0. La unidad
de pensamiento y vida
Hombres como
Spinoza estimulan la mistificación y la fábula. Su biografía está entretejida
con retazos de leyenda, imaginación y datos reales. De tal suerte que su vida
casi ha terminado por ser la novela de un personaje filosófico. Según Paul
Wienpahl todo el pensamiento de Spinoza se centra alrededor de la noción de
unidad y su vida fue una vida de reconciliación o aunamiento. Aunque son
escasas las declaraciones escritas por él sobre su propia vida, en las primeras
cuatro páginas del breve e inconcluso ensayo sobre el entendimiento hay páginas
que son autobiográficas, las únicas en la obra entera de Spinoza, y al final
expresan la unidad de pensamiento y vida (1).
En Spinoza
vida y pensamiento se unifican en la búsqueda de una experiencia intelectual y
afectiva de Dios; la comprensión de Dios tiene como base la experiencia de la
unidad. Sin embargo, dicha experiencia amenaza con derrumbarlo todo, pues se
trata de una unidad sin identidad, esto es, una unidad que socava al sujeto. Cuando
Spinoza dice que una cosa es sus propiedades está diciendo que no hay
sustancias, solamente conjunto de propiedades. Más que crear nuevos conceptos,
Spinoza, junto con Nietzsche y Pessoa, es uno de los artífices de una nueva mentalidad
moderna.
Spinoza nos
está invitando a experimentar una nueva narrativa: la de la metamorfosis y de
la transformación constante. Nos muestra que en realidad la identidad forma
parte de un proceso, en el que en la mayoría de casos resulta más apropiado
perder la identidad, o identificarse con alguien o con algo, como en el amor,
la fiesta o el viaje: hacerse uno con el otro, devenir paisaje. Al igual que
más tarde lo hará Nietzsche, Spinoza disuelve la distinción entre realidad y
apariencias. Con su intuición de la unidad del ser, se alejó por completo del
aristotelismo que era piedra angular de Occidente. La lección es que no hay
sujeto por un lado y predicados por otro: amar y conocer son modos de ser del ente.
Amar es simplemente una acción donde la cosa puede convertirse o puede ser vista
en sí misma como una acción (2). El sujeto es deconstruido desde el interior de
la sustancia activa del ser; como ha dicho Deleuze: la individuación precede
por derecho a la forma y a la materia, a la especie y a las partes, no implica
al sujeto. La individuación ya está supuesta en las formas, las materias y las
partes extensivas (3). Según Deleuze, Spinoza radicaliza la univocidad del ser
emprendida por Duns Escoto. Es con Spinoza cómo el ser unívoco se convierte en
ser expresivo.
Mientras que
en el cristianismo el hombre libra un combate espiritual con el mal, y por
consecuencia con el cuerpo y sus placeres y padecimientos, en Spinoza el cuerpo
es repensado como modelo de una nueva filosofía (4). Mientras que en Descartes
y el cartesianismo el cuerpo queda subordinado al pensamiento, reducido a una
máquina regida por las leyes generales de la mecánica, en Spinoza cuerpo y
pensamiento son atributos de una misma sustancia: Dios. Cristianismo y
cartesianismo son dos visiones importantes para entender la aportación de
Spinoza sobre el cuerpo. Él introduce el problema del cuerpo en la filosofía moderna.
Su pensamiento parte de la idea de Dios, como sustancia y realidad única, lo
cual lo conduce a considerar que cuerpo y pensamiento son dos partes de una
misma divinidad. El cuerpo es una afección o modo del atributo de la sustancia divina.
Alma y cuerpo son como dos ramas distintas procedentes de un mismo tronco, dos
expresiones distintas de una misma realidad. El valor del cuerpo reside en ser
la manifestación de una esencia divina: la extensión; pero a diferencia de
Descartes se trata de una extensión intensiva y sujeta a pasiones y afectos. La
filosofía de Spinoza es una filosofía de la inmanencia que contribuye a la
práctica de la vida. Un saber vivir que busca que hagamos libremente lo
mejor: afirmar nuestro ser en el mundo. Su política es la realización de este
ideario dentro de un régimen democrático. En todo caso Spinoza nunca fue
cartesiano, el cartesianismo sólo le dio un lenguaje común. Su rechazo al
cartesianismo y al cristianismo alcanza en su Ética una profundidad y
coherencia insospechadas; bajo el rigor lógico, tal obra esconde dinamita pura.
Pero vayamos
por partes, lo mejor será que sigamos la estructura de la obra, pues como el
título lo indica se trata de una Ética demostrada según el orden geométrico (5). La Ética se complementa,
de forma recíproca, con el Tratado teológico-político (6).
Esquivel Marín,
Sigifredo. “Spinoza, artista de los afectos”, en Pensar desde el cuerpo. Tres filósofos artistas: Spinoza, Nietzche y
Pessoa, Conaculta-CECUT, Tijuana, 2006, pp. 15-58.
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