Gilles
Deleuze
DELEUZE, Gilles y
GUATTARI, Félix. “Recuerdos de un spinozista, I”, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, trad. José Vázquez Pérez,
Pre-textos, Valencia, 2002, pp. 258-260.
Las formas esenciales o sustanciales han sido criticadas de muy diversas
maneras. Pero Spinoza procede radicalmente: llegar a elementos que ya no tienen
forma ni función, que en ese sentido son, pues, abstractos, aunque sean
perfectamente reales. Sólo se distinguen por el movimiento y el reposo, la
lentitud y la velocidad. No son átomos, es decir, elementos finitos aún dotados
de forma. Tampoco son infinitamente divisibles. Son las últimas partes infinitamente
pequeñas de un infinito actual, distribuidas en un mismo plan, de consistencia
o de composición. No se definen por el número, puesto que siempre van por infinidades.
Pero, según el grado de velocidad o la relación de movimiento y de reposo en la
que entran, pertenecen a tal o tal Individuo, que puede formar parte a su vez
de otro Individuo bajo otra relación más compleja, y así hasta el infinito.
Hay, pues, infinitos más o menos grandes, no según el número, sino según la
composición de la relación en la que entran sus partes. Por eso cada individuo
es una multiplicidad infinita, y la Naturaleza en su conjunto una multiplicidad
de multiplicidades perfectamente individuada. El plan de consistencia de la
Naturaleza es como una inmensa Máquina abstracta y, sin embargo, real e individual,
cuyas piezas son los agenciamientos o los diversos individuos que agrupan cada
uno una infinidad de partículas bajo una infinidad de relaciones más o menos
compuestas. El plan de la Naturaleza tiene, pues, una unidad, es válido tanto
para los seres inanimados como para los animados, para los artificiales y los
naturales. Ese plan no tiene nada que ver con una forma o figura, ni con un
designio o una función. Su unidad no tiene nada que ver con la de un fundamento
oculto en la profundidad de las cosas ni con un fin o un proyecto en el espíritu
de Dios. Es un plan de desplegamiento, que es más bien como la sección de todas
las formas, la máquina de todas las funciones, y cuyas dimensiones crecen, sin
embargo, con las de las multiplicidades o individualidades que engloba. Plan
fijo, en el que las cosas sólo se distinguen por la velocidad y la lentitud.
Plan de inmanencia o de univocidad, que se opone a la analogía. Lo Uno se dice
en un solo y mismo sentido de todo lo múltiple, el Ser se dice en un solo y
mismo sentido de todo lo que difiere. No hablamos aquí de la unidad de la
sustancia, sino de la infinidad de modificaciones que forman parte las unas de
las otras en ese solo y mismo plan de vida.
La inextricable
discusión entre Cuvier y Geoffroy Saint-Hilaire. Al menos, los dos están de
acuerdo en denunciar las semejanzas o las analogías sensibles, imaginarias.
Pero, en Cuvier, la determinación científica se basa en las relaciones de los
órganos entre sí, y de los órganos con las funciones. Cuvier hace, pues, pasar
la analogía al estadio científico, analogía de proporcionalidad. Según él, la
unidad del plan sólo puede ser una unidad de analogía, así, pues,
transcendente, que sólo se realiza fragmentándose en distintas ramificaciones,
según composiciones heterogéneas, infranqueables, irreductibles. Baër añadirá: según tipos de desarrollo y de
diferenciación no comunicantes. El plan es un plan de organización oculto,
estructarado o génesis. Geoffroy tiene un punto de vista completamente
distinto, puesto que supera los órganos y las funciones hacia elementos
abstractos que denomina "anatómicos", o incluso hacia partículas,
puros materiales que entrarán en combinaciones diversas, formarán tal órgano y
adquirirán tal función, según su grado de velocidad y de lentitud. Las formas
de estructura, pero también los tipos de desarrollo, dependerán de la velocidad
y la lentitud, el movimiento y el reposo, la tardanza y la rapidez. Esta dirección
aparecerá ulteriormente, en un sentido evolucionista, en los fenómenos de
taquigénesis de Perrier, o en las tasas de crecimiento diferenciales y en la
alometría: las especies como entidades cinemáticas precoces o retrasadas.
(Incluso la cuestión de la fecundidad no tiene tanto que ver con la forma y la
función como con la velocidad; ¿llegarán los cromosomas paternos demasiado
pronto para incorporarse a los núcleos?). En cualquier caso, puro plan de
inmanencia, de univocidad, de composición, en el que todo está dado, en el que
danzan elementos y materiales no formados que sólo se distinguen por la
velocidad, y que entran en tal o tal agenciamiento individuado según sus
conexiones, sus relaciones de movimientos. Plan fijo de la vida, en el que todo
se mueve, se retrasa o se precipita. Un solo Animal abstracto para todos los
agenciamientos que lo efectúan. Un solo y mismo plan de consistencia o de
composición para el cefalópodo y el vertebrado, puesto que al vertebrado le
bastaría con plegarse muy rápidamente en dos para soldar los elementos de las
mitades de su espalda, acercar su pelvis a su nuca, y reunir sus miembros en
una de las extremidades del cuerpo, deviniendo así Pulpo o Sepia, como "un
saltimbanqui que dobla su espalda y su cabeza hacia atrás para caminar con su
cabeza y sus manos". Plicatura.
El problema no es en modo alguno el de los órganos y las funciones, y un Plan transcendente
que sólo podría dirigir su organización bajo relaciones analógicas y tipos de
desarrollo divergentes. El problema no es el de la organización, sino el de la
composición; no es el del desarrollo o de la diferenciación, sino el del movimiento
y el reposo, la velocidad y la lentitud. El problema es el de los elementos y
partículas, que llegarán suficientemente rápido, o no, para efectuar un paso,
un devenir o un salto en un mismo plan de inmanencia pura. Y si, en efecto, hay
saltos, fisuras entre agenciamientos, no es en virtud de su irreductíbilidad de
naturaleza, es porque siempre hay elementos que no llegan a tiempo, o cuando
todo ha terminado, por eso hay que pasar por nieblas, o vacíos, avances y
retrasos que forman parte a su vez del plan de inmanencia. Incluso los fracasos
forman parte del plan. Hay que tratar de pensar ese mundo en el que el plano
fijo, que llamaremos de inmovilidad o de movimiento absolutos, está recorrido
por elementos informales de velocidad relativa, que entran en tal o tal
agenciamiento individuado según sus grados de velocidad y de lentitud. Plan de
consistencia poblado por una materia anónima, parcelas infinitas de una materia
impalpable que entran en conexiones variables.
Los niños son spinozistas. Cuando el pequeño Hans habla de un
"hace-pipí", no se trata de un órgano ni de una función orgánica, sobre
todo se trata de un material, es decir, un conjunto de elementos que varía
según sus conexiones, sus relaciones de movimiento y de reposo, los diversos agenciamientos
individuados en los que entra. ¿Una niña tiene un hace-pipí? El niño dice sí, y
no por analogía, ni para conjurar un temor de la castración. Evidentemente, las
niñas tienen un hace-pipí, puesto que efectivamente hacen pipí: funcionamiento
maquínico más que función orgánica. Simplemente, el mismo material no tiene las
mismas conexiones, las mismas relaciones de movimiento y de reposo, no entra en
el mismo agenciamiento en el niño y en la niña (una niña no hace de pie ni
lejos). ¿Una locomotora tiene un hace-pipí? Sí, en otro agenciamiento maquínico
distinto. Las sillas no lo tienen: pero es porque los elementos de la silla no
han podido incluir ese material en sus relaciones, o han descompuesto
suficientemente la relación para que produzca otra cosa, una pata de silla, por
ejemplo. Así se ha podido señalar que, para los niños, un órgano sufría
"mil vicisitudes", no era "fácilmente localizable,
identificable, unas veces hueso, otras artefacto, excremento, el bebé, una
mano, el corazón de papá..." Pero ello no es debido en modo alguno a que
el órgano es vivido como objeto parcial. El órgano será exactamente lo que sus
elementos hagan de él según su relación de movimiento y de reposo, y la forma
en la que esa relación se compone o se descompone con la de los elementos
vecinos. No estamos ante un animismo, ni tampoco ante un mecanismo, estamos ante
un maquinismo universal: un plan de consistencia ocupado por una inmensa
máquina abstracta de agenciamientos infinitos. No se comprenderán bien las
preguntas de los niños mientras no se las considere como preguntas-máquinas; de
ahí la importancia de los artículos indefinidos en esas preguntas (un vientre, un niño, un caballo, una
silla, "¿cómo está hecha una
persona?"). El spinozismo es el devenir-niño del filósofo. Se llama longitud de un cuerpo a los conjuntos de
partículas que forman parte de él bajo tal o tal relación, conjuntos que a su
vez forman parte los unos de los otros según la composición de la relación que
define el agenciamiento individuado de ese cuerpo.
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