristiano. ¿Y cómo sería otro Dios? Porque los
dioses paganos también son completamente antropomórficos. Y lo que hace Spinoza
es, justamente, desmontar, punto por punto, todo antropomorfismo, toda
adjudicación a Dios de propiedades humanas (esa inclinación tan humana, según Feuerbach,
de crear a Dios como superlativa imagen y semejanza de sí mismos). Maimónides
hace teología negativa: no se puede decir nada positivamente de Dios; porque es
un Dios que es vida, pero que no vive, que es existente, pero que no existe. Es
decir, tachar, siempre tachar. En el caso de Maimónides, Dios es trascendencia absoluta.
Ni siquiera se lo puede imaginar; sólo se lo puede pensar como lo otro absoluto
de esto. En Spinoza no hay trascendencia de ningún tipo. No hay una teología
negativa, sino que hay afirmación pura de Dios como inmanencia estricta. En el
caso de la teoría cabalística del zim zum, no hay inmanencia sino
retiro, diferencia, ausencia absoluta, vacío y nada.
Si “Dios” es
igual a “naturaleza”, ¿qué hemos cambiado? Hemos cambiado mucho respecto de la
tradición judeo-cristiana-cartesiana. La tradición judeo-cristiana implica una
desdivinización de la naturaleza. La naturaleza, el mundo, son profanos. Y hay
un Dios que está fuera del mundo, que es lo único divino y lo único sagrado. La
naturaleza y Dios son dos cosas completamente distintas. Spinoza va a decir que
no hay una trascendencia de Dios, que no hay nada fuera de esto que llamamos
naturaleza, y que esta naturaleza es divina, es Dios mismo (en Spinoza no tiene
sentido la distinción entre sagrado y profano). ¿Qué cambia con esto? ¿Cuál es
la diferencia entre una naturaleza divina y otra que no lo es?