Francisco José Martínez
Ezquerra, Jesús, Un claro laberinto. Lectura de Spinoza, Prensas Universidad de
Zaragoza, Zaragoza, 2014, 198 p.
El profesor Jesús
Ezquerra, de la Universidad de Zaragoza, nos presenta un bello libro en el que
nos muestra una visión muy sugerente del pensamiento de Spinoza enmarcado en
una reflexión filosófica y literaria muy amplia.
A partir de una
reflexión inicial sobre la noción de laberinto y de sus diferentes modelos,
Ezquerra pasa a presentar las principales aportaciones spinozianas, empezando
por su noción de Dios que nuestro autor entiende como nada (una nada que no
envuelve contradicción y que entronca con la tradición neoplatónica
plotiniana). Pero frente a la trascendencia emanatista de la nada plotiniana,
el dios spinozista, la substancia, es pura inmanencia, no se encuentra más allá
del ser sino que es el ser. Presentado el fundamento de lo que es, la
substancia o Dios como causa inmanente, se pasa a lo que es, los individuos,
que no son substancias sino modos. Los individuos además son partes de una
serie de todos que los incluyen y a su vez son todos de sus propias partes.
Todo individuo es compuesto, es un todo en un sentido y una parte en otro. Todo
individuo es una “unidad estructural”, es decir, “un plexo estable de
relaciones”, un conjunto de relaciones que estructuran sus partes. Precisamente
la esencia o conatus de los
individuos es el esfuerzo por perseverar en su ser, es decir, por mantener la
proporción entre sus partes dentro de los límites que lo definen como
individuo. Cuando el cambio desequilibra la proporción determinada de
movimiento/reposo que lo define, entonces el individuo concreto perece, y
surgen nuevos individuos.
A continuación, es
examinado el método geométrico de Spinoza desde la perspectiva de su
articulación con la ontología. Esta articulación implica la identificación de
las causas y las razones, lo que supone que se da una concatenación causal de
las ideas que expresa el orden causal que se establece entre las cosas. La
identidad entre causa emanativa y causa activa es lo que justifica la
identificación entre la ratio lógica
como causa interna y la causa física, como causa externa. Para Spinoza, según
el autor, la geometría es el ethos
mismo de lo real, su forma de ser, y por ello, su ética describe el ethosde lo real, entendido lo real como
un laberinto, como un “claro laberinto”, por geométrico.
El análisis de las
pasiones que Spinoza desarrolla es una apuesta por la alegría y la felicidad,
basadas en la quietud del ánimo derivada de la recta comprensión de las cosas
que nos suceden. Esta alegría sería para Ezquerra apática en el sentido de que
va más allá de las pasiones, es “la autoconciencia de Dios en nosotros”. Por
fin, nuestro autor nos presenta la política de Spinoza, entendida como el poder
de la multitud y analizada de una forma completamente naturalista, ya que se
entiende al hombre como una parte de la naturaleza más y no como “un imperio
dentro de otro imperio”, como suele considerarse habitualmente separando al
hombre de la naturaleza. La naturalización de la política hace que Spinoza,
frente a Hobbes, no entienda la sociedad en ruptura con el estado de naturaleza
sino más bien como en continuidad con él, de tal manera que los individuos al
entrar en sociedad no renuncian a su derecho natural. La ley, en tanto que
derecho de la sociedad, supera por combinación, y a la vez conserva, el derecho
natural de los individuos en su nueva faceta de ciudadanos. La diferencia
esencial entre Hobbes y Spinoza es que el primero diseña una política para
hombres impotentes, que han cedido su derecho al soberano al entrar en la
sociedad de forma total e irreversible, mientras que Spinoza piensa una
política para hombres fuertes, que combinan sus potencias respectivas pero que
no las ceden nunca. En consecuencia, el iussupone las relaciones entre los
individuos en el seno del Estado, como una serie de relaciones horizontales
entre individuos, mientras que la lex
consistiría en una relación vertical entre el Estado y cada uno de los
individuos. Si lo primero apunta a la relación entre las diversas partes que
forman un todo, el Estado; lo segundo expresaría la relación entre dicho todo,
el Estado, y cada de sus partes, los individuos. Ezquerra retoma la diferencia
establecida por Negri entra potentia
y potestas, es decir entre la
potencia de los individuos por una parte y el poder coagulado del Estado contra
dichos individuos, por otra parte –a través de las bellas nociones de Santayana
de potestades y dominaciones–. Las potestades son poderes que funcionan como
condiciones de posibilidad de las cosas y, sin las cuales, dichas cosas serían
inconcebibles; las dominaciones, en cambio, ejercen sobre las cosas un poder
hostil, ajeno y externo a las mismas. La liberación política consistiría, según
esto, en la disolución del poder en la potentia,
o de las dominaciones en potestades. Para Ezquerra, Spinoza apuesta por una
democracia radical, ya que para él, el poder no se cede sino que se comparte.
El libro se completa con
un Resumen de la Ética que resulta
muy útil para una lectura rápida de la obra; y proporciona un esquema de dos
posible éticas de Spinoza: una, la escrita realmente, que a partir de Dios
analiza la mente, los afectos y la libertad; la otra ética posible estudiaría,
también partiendo de Dios, los cuerpos, las afecciones y la necesidad. Si la
primera está estructurada como la concatenación de una ontología que coincide
con una teología, una psicología racional o filosofía del alma, una ética o
geometría de los afectos y una eudemonología o soteriología, la segunda estaría
formada por una ontología o teología, una física racional o filosofía de la
naturaleza, una geometría de las afecciones corporales y una posible
terapéutica.
El libro está muy
documentado y muy bien escrito, lo que hace muy amena su lectura, mientras que
sus alusiones continuas muestran la gran erudición y cultura literaria,
artística y cinematográfica del autor.
Anales
del Seminario de Historia de la Filosofía, vol. 32, núm. 1, Boletín
de bibliografía spinozista, núm. 16, Universidad Complutense de Madrid,
Madrid, 2015, pp. 293-294.
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