Aurelio Sainz Pezonaga
[…] les grands
penseurs matérialistes, qui ont compris
que la liberté
des hommes passait, non par la complaisance
de sa
reconnaissance idéologique, mais par la
connaissance
des lois de leur servitude, et que la ‘réalisation’
de leur
individualité concrète passait par l’analyse
et la maîtrise
des rapports abstraits qui les gouvernent.
Louis Althusser, Cremonini, peintre de l’abstrait
1. El
materialismo de lo imaginario: Spinoza y Althusser
La afinidad
entre la teoría de la imaginación de Baruj Spinoza y la teoría de la ideología
de Louis Althusser fue señalada por el propio Althusser [1], ha sido siempre reconocida
desde entonces e incluso ha sido estudiada alguna vez [2]. En la línea de seguir
investigando tal afinidad, proponemos aquí, como punto de partida que nos ha de
llevar a la teoría de lo imaginario en Lucrecio, la tesis de que lo que
caracteriza a estas teorías es que ambas defienden que la imaginación o la
ideología poseen una eficacia propia. La imaginación o la ideología
producen efectos específicos. En la teoría de Spinoza el efecto específico es
la creencia en la libre decisión de la mente. En la de Althusser, es la
transformación del individuo en sujeto.
Sólo
atendiendo a esta característica ya podemos apreciar el modo en que las teorías
de Spinoza y Althusser se contraponen a las concepciones idealistas de la imaginación
o de la ideología. En Aristóteles, en Descartes, en Kant, por hablar de algunas
de ellas, la imaginación se mueve entre su subordinación a la sensibilidad y su
dependencia del entendimiento. Y si en algún momento, o en algunas de las lecturas
que el idealismo contemporáneo hace de sus clásicos, la imaginación llega a
alcanzar algún grado de independencia de la una o del otro, incluso si llega a
presentarse como fundamento o raíz común de ambos, lo hace a costa de tener
como rasgo distintivo la pura indeterminación, esto es, la carencia de todo
efecto sea del tipo que sea. De manera similar, en La ideología alemana,
Marx y Engels reducen la ideología a un mero reflejo invertido de la “vida
real”, sin historia propia [3].
Ahora bien, es
evidente, que no basta con defender que la imaginación o la ideología poseen
una eficacia propia, es necesario además demostrarlo. Y la manera de demostrarlo
consiste, ciertamente, en exponer el automatismo específico que produce el
efecto específico. Ya que el efecto específico lo es no porque se produce como
hecho puntual, sino porque lo hace con una cierta necesidad que hay que explicar.
En trabajos anteriores, al automatismo explicado por Spinoza lo hemos llamado “ciclo
de servidumbre” [4]. El nombre que ese automatismo recibe en la teoría de
Althusser es “interpelación” [5].
La afinidad
entre las teorías de la imaginación y de la ideología de Spinoza y Althusser no
implica, sin embargo, una identidad u homología de ningún tipo. Ambas defienden
una eficacia propia de la imaginación o de la ideología y un automatismo o
mecanismo que produce los efectos específicos de la creencia en la libre decisión
de la mente y de la transparencia del sujeto, respectivamente. Pero las
diferencias son también importantes. Aunque podrían ponerse en paralelo, la
distinción de Spinoza entre la ética, lo teológico-político y lo político y la
que Althusser realiza desde el materialismo histórico entre economía, ideología
y política siguen siendo reparticiones muy distintas de la realidad social con
efectos de sentido diferentes. Lo interesante es que esas diferencias no
impiden, sino que son una condición para la formación de encuentros parciales
entre ambos pensamientos, encuentros parciales que conducen de hecho a la
elaboración de lecturas althusserianas de Spinoza y de lecturas spinozistas de
Althusser. Nuestro propósito es, entonces, sumar a Lucrecio a este encuentro
parcial entre Spinoza y Althusser y hacerlo también a través de su teoría de lo
imaginario.
Defenderemos,
pues, que Lucrecio atribuye a lo imaginario una eficacia propia que explica a
través de un automatismo que reproduce el efecto específico. En el caso de
Lucrecio, adelantamos, ese efecto específico es la creencia en el alma
separable e inmortal y el automatismo, la pasión por imaginarnos mirando.