Vittorio Morfino
La proposición 29 de la primera parte de la Ética es el punto de inicio obligado de cualquier reflexión sobre la cuestión de la contingencia en el pensamiento de Spinoza: “En la naturaleza no hay nada contingente, sino que, en virtud de la necesidad de la naturaleza divina, todo está determinado a existir y obrar de cierta manera” [….]
La negación de la contingencia es un lugar estratégico
en la batalla que Spinoza conduce contra la tradición teológica y metafísica: con
ella se pone en juego la creación, la libertad divina, la libertad humana, la
responsabilidad, la moral, el milagro, la gracia [….]
Leyendo pluma en mano las Opere postume tan pronto como se las remite Schuller, Leibniz
comenta:
La cuestión depende de la definición
de “contingente” que no ha dado en ningún lugar. Yo, con otros, considero
contingente aquello cuya esencia no implica la existencia. En este sentido las
cosas particulares serán contingentes según Spinoza mismo por la proposición
24. Pero si asumieras la contingencia según la costumbre de ciertos
escolásticos, ignota a Aristóteles y (…) al uso de la vida, como aquello que
sucede sin que pueda darse en ningún modo la razón del porqué haya sucedido así
más bien que de otro modo, y cuya causa, puestos todos los requisitos tanto
internos como externos, ha sido igualmente dispuesta a actuar que a no actuar,
considero que tal contingente implique una contradicción.
Leibniz declara entender por ‘contingente’ aquello
cuya esencia no implica la existencia. En este sentido, como justamente
subraya, las cosas producidas por Dios serían contingentes también para Spinoza,
que afirma en la proposición 24 de la primera parte que «la esencia de las
cosas producidas por Dios no implica la existencia». Y en este sentido Spinoza
parece entender el término ‘contingente’ cuando afirma que Dios no es una res contingens, o sea la esencia de Dios
implica necesariamente la existencia. Sin embargo, a continuación de la
demostración Spinoza usa el término contingente propiamente en el segundo
sentido dado por Leibniz, «como aquello que sucede sin que pueda darse en
ningún modo la razón del porqué haya sucedido así antes que de otro modo», en
la terminología spinoziana, como indeterminatus.
Y, en este sentido, él niega la existencia de indeterminación alguna por
naturaleza.
Spinoza. Octavo
coloquio, Diego Tatián (comp.), Córdoba, Brujas, 2012.
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