Hasana Sharp
Traducción de Alfredo Lucero
Montaño
Spinoza guardaba silencio
sobre el tema de las mujeres [1]. Cuando no callaba, las feministas desearían
que lo hubiera estado. Sin embargo, a pesar de los comentarios nocivos de
Spinoza sobre las mujeres, por ejemplo, en su Tratado político, varias teóricas feministas han encontrado
recursos e inspiración en su filosofía. ¿Qué explica esta inverosímil compañía
entre Spinoza y el feminismo? ¿Por qué, a pesar de la posición anti-feminista
de Spinoza sobre la cuestión de la igualdad sexual, a algunas feministas les
resulta útil (incluso empoderador) pensar con él?
Un par de comentarios
preliminares: Primero, me encanta la historia de la filosofía. Me resulta
profundamente placentero leer libros antiguos. No creo que nadie necesite más
razones para hacer su trabajo. Si las ideas extrañas de otra época ofrecen
ideas y formas alternativas de ver el mundo y sus problemas, deberíamos
utilizarlas. Algunos sostienen que los pensadores heterodoxos que no aprobarían
las ideas dominantes de nuestro tiempo son especialmente útiles para aquellos
que buscan desafiar los valores actuales, los argumentos o las formas de
pensamiento. Por esta razón, comprometerse con un pensador como Spinoza, como afirma Genevieve Lloyd, es
emocionante. Pero no quiero sobrevalorar su herejía tan difundida. Seguramente,
las feministas también ganan inmensamente estudiando a filósofos, como Kant, a
quien debemos nuestras ortodoxias más queridas.
En segundo lugar, aunque
Spinoza no era feminista, o proto-feminista, no debemos descartar su antipatía
hacia la igualdad de las mujeres como un mero reflejo de su época. En ciertos
aspectos, dos de sus contemporáneos más ilustres, Descartes y Hobbes, eran
proto-feministas. No necesitamos disculpar ni explicar los puntos de vista de
Spinoza sobre las mujeres para encontrar inspiración en su filosofía para el
feminismo actual. Las pensadoras feministas --y esto es para nuestro crédito y no
el suyo-- han hecho de su filosofía algo que él no pudo anticipar ni defender.
¿Pero por qué? ¿Y qué han hecho de ello? Esto es lo que trataré de explicar.
Estoy trabajando en un ensayo más largo que describe las características
prometedoras que las teóricas feministas identifican en la filosofía de
Spinoza. Para este post, me centraré en dos aspectos que mejor muestran mi
propio trabajo: el (1) anti-individualismo de Spinoza y su (2) anti-dualismo. Bienvenidos
los comentarios y reflexiones de los lectores.
Anti-individualismo
A pesar de la diversidad
del feminismo, podría ser justo afirmar que el pensamiento feminista
generalmente depende de un tipo de análisis estructural. La teoría y la
práctica feministas en los años sesenta y setenta, por ejemplo, se describieron
como un esfuerzo por replantear la experiencia idiosincrática de los individuos
en términos de las condiciones estructurales que dieron origen a esa
experiencia. En el nivel de la práctica, esto implicaba una técnica de “aumento
de la conciencia”. Las mujeres se reunían en grupos y describían sus
sentimientos y experiencias en detalle. En estos grupos, las mujeres
encontraron que perfectas desconocidas tenían descripciones similares de sus
luchas: sentimientos de inferioridad; descontento con una vida de domesticidad;
exposición regular a la amenaza de violencia sexual; y encontrando imposible
satisfacer las demandas conflictivas de la feminidad, demandas que variaban
según la clase y la raza. Como lo expresó Catherine MacKinnon, "lo que
pudo haber comenzado como una suposición de trabajo se convierte en un
descubrimiento práctico: las mujeres son un grupo". La concientización
pretende revelar que lo que se siente como defectos personales puede explicarse
por patrones y estructuras más grandes. Lo que aparece como una anomalía --"¿qué
me pasa?"--, se entiende mejor como el producto de un patrón, un sistema troquelado.
Por lo tanto, el feminismo considera a las mujeres como un grupo no en virtud
de características innatas comunes a todas las mujeres, sino más bien en virtud
de una historia compartida de relaciones, y la experiencia de navegar por la
vida social dentro de redes de significado suficientemente similares. La
historia de la teoría y la política feminista supone una importante discusión
sobre la generalidad de los patrones que se han identificado y el grado en que
varían para las mujeres en diferentes momentos y lugares, con relaciones diversas
con otras formas de estratificación social. Del mismo modo, las feministas no
están de acuerdo sobre las respuestas políticas apropiadas a los patrones de
dominación basados en el sexo y el género, en parte porque la respuesta debería
variar según la forma en que se intersectan con aquellos basados en la raza, la
clase, la capacidad, la sexualidad, etc. Sin embargo, si se pudiera identificar
una premisa teórico-metodológica común del feminismo, residiría en su
comprensión de la experiencia individual de género en términos de redes de
significado más amplias, así como de estructuras institucionales, culturales y
políticas.
La filosofía de Spinoza
podría entenderse como una forma única y completa de análisis estructural. Su
visión de la realidad es tal que estamos conectados por una red de relaciones
causales gobernadas por leyes naturales de las que no podemos escapar. Lo que
parece ser una propiedad de mi experiencia personal sólo puede explicarse por
las leyes impersonales y mi historia particular de determinaciones. Como será
familiar para muchos, Spinoza sostiene que toda la realidad se expresa mediante
una sola sustancia, llamada Dios o Naturaleza. Aunque los seres nos aparecen
como sustancias individuales, en realidad son modos, o determinaciones finitas,
de una sustancia infinita. Hay un poder (o atributo) infinito y extenso con
infinitas “expresiones” o modificaciones finitas: pulpo, libro, brizna, bebé,
sensación de luz, aceleración del latido cardíaco, impulso eléctrico. Los
pensamientos, al igual que los cuerpos, pueden parecer numéricamente
individuales, pero para Spinoza, son expresiones diversas de un solo poder
natural, cuya "existencia y acción" depende de aquellos de los muchos
otros pensamientos a los que están conectados invariablemente. En resumen,
todas las ideas, como todos los cuerpos, están involucradas en una comunidad de
causa y efecto. Las cosas naturales (modos finitos) no pueden explicarse
aisladamente. Puede ser obvio que la "existencia y acción" de un
cuerpo orgánico sólo puede explicarse por su relación con otros cuerpos.
Respiro en virtud de los poderes singulares de mi cuerpo, pero también debido a
mi inmersión en un complejo ciclo de carbono que afecta a innumerables formas
de vida en la biosfera. Los poderes de mi cuerpo, por supuesto, se deben en
parte a los de mis padres biológicos, a mis muchos cuidadores y al sistema
social de cooperación en el que nací. Una explicación exhaustiva de cómo
persiste un solo cuerpo humano sería claramente una tarea interminable. Las
ideas también son interdependientes y ricas en conexiones y determinaciones.
Aun si es imposible conocer
el orden completo y la conexión de las causas que explican un solo fenómeno, la
perspectiva anti-aislacionista de Spinoza libera nuestra percepción. Spinoza
afirma que dejar de explicar las cosas, especialmente las acciones humanas, por
un tipo de espontaneidad original propia de los individuos "contribuye a
la vida social, en cuanto que enseña a no odiar a nadie, ni despreciar, ni
burlarse, ni irritarse, ni envidiar a nadie" (Ética IIp49s). Esto comparte algo con el argumento feminista y anti-colonial
de que la comprensión de la experiencia individual como parte de un patrón
causal libera a los oprimidos del odio y el auto-castigo. Además de liberar la energía
destructiva, las nuevas explicaciones revelan nuevos lugares de intervención y
nuevas prácticas de resistencia transformadora.
Según Étienne Balibar, la
"originalidad de Spinoza aparece desde el principio en el hecho de que
para él 'la masa' es el principal objeto de investigación, reflexión y análisis
histórico". Si las mentes y los cuerpos existen y actúan dentro y en
virtud de la “masa” de la que forman parte, cada uno de nosotros conoce y
siente en virtud de, y no a pesar de, esa masa. Es importante destacar que,
para Balibar, esto no es un holismo, sino una visión de diversas masas con
poderes y leyes distintivas ("complexiones"). Ni la perspectiva
individualista ni holista de Spinoza --podría decirse-- son coherentes con la
visión feminista y que no está ampliamente enfatizada en la historia de la
filosofía occidental. Una de las implicaciones es que, si queremos luchar
contra la dominación, no podemos cambiar nosotros, independientemente, sin
cambiar el carácter de la masa a la que pertenecemos. Necesitamos actuar sobre
lo que actúa sobre nosotros, para sentir y vivir de manera diferente.
Anti-dualismo
La característica de la
filosofía de Spinoza que sin duda ha recibido la mayor atención de las
feministas es su rechazo del dualismo. Mientras que el cartesianismo ha sido
considerado cuestionable por aquellas feministas que buscan valorizar el cuerpo
como un sitio de conocimiento y actividad, el spinozismo permite a las
feministas conceptualizar los cuerpos como inseparables de las mentes, afirmar
la razón como "una emoción activa" y entender la cultura no como una
imposición sobre la naturaleza inerte, sino como algo que la naturaleza produce.
Spinoza, por supuesto,
sostiene que la mente es la idea de su cuerpo (EIIp13). La mente y el cuerpo
son una y la misma cosa, una forma cierta y determinada de cómo existe la
naturaleza. Sin entrar en los detalles de su compleja teoría de la mente y el
cuerpo, podemos observar al menos dos consecuencias importantes de esta visión.
Primero, en contraste con Descartes, la mente y el cuerpo son activos y, por lo
tanto, libres, precisamente en la misma medida. La libertad no es el gobierno de
la mente sobre su cuerpo. Como sostiene Genevieve Lloyd, en un orden simbólico
que asocia la feminidad con la corporalidad y la masculinidad con el
pensamiento, el modelo de libertad como subordinación del cuerpo a la mente
refuerza una visión de las mujeres como incapaces de auto-determinación. Las
mujeres son criaturas de la pasión cuya necesidad corporal las define
supuestamente en mayor medida que los hombres. Muchas feministas rechazan una
visión que identifica la libertad con la mente y la servidumbre con el cuerpo.
Segundo, en contraste
con un dualismo según el cual las leyes de causa y efecto gobiernan el reino de
la materia pero no el reino del pensamiento, la mente y el cuerpo de un
individuo están igual --e idénticamente-- constituidos por sus relaciones. La
mente, no menos que el cuerpo, debe entenderse como una "relación",
como algo que sólo conocemos en y a través de nuestros encuentros con otros.
Aunque la mente spinozista nunca está libre de determinación externa, tampoco
está sola. No hay posibilidad de solipsismo en Spinoza. Si somos libres, somos
libres unidos. Somos libres en virtud de la capacidad de nuestro cuerpo-mente
para combinar y producir efectos potenciadores con y para otros. Si somos
serviles, no se debe a defectos exclusivos de nuestro cuerpo-mente. Más bien,
estamos desempoderados debido a una constelación paralizante
de relaciones dentro de las cuales vivimos, sentimos, actuamos y pensamos.
Debido a que es altamente variable y responde a su contexto, el poder de cada cuerpo-mente
no es idéntico en el tiempo. El cuerpo es “productivo y creativo”, limitado por
otros, pero también conectado con ellos.
Las feministas que más
han llamado la atención sobre Spinoza trabajan en la tradición del feminismo de
la "diferencia sexual". Esta tradición del feminismo no defiende la
igualdad mental o moral de las mujeres con los hombres. El feminismo
igualitario se basa en la tradición liberal, según la cual no hay diferencias
moralmente relevantes entre hombres y mujeres. Somos iguales con respecto a
nuestra humanidad, que normalmente se basa en una capacidad universal para
razonar o ejercer la autonomía moral. Reconocemos la resonancia cartesiana y
kantiana de este tipo de argumento, que ha tenido sus defensoras feministas a
lo largo de la historia. Sin embargo, la tradición del feminismo de la
diferencia sexual no se basa en el hecho ni en la conveniencia de la igualdad
humana. Estas pensadoras abogan por una teoría feminista que aprecie y revele
en lugar de sustraer las diferencias. Produce una ética y una política que
resalta, explora, cuestiona y cultiva las diferencias. Por lo tanto, en lugar
de basar nuestra ética en una propiedad compartida universalmente en virtud de
la cual a cada uno se le debe el mismo respeto, la ética de la diferencia
sexual busca una apertura y capacidad de respuesta ante la forma en que somos
irreductibles entre nosotros. Fundamentalmente, rechaza la idea de que somos
reducibles como seres éticos. Busca una ética y una política que resista la
asimilación de cada individuo a una sola identidad o valor (por ejemplo, la
personalidad).
El feminismo de la diferencia sexual a menudo se
malinterpreta para afirmar una diferencia esencial entre mujeres y hombres,
para afirmar la importancia de reconocer un eje de diferencia: la diferencia
sexual (anatómica) entre hombres y mujeres. Aunque no puedo hablar de la
tradición como un todo, las feministas de la diferencia sexual que recurren a
Spinoza se sienten atraídas precisamente por la idea de que las diferencias son
particulares y cambiantes. Las diferencias entre cuerpos y grupos emergen a
través de procesos históricos, en respuesta a relaciones e instituciones
específicas, y se someten a una transformación constante, de modo que son, en
palabras de [Moira] Gatens, "nunca decididas a priori, pero reconocidas en el despliegue de acciones comunes (o
conflictivas) de grupos o cuerpos”. Lloyd observa con reconocimiento que, para
Spinoza, no es el caso de que el cuerpo sea sexado mientras que la mente es
neutral. Más bien, la diferencia sexual "alcanza" la mente. Si los
poderes y los efectos de un cuerpo se configuran en un contexto que diferencia
oportunidades y prácticas basadas en el sexo asignado, la mente también estará
facultada o limitada de la misma manera. Mentes diversas se correlacionan con
cuerpos diversos. Sin embargo, los cuerpo-mentes no sólo se distinguen por
características sobresalientes de su anatomía, sino por toda la escala de sus
poderes, placeres y capacidades. Elizabeth Grosz, basándose indirectamente en
el rechazo de Spinoza del binario naturaleza-cultura y su insistencia en las determinadas
proporciones de movimiento y reposo que definen a cada cuerpo, elabora una
ética de la diferencia sexual que afirma "mil pequeños sexos". Incluso si la diferencia
sexual es real e irreducible, no es fija, binaria ni predecible. La concepción
de Spinoza del cuerpo cuya "apertura es la condición de su vida"
sirve a una ética feminista de la diferencia sexual que prevé nuevas formas de
cultivar y responder a una proliferación de diferencias físicas y psíquicas.
Puede parecer extraño que
las feministas señalen tanto el monismo de Spinoza como su aceptación de las
diferencias, particulares y diversas. Pero su negación de una individualidad
sustancial, creo, nos obliga a decir más en lugar de decir menos sobre qué hace
que cada modo sea lo que es. Un individuo en la naturaleza (y no está claro todo
lo que cuenta como tal) está constituido por sus relaciones diversas y
cambiantes con los demás, las leyes impersonales que gobiernan su existencia,
su esfuerzo singular por perseverar en el ser y las diversas y variables
fuentes --y amenazas-- de su potencia. Esta perspectiva brinda apoyo para
pensar acerca de los patrones macro de dominación como debe hacer cualquier
teoría feminista. Al mismo tiempo, la comprensión de los cuerpos y las mentes ricamente
diferenciados y diversos se presta a una teoría feminista no-reductora, no-binaria
y creativa según la cual "nadie sabe lo que puede un cuerpo".
Fuente: Reflexiones Marginales 51
Nota
1. El original en inglés:
Hasana Sharp, “Why Spinoza and Feminism?” En Women in Philosophy, blog de la American Philosophical Association.
Véase en https://blog.apaonline.org/2019/03/13/women-in-philosophy-why-spinoza-and-feminism/?fbclid=IwAR140DVlRW9-81gYUrX0Es8Cl9029pTlZYeoWLjZ-WO35Lf3CDA8EU_0ae8/.
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