En Spinoza el
concepto de eternidad --aeternitas-- está principalmente
relacionado con la idea de Dios. En la primera parte de la Ética lo utiliza para definir la substancia y sus atributos --[p]or eternidad entiendo la existencia misma, en cuanto se la concibe siguiéndose
necesariamente de la sola definición de la cosa eterna. (E1def8) Al parecer
esta definición es ambigua porque, por un lado, parece identificar la eternidad
con la existencia, pero de una manera muy general, y por el otro, al referirse
a la cosa eterna la definición tiende
a ser circular. Sin embargo, para clarificar la definición debe leerse la
explicación que especifica que tal existencia no puede explicarse por la duración o el tiempo, aunque se conciba que
la duración carece de principio y fin. (E1def3exp)
Spinoza se opone
implícitamente a las principales definiciones tradicionales: primero, la que
identifica la eternidad con una ilimitada e infinita duración (por ejemplo, en Boecio
quien afirma que la eternidad de Dios consiste en ‘la posesión total y perfecta
de una vida interminable’); y, la que define negativamente la eternidad como la
exclusión de todo tiempo y duración. A diferencia de la eternidad, un rasgo
distintivo del tiempo es su mensurabilidad. Pero la distinción con la duración
es más complicada. Algunos autores caen en la tentación de platonizar a Spinoza
oponiendo el mundo estable y necesario contra el mundo transitorio y
contingente. Sin embargo, Spinoza concibe un solo universo y cuando habla de
duración se refiere a la duración de las cosas particulares. De hecho, Spinoza se
inclina, al concebir todas las cosas como necesarias, a identificar la necesidad
con la eternidad, es decir, reconocer la necesidad de una cosa en conformidad
con las leyes de la naturaleza significa que la eternidad es una especie de necesidad
que se debe a una razón o causa interna:
Pues como poder existir es potencia, se sigue que
cuanto más realidad le compete a la naturaleza de una cosa, tantas más fuerzas
tiene por sí para existir […] por tanto, el Ente absolutamente infinito, o sea
Dios, tiene por sí una potencia absolutamente infinita de existir, y por ello
existe, en absoluto… nada de lo que tiene de perfección la sustancia se debe a
ninguna causa externa; por lo que también su existencia debe seguirse de su
sola naturaleza…. (E1p11esc)
La eternidad también
está relacionada con el hombre. Desde luego, el hombre no es eterno en tanto la
existencia necesaria no está comprendida en su esencia, pero la eternidad si
está implicada en su duración, es decir, el hombre posee la capacidad de
descubrir lo infinito de su modo finito de ser. Esta potencia es un modo de la
razón, que le permite percibir las cosas bajo una cierta especie de eternidad –[e]s propio de la naturaleza de la razón
percibir las cosas bajo una cierta especie de eternidad. (E2p44cor2) La
eternidad en sí es la que transforma al hombre, o una parte de él, en tanto que
es capaz de asumir esta necesidad –[n]uestra
alma en cuanto se conoce y conoce su cuerpo bajo la especie de la eternidad,
tiene necesariamente el conocimiento de Dios y sabe que es en Dios y se concibe
por Dios. (E5p30)
alm
5 comentarios:
Hola Alfredo,
Veamos un desarrollo posible de la cuestión. La eternidad es lo que es, la Substancia, la totalidad, el Ser.
Se manifiesta en la duración, porque el pensamiento y la extensión son temporales. Podríam ser despliegues de lo que es. El tiempo es una manifestación de lo eternoen sus modos finitos.
Un abrazo
Hola Luis,
Así es, para expresarlo con Schelling --un gran spinozista-- la naturaleza debe ser el espíritu visible (natura naturata) y el espíritu debe ser la naturaleza invisible (natura naturans). En la identidad del espíritu en nosotros y la naturaleza fuera de nosotros se da ese relámpago de la duración en la eternidad. Un abrazo.
Alumna: Montserrat Landaverde Domínguez del Instituto asunción de México. Cumpliendo con su tarea de filosofía
Díficil de entender pero muy interesante.
Fernanda León Villalobos, Instituto Asunción de México, cumpliendo con tarea de filosofía
Ojalá exista algún tipo de vida eterna y que sea buena o, por lo menos, aceptable.
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