Hace 19 años la Primavera de la plaza de Tiananmen pasó a la historia del mundo con una fotografía: un joven estudiante chino, con la camisa blanca impecable, como una bandera, enfrentando solo a una columna de tanques en la plaza. La imagen capta el momento en que las miradas del estudiante chino y del soldado al frente de la columna coinciden intersubjetivamente. Desde la asimetría real, la imagen revela la dignidad del otro como demanda, exigencia, y al mismo tiempo, el reconocimiento de su dignidad frustrada, mutilada. Este es el principio de universalidad ética. La universalidad es el grito del hombre regateado en su dignidad. Y la respuesta (acción) a ese grito. No hay sujetos morales más que como respuesta a esa demanda.
¿Qué será de aquel estudiante chino? No sabemos más.
¿Qué será de aquel estudiante chino? No sabemos más.