Michael Hardt
HARDT, Michael. «La práctica spinoziana. Afirmación y alegría», en Gilles Deleuze. Un aprendizaje filosófico, trad. Alcira Bixio,
Paidós, Buenos Aires, 2005, pp. 125-211.
[125] Al abordar la lectura
de Spinoza que propone Deleuze, se advierte inmediatamente que tiene una
cualidad que difiere del tratamiento dado a otros filósofos. La actitud ante
Spinoza revela cierta modestia, cierta cautela, que no encontramos en otra
parte. Por supuesto, deberíamos tener presente que Deleuze presentó El expresionismo en la
filosofía: Spinoza como la seccion histórica de su tesis doctoral,
pero este dato sólo puede ofrecernos una explicación parcial del cambio de
tono. Como vimos, a menudo Deleuze presenta sus investigaciones sobre la
historia de la filosofía de manera extremadamente sencilla, como la elaboración de una única idea: la positividad ontológica, en el caso de
Bergson; la afirmación ética en el de Nietzsche. Estos estudios adquieren la forma de una piedra
preciosa netamente tallada. Postulan la idea esencial a partir de la cual se
desarrolla toda una doctrina filosófica. En comparación, la obra de Deleuze sobre
Spinoza es muy confusa; desbordan en ella las impresiones no desarrolladas y
los problemas irresueltos. Precisamente por esta razón es una obra más abierta y
al mismo tiempo menos accesible al público en general. El expresionismo en la filosofía: Spinoza tiene el aspec- [126] -to de un conjunto de notas de trabajo que no presentan una interpretación
acabada sino que, antes bien, proponen una serie de estrategias interpretativas
en proceso de desarrollo. Por consiguiente, los pasajes teóricos que indagaremos
aquí son necesariamente complejos y con frecuencia elípticos:
Spinoza fue el autor en el
cual trabajé más seriamente de acuerdo con las normas de la historia de la
filosofía, pero fue Spinoza, más que ningún otro, quien me dio la sensación,
cada vez que lo leía, de tener a mis espaldas una ráfaga de viento que me
empujaba, la sensación de que él me hacia montar sobre el palo de escoba de una
bruja. Aún no hemos comenzado a entender a Spinoza y yo no he avanzado en esto
más que los demás. (Dialogues, 15)
Spinoza continúa siendo un enigma.
Nuestra tarea es discernir de qué modo contribuye la lectura de Spinoza al desarrollo y la evolución del proyecto de Deleuze. Retornemos a nuestros principios metodológicos iniciales. Presentamos al comienzo como una hipótesis, que luego confirmamos en nuestros dos primeros capítulos, que en el pensamiento temprano de Deleuze hay una evolución. Sus monografías históricas abordan la obra de los filósofos individuales de acuerdo con las demandas de su propio proyecto intelectual. Con Bergson, Deleuze desarrolla una ontología. Con Nietzsche, pone en movimiento esa ontología para constituir una ética. Con Spinoza, daremos un paso más en esta evolución hacia la política, construyendo un ala nueva sobre la estructura de una ontología bergsoniana y una ética nietzscheana. Un aspecto particular e importante de la evolución de Deleuze es que en ella no hay intercambios de [127] una perspectiva teórica u otra, sino que se trata más bien de un proceso de acumulación y constitución. Dicho de otro modo, cada paso, cada nuevo terreno de investigación constituye una construcción que nunca niega ni abandona a su predecesora, sino que se limita a reproponer sus términos. Deleuze lleva consigo su caudal anterior. La ética nietzscheana es la ontología bergsoniana transportada al campo del valor; la política spinoziana es la ontología bergsoniana y la ética nietzscheana transportadas al campo de la práctica. La ontología es inherente a la ética, que a su vez es inherente a la política. La política de Spinoza es una política ontológica por cuanto, a través de un fructífero análisis del poder y de una elaboración conceptual de la práctica, muestra que los principios que animan al ser son los mismos principios que animan una ética y una constitución práctica de la organización política.
Con todo, en el estudio de Spinoza Deleuze no pasa inmediatamente de sus
estudios previos al estadio siguiente, sino que retrocede algunos pasos para
poder preparar el salto hacia delante. En efecto, en la lectura de Spinoza
podemos encontrar un resumen de toda la evolucion de Deleuze. En la primera
mitad de su estudio, correspondiente, a grandes rasgos, a su lectura de los dos
primeros libros de la Ética,
hallamos una reelaboración del terreno que ya había tratado en su estudio de Bergson (la plenitud
del ser, la positividad de la diferencia, el problema de la emanación, etcétera); en la segunda mitad
del estudio, que examina los libros finales de la Ética, podemos
advertir una reelaboración y una extensión del terreno nietzscheano (la afirmación del ser, la ética del poder y la actividad,
etcétera). Bergson y Nietzsche insuflan nueva vida a Spinoza y representan a
sus principales predecesores: en la historia invertida de la filosofía de
Deleuze, Spinoza parece poder mirar hacia atrás y ver que no está solo en la cima de la
montaña.