13 agosto, 2012

Nicolás González Varela / “Cierto negro brasileño leproso”: Un sueño político-filosófico de Spinoza I


“Estos negros –dicen los holandeses– son feroces, pérfidos, infieles a los tratados, e irreconciliables”. Barón de Bessner, Mémoire sur les negres fugitifs de Surinam, 1777.

“Spinoza, el primer judío liberal”. Carl Schmitt, Der Leviathan in der Staatslehre des Thomas Hobbes, 1934.

“Las contradicciones de un autor son significativas porque contienen problemas que, ciertamente no resuelve, pero que revela contradiciéndose”. Karl Marx, Theorien über den Mehrwert, 1861–1863.


Spinoza, el “hombre ebrio de Dios”, el “marrano de la Razón”, el “judío subversivo”, aquel que el filósofo cortesano Leibniz describió como “un hombre de tinte oliváceo y algo de español en su semblante”, fue sin dudas un pensador radical para su época, ligado a los ríos, a los canales y al océano. Su corta pero profunda reflexión se encuentra indeleblemente marcada por el surgimiento del nuevo imperialismo, la emigración, la persecución, la precariedad, las travesías inciertas, el riesgo mercantil de la desafiante burguesía y el cosmopolitismo más moderno. [1] Sin duda impresiona su dimensión total, al mejor estilo de un hombre del Renacimiento: metafísico y moralista, pensador religioso y filósofo político, exégeta crítico de la Biblia, crítico social, pulidor experto de lentes, comerciante multinacional, físico y cosmólogo, hereje hasta el final de sus días. Podríamos decir que era español, ya que la familia de Spinoza, como su nombre lo indica, provenía de la ciudad castellana de Espinosa de los Monteros, provincia de Burgos, en el límite cantábrico, y porque era costumbre en los judíos sefardíes portugueses el hablar portugués pero escribir en español; hispano-portugués, porque sus padres fueron emigrantes forzosos de formación católica no-judía, los Anusim, o “marranos” (los antepasados judíos de Spinoza vivían ya en España en tiempos de Cartago y Roma); era judío, porque fue recibido en la comunidad de Abraham y recibió estudios tradicionales talmúdicos, y contribuyó económicamente con su sinagoga; era portugués, ya que esa fue durante toda su vida su lengua materna y primigenia (tanto que los poetas ibéricos eran sus preferidos, tanto que firmaba con naturalidad con un “D’Espiñoza”); era holandés, porque nació en Amsterdam, en un barrio que se encontraba entre el río Amstel y el puerto, Vlooienburg (hoy se llama Waterlooplein), en una casa espaciosa alquilada, y porque murió en La Haya, porque estaba ligado a Rembrandt por la misma cultura, pero por destino Spinoza seguirá siendo un outsider, un intempestivo, un hombre póstumo, un inactual.

Su situación es excepcional, generará una filosofía imposible de reducir a una religión, imposible de cooptar por la peste nacionalista, pero al mismo tiempo bien anclada en las relaciones materiales de su tiempo y atenta a la tradición política. Pero a pesar de sus esfuerzos, la ideología holandesa de la burguesía vivirá a su pesar enroscada entre líneas, incluso entre sus sueños. Fueron varios los motivos de la emigración masiva de judíos de España y Portugal, y no fueron exclusivamente religiosos: el anacrónico imperio español (al que Marx calificaba de ser una forma tardía de “despotismo asiático”) estaba en decadencia económicamente desde su nacimiento, con unas relaciones de producción basadas en la conquista territorial, el privilegio fiscal y el monopolio real, mientras que Holanda ofrecía el inicio de una nueva forma de imperialismo militar y comercial centrado en el espíritu del capitalismo gracias a la mediación ideológica del Protestantismo (Calvinismo). Holanda fue el primer pueblo en toda Europa que realizó con éxito una revolución burguesa, al emanciparse del despotismo español. El Calvinismo, con toda su filosofía política liberal, es aquí el creador de una nueva forma de estado. La comunidad portuguesa en Amsterdam y en Rotterdam, unida por el idioma y el terruño, se consideraba a sí misma una nación exiliada, constituida por una élite comerciante e industrial, para quienes la religión no es una realidad sino un problema. Aquí entre los Sefardim no domina, como en el caso de los judíos del Este (Ashkenazíes) los dogmas absolutos, la intolerancia étnica y la Cábala, sino la gran tradición humanista del judaísmo ibérico: Crescas, Gebirol, Halevy, Hebreo, Herrera, Ezra y el gran Maimónides. La comunidad no lo tuvo fácil en su nueva patria: periódicamente los sectores más conservadores de la alta sociedad holandesa, los Predikanten, pedían la expulsión de los “mercaderes portugueses”.[2] En primer lugar, sería un grave error suponer que antes de finales de siglo XVIII las ideas modernas acerca de la igualdad entre razas había echado raíces en los Países Bajos. La Tolerancia, muy famosa en los Países Bajos, no se basa en los principios modernos, sino en consideraciones crematísticas y prácticas, que permitan a una población que era (y sigue siendo), profundamente escindida sobre asuntos religiosos, a convivir juntas. Las minorías religiosas, católicos y judíos, fueron discriminados y excluidos de los cargos públicos. Spinoza mismo se vio obligado a firmar su obra más política de manera anónima, tuvo que falsificar la ciudad de edición y temía por su vida, sus obras fueron prohibidas en 1674, junto con el Leviathan de Hobbes.[3]

Hay una exquisita anécdota sobre este falso climax tolerante narrada muchos años después por un destacado médico y profesor universitario holandés Herman Boerhaave: en 1693 en su período estudiantil, mientras viajaba a bordo de un barco de pasajeros, escuchó a un animado debate entre unos pasajeros acerca de Spinoza. Las opiniones expresadas eran la mayoría vehementemente negativas, entonces se acercó y le preguntó a uno de los críticos si en realidad había leído alguna obra de Spinoza, porque lo que afirmaba era falso; otro pasajero le preguntó su nombre, al que anotó, con el resultado que al llegar a puerto fue denunciado en Leiden como “spinozista” y perdió, aunque no le interesaba, toda oportunidad de hacer una carrera en la Iglesia pública.[4] En Holanda se persiguió en ansias de una obsesión purificadora a homosexuales, gitanos, mendigos y prostitutas. No existía dentro de Holanda un sistema de trabajos forzosos para los “otros”, como sucedió en otros lugares (Francia, España, Portugal, Gran Bretaña) pero este excepcionalismo carcelario no estaba basado en una cierta actitud indulgente y anti-racista, como sostiene la fable convenue, sino en el simple hecho de que el mercado de trabajo en los Países Bajos estaba fuertemente impulsado por la oferta, como una constante afluencia de trabajadores inmigrantes de países vecinos, es decir: una fuerza de trabajo multinacional. Tal vez deberíamos concluir que los holandeses eran racistas como todo el mundo en ese momento, pero que tenían menos necesidad para practicarlo en su pequeña patria (circa 1650 su población no excedía los 2 millones de personas). No es casualidad que en Holanda el fuerte movimiento abolicionista europeo no tuviera ninguna relevancia, y es más: se abolió la Esclavitud en las colonias holandesas por presiones de Gran Bretaña. ¿Un déficit moral colectivo, una enorme bancarrota ética que pasó desapercibida en su filosofía práctica?

 El padre del filósofo, Miguel D’Espinosa, entró de socio en el establecimiento comercial de su hermano Abraham, que parece haber sido muy importante según se deduce de los movimientos financieros registrados en el banco de Amsterdam. La empresa llevaba el nombre de fantasía portugués de “Manuel Rodrigues”, importaba frutas exóticas y frutos secos, hacia préstamos de dinero a comerciantes de armas, incluso el contrabando desde Málaga, y parece que fue una de las empresas más renombradas de la ciudad en la época. Casualidad o no, el padre de Spinoza morirá en 1654, poco después que los portugueses con nativos brasileños retomaran la ciudad de Recife y expulsaran a los holandeses definitivamente, una derrota que se tradujo en una enorme pérdida financiera para la comunidad Sefardim de Amsterdam y para los negocios de la familia Spinoza. Existe una fable convenue con respecto a la vida de Spinoza, cuyos dos mitos principales son su extrema soledad y su pobreza sempiterna, pero ambas no se corresponden con la verdad. Spinoza proviene de una familia de alto rango en la estructura de clases de la Holanda de la época.[5] Por supuesto, puede considerarse un intelectual relativamente pobre si lo comparamos, en el otro extremo de la balanza, con el filósofo-cortesano derrochador de Leibniz.

¿Soledad? ¿Eremita? ¿Un Diógenes moderno? “Spinoza había vivido en al esotérica quietud del individuo aislado”, dice el jurista nazi-católico Carl Schmitt, siguiendo el mito historiográfico.[6] ¿Individuo aislado? Spinoza estaba en contacto con toda la cúpula liberal de Holanda, los dirigentes claves que conducían al nuevo estado, y era amigo íntimo del Pericles de la Historia de Holanda, el principal estadista republicano de la época: Jan de Witt. ¡Act est fabula! Pero existe otra dimensión de la fable convenue sobre Spinoza poco analizada, reprimida como en otros filósofos de la época del naciente Capitalismo europeo: la flagrante discrepancia entre pensamiento y práctica, entre teoría y praxis, que marcó a fuego el período de transformación de la forma mercantil del Capital en su forma cuasi moderna, protoindustrial y financiera. Es decir: ¿presenta Spinoza en la forma de una quimera delirante, la paradoja entre el discurso de la libertad y la democracia absoluta con la práctica de la esclavitud? Como dice Williams en su importante obra sobre el Capitalismo y el Esclavismo,[7] la institución de la Esclavitud, promovida y organizada por los europeos en el hemisferio occidental entre los siglos XVI y el XIX, no fue un hecho “accidental”, ni un dérapage en la historia económica moderna. La Esclavitud fue, antes bien, una pieza crucial en los primeros momentos de la formación del capitalismo mundial y del arranque particular de la acumulación primitiva en Holanda. No se puede explicar el surgimiento del Capitalismo a partir del año 1500 sin los esclavos como fuerza de trabajo y sin el floreciente comercio de los esclavos en el Atlántico: hacia 1900 se calcula que por cada europeo llegado a las Américas le correspondían tres esclavos africanos. Se ha calculado que en la cuenta final llegaron vivos a las Américas 12 millones de africanos para trabajos forzosos, entre 1500 y 1640 788.000 esclavos. El trabajo forzado y casi gratuito impulsó lo que podríamos llamar la primera agricultura de exportación capitalista: el cultivo del azúcar, pero también del tabaco y del algodón.[8]

Holanda es el ejemplo más temprano a tener en cuenta, su esplendor desde el siglo XVI al XVII fue gracias a una política militar de agresión y al dominio del tráfico de esclavos,[9] de hecho fueron los holandeses los primeros en trasladar mano de obra esclava de África al estado de Virginia en 1619 y a la isla de Manhattan en 1624, la futura New York. Incluso entre 1657 y 1663 cuatro barcos holandeses llegaron al puerto de Buenos Aires (un punto clave del contrabandismo continental de la época) repletos de esclavos, que fueron inmediatamente comprados por españoles y criollos.[10] A partir de 1630 los holandeses comenzaron a suplantar en las plantaciones de azúcar a los indios Tupani por africanos (aunque los portugueses ya habían comenzado con el comercio de esclavos con anterioridad, y antes que ellos los reinos islámicos) por razones que ya habían descubierto los españoles: un negro productivamente valía como cuatro indios. La historia de “Brasil holandés”, muy relacionado con la familia Spinoza, se pueden dividir en tres actos: en primer lugar, conquista y la consolidación de un territorio importante para el cultivo de azúcar, seguido por una década de relativa paz y prosperidad bajo el gobierno ilustrado de Johan Maurits van Nassau, y, finalmente, la guerra interimperialista con los colonos portugueses locales y libertos brasileños que conducen a la rendición final de la colonia en 1654. Hasta ese año barcos bajo la bandera holandesa transportaron 23.000 esclavos de África a Brasil y de las seis colonias de ultramar que llegó a tener Holanda en su cénit como potencia mundial, cinco eran sociedades esclavistas, y en tres de ellas eran mayoritarios los esclavos de origen africano en los trabajos forzados.[11] No es raro que nada menos que el padre del Constitucionalismo burgués, Montesquieu señalara que “El Azúcar sería demasiado caro si no se obligase a los Negros a cultivar la caña.” Porque el Azúcar era y es esencialmente una empresa capitalista compleja, que implica no sólo operaciones agrícolas sino también las etapas primarias del refinado final. La razón era crematística y económica, no racial; no tenía nada que ver con el color del trabajador, sino con los bajos costes de la reproducción de su fuerza de trabajo y la posibilidad de una explotación extensiva e intensiva. Comparado con el trabajo de los indios, el del esclavo negro era eminentemente superior desde la nueva óptica capitalista. Fue durante éste período en el que Spinoza se encarnó como su pensador más destacado y paradigmático. Pero veremos como su propia Filosofía práctica tiene el semblante bifronte de Jano, ya que como el legendario rey de Lacio, tiene el don de encarnar tanto el pasado que no termina de cancelarse como el porvenir que todavía no se cristaliza. En Spinoza flota un doble silencio filosófico, tanto en la cuestión del Racismo con en el de la Esclavitud.

Nuestro pensador recibe la formación típica de un joven marrano de familia pudiente, con un destino prefijado: la profesión mercantil para heredar la empresa de su padre. Por supuesto, esto no excluía la formación religiosa talmúdica, ya que para los judíos el estudio religioso equivale a servir a Dios; como tampoco la humanista radical: en la biblioteca erudita que dejó a su muerte están, además de gramáticas, diccionarios y varias ediciones de la Biblia, casi todos los clásicos españoles (Góngora, Montalvan, Quevedo, Cervantes), griegos, latinos y de la filosofía neoescolástica y moderna de la época: Diofanto, Josefo, Aristóteles, Hipócrates, Epítecto, Arriano, Luciano, Homero, Euclides, de los latinos Tácito, Tito Livio, Petronio, Virgilio, Julio César, Séneca, Salustio, Marcial, Plinio, Ovidio, Curcio, Plauto, Cicerón, por supuesto Moro, Petrarca, Calvino, Bacon, Maquiavelo, Grocio, Hobbes y Descartes.[12] Spinoza, contra la opinión corriente de muchos comentaristas, tuvo la iniciativa de hacerse expulsar de su sinagoga con un escrito Apología para justificar una ruptura con la Sinagoga, que escribió… ¡en español!: la sinagoga no tuvo más remedio que aplicarle una rabiosa excomunión (Cherem) ratificaba su condición de “ateo”, algo que siempre le disgustó, y que finalizaba con una exhortación violenta a su asilamiento por la comunidad hebrea. En el mismo momento de la excomunión, año 1656, tuvo lugar un cambio decisivo en su posición social, en su conciencia de clase: hereda con su hermano Isaac el floreciente negocio de exportación&importación y de intermediación financiera y bancaria de su padre. Ya por esa fecha firmaba las letras comerciales y pagarés de su puño y letra como “Bento D’Espiñoza”, en los documentos notariales Bento es descripto como “mercader portugués residente en Amsterdam”. Ya empezaba a verse las desastrosas consecuencias comerciales que tendría para el negocio familiar la guerra interimperialista entre Holanda e Inglaterra y entre Holanda y Francia. Porque Holanda está vuelta y de manera desafiante al Mundo, a su porción colonial, a la integración militar y comercial de áreas no-capitalistas, a la conquista del mercado mundial, a cumplir el destino del ciclo lógico del capital. Como señala Toni Negri, en las Provincias Unidas se conjugan en el espacio-tiempo “el orden capitalista del beneficio y la aventura salvaje de la acumulación en el mar, la fantasía constructiva que los comercios producen y el asombro que todo ello produce en la Filosofía”. Pero este asombro filosófico ignoró el mayor crimen de Holanda: los esclavos y el trabajo forzado. El eje sobre el que giraba el milagro capitalista holandés, curiosamente Negri no lo señala, era la práctica general de la Esclavitud, incluso el uso y abuso doméstico de esclavos africanos.

Los principales puestos de comercio de esclavos, los famosos “Asientos”,[13] tanto en América como en África, estaban bajo bandera portuguesa, holandesa, francesa, inglesa, danesa o de Branderburg. Se calcula que Holanda (a través de la WIC, que fue la empresa esclavista privada más grande de la Historia)[14] envío a América (desde la zona de Angola y el Congo) más de 100.000 esclavos hasta 1730. Amsterdam sería la capital europea del tráfico de esclavos, en la provincia de Zeeland (Middelburg y Vilssingen) sus puertos eran los más importantes y eficaces en el mecanismo esclavista. Los holandeses hasta innovaron en las herramientas; diseñaron un exitoso galeón superápido, denominado Fluyt (“Barco volador”) que con una bodega amplia, poco calado y tripulación reducida, se transformó en el barco tipo ideal para el transporte de esclavos.[15] Cuando la conquista de parte de Brasil abrió nuevas oportunidades económicas los escrúpulos morales protestantes (y judíos) se desvanecieron rápidamente. De manera similar, la simpatía por los sufrimientos de los indígenas americanos a manos de los españoles, parte de la “Leyenda Negra”, no sobrevivió mucho tiempo al contacto real, más que ideal, con los indios en la Nueva Holanda. Es indudable que existía un Common Sense racista que debía necesariamente participar como trasfondo ideológico para anular toda implicancia moral o discrepancia ética; someter a los europeos a la Esclavitud era impensable (en esa época), pero a los africanos y negros sans phrase ya era un asunto ontológicamente diferente. El Racismo no creó el comercio y tráfico de esclavos obviamente con las que se benefició Holanda, pero colaboró: le dio a los europeos una superestructura lógico-moral para participar y tomar parte en él. O sea: los europeos (incluidos los holandeses) eran racistas mucho antes de que se involucraron en el comercio de esclavos en el Atlántico. El papel atlántico de los holandeses fue importante: jugaron un rol decisivo en la combinación de la tecnología de producción del primer sistema del Atlántico (Norte) con el capitalismo del llamado segundo sistema del Atlántico. Y dentro de este mecanismo, los judíos holandeses tuvieron un rol crucial.[16] Como resultado, las principales zonas productoras de cultivos tropicales de Brasil cambió hacia el Caribe y las regiones meridionales de América del Norte. La Esclavitud era la única fuente de trabajo en los dos sistemas, ya que el suministro de mano de obra era insuficiente tanto por parte de los emigrantes disponibles en el Nuevo Mundo como los ofrecidos por los amerindios o por los colonos nuevos. La oferta de mano de obra africana era relativamente elástica, y esta elasticidad forzada es uno de los elementos clave en la orientación distintiva del segundo sistema de Atlántico hacia el mercado internacional. Era obvio que la ideología holandesa de mediados del siglo XVI presentaba dos niveles de la conciencia moral en la sociedad civil: un conjunto de valores no racistas para su uso en el hogar (y entre los europeos), y otro, racista, únicamente para su uso en el mundo exterior (no-europeo). El “doble standard” ético se podía constatar materialmente: la diferencia entre la fuerza de trabajo muy libre y móvil en la República Holandesa y simultáneamente la ausencia de una fuerza de trabajo clásica en la mayoría de las colonias holandesas en el extranjero. En especial los holandeses judíos tuvieron un papel destacado en este mecanismo: poseían la titularidad de 59 plantaciones de azúcar en el Brasil recién conquistado por Holanda y se estima que manejaban un 20% de la producción.[17] En cuanto a la ética comercial, los holandeses no se limitaban a la raza negra: esclavizaron a portugueses capturados en el mar, a indonesios en el Índico e incluso japoneses. ¿Pudo trascender este contradictorio horizonte liberal Spinoza?

De la crisis interior y exterior que transformó al “marrano de la Razón” Spinoza de un comerciante multinacional de frutos secos, joyas y operador en la Bolsa en un solitario filósofo en busca de Dios quedan rastros indirectos, indelebles pero significativos. La decisión fundamental de Spinoza sucede en el mismo momento en que la empresa familiar se derrumba económicamente, producto de la crisis en Brasil y del bloqueo en el Atlántico de Inglaterra. Además se acumulan deudas no canceladas de su padre. El filósofo nacerá de las ruinas de un emprendimiento comercial y del rechazo violento y público a la religión de sus padres. En un escrito crítico sobre la Filosofía de Descartes, Spinoza expuso en una rara confesión como había superado la mera conciencia burguesa, la forma de mediación mercantilista, el espíritu del capitalismo plasmado tanto en el Judaísmo más prosaico como en el novísimo Calvinismo holandés:

“Después que la experiencia me hubo enseñado que todo lo que ocurre en la vida ordinaria es vano y fútil; después de haber visto que todo lo que para mí era objeto o motivo de temor no contenía nada bueno ni malo en sí, fuera de los efecto que ejercía sobre mi Alma, me decidí finalmente a investigar si no habría algo que no fuese un bien verdadero, posible de alcanzar y al cual sólo se pudiera entregarse el Alma una vez rechazadas todas las demás cosas… Veía, por cierto las ventajas que nos procuran los honores y las riquezas y veía, asimismo, que era necesario renunciar a ellas si quería entregarme seriamente a este otro nuevo propósito. Llegué a la conclusión de que aun cuando la Felicidad suprema consistiera en los honores y las riquezas, tendría que privarme de ello… comprendí que la adquisición del Dinero, de la Sensualidad y la Gloria sólo constituyen obstáculos cuando son buscados por sí mismos y no como medios para otros fines…”. [18] Un conflicto moral que aparentemente desgarraba a Spinoza: la escisión entre su vida diurna, exotérica, de comerciante (incluso indirectamente enriqueciéndose del trabajo forzado de esclavos) y su vida del espíritu nocturna, esotérica. Spinoza considera que llevar una vida de comerciante es un “gran obstáculo”, ya que el Dinero era un bien incierto (falso) “por su propia naturaleza”. Sigue ad verbatim aquella sentencia de su admirado Demócrito: “Quien quiera gozar de la paz del Alma no debe ocuparse en muchos asuntos privados o públicos”.[19] El texto no implica que Spinoza confiese una aversión al comercio per se, en absoluto, sino que la disposición hacia la Filosofía es un impedimento a la práctica del comercio como tal, como se lo relata a través de las historia de Tales de Mileto a su amigo Jarig Jelles, comerciante en especies. Primero describía “la mísera condición de los que persiguen Honores y Riquezas… los estados deben perecer y, de hecho, perecen, por el deseo ilimitado de Honores y Riquezas…”, para más adelante contarle una anécdota filosófica de la Antigüedad: “No hay más que atender a este razonamiento de Tales de Mileto: todo –decía– es común entre amigos, los Sabios son amigos de los Dioses y todo pertenece a los Dioses; ergo: todo pertenece a los Sabios. Así con una palabra, aquel gran Sabio se hizo riquísimo, más por despreciar noblemente las riquezas que por buscarlas sórdidamente… los Sabios carecen de riquezas, no porque no las puedan obtener, sino porque no las quieren.” [20]

Esta ruptura existencial y social con la nueva “Sociedad Comercial” (como le llamaba al feroz capitalismo naciente Adam Smith) se produce en el período que va de 1656 a 1660, precisamente nuestra historia parte de una carta que Spinoza recibe en 1664 de su amigo Peter Balling, cuando Spinoza es ya otro hombre, un pensador que puede vivir sin apuros gracias a la renta vitalicia otorgada por un admirador, pero en el que todavía resuenan las lastres ideológicos del capitalismo mercantil y el colonialismo holandés transoceánico. Desde el verano europeo de 1663 Spinoza se encuentra trabajando en su obra más importante, la futura Etica, libro que el denomina Philosophia, que aunque un escrito eminentemente de corte metafísico, tiene numerosos desarrollos de filosofía política fundamentales. La carta es curiosa por muchos motivos, Spinoza es un pensador muy reservado en sus textos exotéricos y públicos, en el cual poco puede atisbarse de su vida íntima o de su círculo más privado: es una de las pocas cartas en las cuales Spinoza evoca una experiencia íntima; en segundo lugar, esta carta en particular fue elegida por el joven Marx en la composición de su cuaderno sobre el pensamiento de Spinoza, en el cual resumió extractos del famoso Tractatus Theologico-Politicus y de sesenta cartas del pensador holandés.[21] Peter Balling, joven comerciante amigo de Spinoza, miembro de los famosos “Colegiantes” (ex Mennonitas, ex Remonstrans, quáqueros disidentes, heréticos de distinto pelaje y otros Chrétiens sans église) de Rijnsburg, muy culto y conocedor del griego y el latín, autor de un manifiesto de esta secta político-religiosa, Het licht op den Kandelaar (Luz sobre el candelabro) de 1662, donde defiende una fe interior cuyo fundamento es la “luz divina” presente en cada uno de nosotros; parece que podía expresarse en español (representaba en Amsterdam a comerciantes importantes de España) y eso lo había acercado más a Spinoza, en 1664 tradujo al holandés la versión spinozista de los Principia de Descartes; Spinoza lo califica en sus cartas de “muy culto y prudente”. En la carta susodicha, Balling, al que se la había muerto un hijo de corta edad hacia poco, relata que tuvo presentimientos y augurios del fallecimiento con agüeros en forma de quejidos, que anunciaban el fatal desenlace. Spinoza le responde lo siguiente:

“Lo que yo digo, que no es un caso diferente, ya que puedo confirmar que me ocurrió algo similar el invierno pasado en Rijnsburg[22], se lo explicaré. Cuando una mañana despertaba de un sueño muy pesado, aclarandose ya el cielo, las imágenes que se me representaron en dicho sueño las podía ver nítidamente ante mí como si fueran cosas reales, en particular la aparición de cierto negro brasileño leproso[23], que jamás había visto con anterioridad. Esta imagen desaparecía casi por completo cuando, para distraerme con algo y mantenerme ocupado, mi mirada se fijaba en un libro o en otra cosa; en cuanto yo apartaba la mirada de ese objeto y ya no fijaba mi atención en nada en especial, por momentos reaparecía la imagen del etíope (Æthiopis)[24], con igual intensidad anterior, hasta que de a poco se iba desvaneciendo hasta desaparecer. Esto mismo que acaeció en mis sentidos internos os debió de ocurrir con vuestro oído.”

En pocos lugares pierde Spinoza la compostura y el férreo control de la argumentación como en esta carta.[25] Es además la única referencia explícita en toda la obra de Spinoza a la generalizada institución de la Esclavitud y a la esclavitud de los negros en particular. La figura de un amenazante brasileño era para un patricio medio e informado de Amsterdam, más para comerciante transatlántico como Balling, algo que no necesitaba de ninguna explicación suplementaria. Recordemos que Spinoza llega a la conclusión de que su amigo Balling de alucinación auditiva de los gemidos de su hijo era de hecho un presagio de la enfermedad inminente, porque se basa en un conocimiento íntimo del niño, mientras que su sueño del negro sarnoso brasileño no podía ser, en cambio, el producto de una enfermedad física o el delirio. Spinoza explica el significado del delirio auditivo de Balling, mientras no puede ser plenamente consciente de su sueño. Es claro que además Spinoza le agrega el adjetivo negro, nigri. Para los lectores posmodernos de Spinoza parece no representar ningún problema: por ejemplo Hardt y Negri señalan, para justificarlo, que nada menos que Kant y Hegel también hablaban de “negros” en en sus textos. [26] Analizar una forma de comunicación invariablemente distorsionada, en este caso un sueño delirante, es por tanto revelar de qué manera sus lagunas, imagos, repeticiones, omisiones y equívocos son por sí mismos significativos, y, apuntan a lo reprimido, a lo innombrable, a lo excluído. Si podemos revelar las condiciones que compelen a un discurso particular (narración de la intensa aparición de un negro esclavo enfermo) a incurrir en ciertos engaños y disfraces, igualmente podemos examinar los restos diurnos generados por las condiciones materiales de una época y lugar, que introducen información (“contenido manifiesto” según Freud) en el texto de un sueño. Como señala Eagleton, lo que se produce (sea un sueño diurno o una compleja producción ideológica) debe entenderse en términos de sus condiciones de producción. Permítanme sugerirles que Spinoza llegó a la conclusión equivocada acerca de su propio sueño: él poseía íntimamente los pertrechos ideológicos necesarios para engendrar la alucinación, el fantasma del esclavo rabioso, la imago nigri. La causa inmediata del sueño puede haber sido alguna forma de delirio, pero el contenido del sueño -es decir, la imagen aterradora de una colonia nativa de esclavos y braceros en rebelión contra sus amos europeos- no podía ser explicado por causas puramente físicas, sino más bien por la confusa conciencia mental de Spinoza del capitalismo holandés, de la empresa colonial en sí misma, del sueño imperial de una Nederlands-Brazilië, de una gran Nieuw-Holland y las representaciones de esa empresa en su cultura, la calvinista y liberal, en el núcleo más duro pero más reprimido de la Ideología holandesa.

El Esclavismo como realidad material atravesaba transversalmente la vida de los Spinoza, era el Business as normal, en una ciudad como Amsterdam, donde los mercaderes judíos controlaban alrededor del 20% del comercio hacia el año 1630.[27] Incluso un hermano de Spinoza, Gabriel, había emigrado a la colonia de Barbados, donde tenía inversiones en plantaciones de azúcar y era propietario de esclavos; otra media hermana, Rebecca, emigró con dos hijos a Curaçao, una isla que no tenía economía de plantación importante en sí, pero que se utilizaba como un depósito central, un enorme slave Entrepôt, y parada de clasificación de los esclavos africanos con destino a la comercialización en las colonias inglesas y españolas.[28] El sistema esclavista era un presencia natural y cotidiana entre la comunidad de ricos comerciantes de la potente provincia de Holanda. El llamado plan geopolítico Groot Desseyn (Gran Diseño), en el que colaboraba codo a codo la WIC con el Estado General de las Provincias Unidas, pretendía establecer una gran colonia holandesa ex novo, a costa de territorios de Portugal en Angola y Brasil, explotar el adictivo azúcar a través del tráfico de esclavos africanos en una única zona económica, plan que comenzó a materializarse con la primera expedición militar en 1624 para conquistar Bahía.[29] ¿Spinoza delira con el fracaso del Groot Desseyn? Lo reprimido en la alta Teoría no puede borrarse sin más, re-aparece como resto diurno claro y simple en un delirio persecutorio. Su narración de este sueño obsesivo y a ojos abiertos ha sido debatido por algunos especialistas. En diciembre de 1640 Portugal se separa de España y la comunidad portuguesa de Amsterdam vuelve a re-establecer vínculos comerciales con la nueva nación y sus colonias en todo el Mundo, en especial con la extensa Brasil, y los Spinoza comienzan a importar frutas y nueces del Algarves portugués. Las nuevas relaciones permiten hacer lobby a favor de los mercaderes judíos holandeses que se han establecido en el norte de Brasil, en especial en Recife. Holanda habían invadido los territorios del norte de Brasil en varias etapas desde 1624, apoyados financieramente por la WIC, la Geoctroyeerde West-Indische Compagnie, la famosa y primera multinacional de la historia del Capitalismo: la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales con sede en Amsterdam. Precisamente el órgano político de Holanda, el Estado general, donde había muchos amigos y admiradores de Spinoza, le otorgó una concesión monopólica sobre el tráfico comercial y comercio de esclavos sobre América y África durante veinticuatro años. Incluso Holanda designó a un virrey para gobernar sus nuevas conquistas: Johan Maurits van Nassau-Siegen, un administrador moderno, liberal y que colaboró con la instalación de la comunidad judía en Recife y Pernambuco. Es sintomático que el templo judío de Recife, ciudad que se la rebautizará como Mauritsstad, la Kahal Zur Israel, será la primera sinagoga construida en todas las Américas. Con el Tratado de Münster, en la primavera de 1648, llega la paz entre el reino de España y las Provincias Unidas, que le permitirá reanudar relaciones comerciales tanto con el reino como con sus colonias, abriéndose a Holanda todos los puertos bajo dominio español, período que se conoce como la “Edad de Oro” de los judíos portugueses en Amsterdam, aunque un decreto de Felipe IV obligaba a todo judío confeso a tener como agente intermediario a un agente católico o protestante, que se quedaba con un 20%. La práctica económica capitalista de la Esclavitud (sistemática, altamente sofisticada, extensiva e intensiva, con un Profit que podía llegar al 300%) de los pueblos no-europeos como fuerza de trabajo en las colonias, era de tal magnitud que a mediados del siglo XVII todo el sistema económico de Occidente, y su correspondiente acumulación primitiva, estaba basada en ella.[30] Inmediatamente Holanda debe enfrentarse a otro imperialismo competitivo: Inglaterra, quién, a través de una Navigation Act de 1651, impedía que buques holandeses que partieran de Europa, anclaran en sus aguas y prohibía el comercio con sus colonias, la primera guerra anglo-holandesa se desatará finalmente en 1652. No es causalidad que más tarde Kant en su escrito de 1795 Zum ewigen Frieden. Ein philosophischer Entwurf criticará esta geopolítica esclavista, explotadora, violenta y racista del nuevo capitalismo europeo acusando a “la conducta hostil de los Estados civilizados de nuestro continente, en especial de los estados comerciales” y remarcando “la injusticia que exhiben al visitar a pueblos y países extranjeros (que en su caso es lo mismo que conquistarlos)”, para finalizar diciendo que “América, los países negros, las islas de las especies, el Cabo, etc., eran para ellos, al descubrirlos, países que no pertenecían a nadie, pues a sus habitantes no los tenían en cuenta para nada. En las Indias orientales (Indostán) introdujeron tropas extranjeras, bajo el pretexto de establecimientos comerciales, y con las tropas introdujeron la opresión de los nativos, la incitación de sus distintos Estados a grandes guerras, hambres, rebelión, perfidia y la letanía de todos los males que afligen al género humano.” [31]

En el siglo XV y XVI la Esclavitud como topoi retórico (aunque su origen es también histórico) se había convertido en la metáfora principal de la Filosofía política occidental, para connotar todo lo nefasto, perverso y negativo de las relaciones de poder absolutistas (europeas, no europeas y clásicas). Sin embargo, la metáfora política se condensó en ideología oficial del naciente Iluminismo cuando la práctica económica de la Esclavitud se incrementaba cualitativa y cuantitativamente. La tópica en al ideología funciona con un depósito de provisiones, de manera sistemática y normativa, en ella se pueden encontrar las ideas más generales, ad usum delphini, listas para citarse en todos los escritos y discursos, que fungen como un tipo especial de discurso demostrativo. Los topoi que se usan en el Iluminismo, la metáfora esclavista es uno de ellos, son testimonio de una nueva “actitud espiritual” relacionada con el ascenso de la burguesía comercial y propietaria. La discrepancia escandalosa entre Theoria y Praxis, entre Ser y Mundo, entre pensamiento y práctica, la escansión sin resolver, puede adoptar muchas veces la forma del silencio cuando no se la perciba o cuando se bloquea el aparato conceptual. O bien silenciarla y fundamentarla al mismo tiempo, como es el caso de Spinoza y de sus contemporáneos. Esta doble visión, este mirar bizco hacia dos direcciones, era bastante común en los filósofos del 1500 y 1600. ¿Qué pasaba en la Ideología holandesa? ¿Era una auténtica anomalía salvaje? ¿O en realidad una simbiosis paralizante del conflicto burgués? Los pensadores del Iluminismo continental, incluso los más radicales, utilizaban con generosidad la figura retórica de la Esclavitud como argumento para enfrentar al Absolutismo, en espacial el católico y el español, se indignaban contra la Esclavitud qua teoría, mientras que ignoraban y reprimían soberanamente la práctica concreta, el oficio terrestre y los frutos crematísticos de la Esclavitud. La cuna del Racismo moderno (y sus variantes) se cristalizó en Occidente durante el período que va de 1500 al 1700,[32] pero la mayoría de los filósofos de la Enlightement (incluso del ala más radical) aceptaban como “natural” la explotación forzada de millones de trabajadores esclavos, los Untermenschen de la Modernidad, en las colonias, los mismos que proclamaban que la Libertad era el estado natural del Hombre y un Derecho inalienable e intransferible. Untermenschen, o sea: “Sub-hombres”, es un término generalmente útil, pero tiene que ser subdividido so pena de comprenderse mal la complejidad ideológica o reducir el Racismo a una caricatura, un perro de paja. Tradicionalmente se han producido jerarquías raciales dentro de los grupos subordinados al Capital, por ejemplo, con los “Bárbaros” que se distinguen de los simples “Salvajes”, los “Orientales” o “Asiáticos” (eslavos, indios, chinos), por ejemplo, de forma standard, se sitúan siempre por encima de la mayoría de los nativos americanos, africanos y aborígenes australianos. Por otra parte, debido a la variedad de los marcos teóricos racistas que se utilizan para justificarla Esclavitud y el trabajo forzado, habrá una amplia gama de concepciones que a veces se oponen y entran en pugna: “Racismo teológico”[33] versus “Racismo científico”; “Poligénesis” versus “Monogénesis”; “Ambientalistas” versus “Biologicistas”, etc.; por no hablar de las variedades internas dentro de cada una de ellas. Uno podría ser inferior a causa de ser un animal no-humano, por ser una entidad intermedia entre los animales no humanos y los seres humanos (“Eslabón perdido”), por ser seres humanos de una génesis diferente inferior evolutivamente, por ser seres humanos de la misma génesis pero marcado por un retraso evolutivo irreversible, y así sucesivamente. El concepto de Untermenschen era un concepto dirigido a “simplificar” el seguimiento de esta situación de inferioridad moral, dar legalidad a la “muerte social” de poblaciones completas, haciendo una suspensión del juicio en relación a otras diferenciaciones. Pero una vez que se dictamina, habrá un enorme número de formas en las que uno puede ser un Untermenschen, una Sub-persona desde la perspectiva de Occidente y la naciente ideología burguesa: el Liberalismo. [Continuará]

Notas

[1] Para las noticias sobre la vida de Spinoza es insustituible el libro todavía vigente de Carl Gebhardt, autor de la edición definitiva en los 1920’s de su obra completa: Spinoza, Losada, Buenos Aires, 1940; también los soberbios trabajos de Steven Nadler: Spinoza. A Life, Cambridge University Press, Cambridge, 1999; Spinoza’s Heresy. Immortality and the Jewish Mind, Oxford University Press, New York, 2001, y A Book Forged in Hell. Spinoza’s Scandalous Treatise and the Birth of the Secular Age, Princeton University Press, Princenton, 2011.

[2] Un temprano estudioso de Spinoza como Feuer, describe a la comunidad judía de Amsterdam como “a virtually autonomous socio-economic Entity.”; véase: Feuer, Lewis, Spinoza and the Rise of Liberalism, Beacon Press, Boston, 1958, p. 5.

[3] Y en 1678 se prohibió hasta realizar traducciones en otros idiomas o publicar extractos del libro. Israel, Jonhattan: “The Banning of Spinoza’s Works in the Dutch Republic (1670-1678)”; en: Van Bunge, W. / Klever, W. (eds.); Disguised and Overt Spinozism around 1700, Brill, Leiden, 1996, pp. 3-14. Lo mismo puede decirse de la situación de emigrado de Descartes, siempre bajo acecho de expulsión y censura, y otros intelectuales destacados holandeses como Ericus Walten o artistas como De Hooghe.

[4] La anécdota del llamado padre de la Medicina moderna en Holanda en: Lindeboom, Gerrit Arie; Herman Boerhaave: the man and his work, Methuen, London, 1968, p. 46 y ss.

[5] Véase: Vaz Dias, A.M. / Van Der Tak, W.G.; Spinoza, Mercator et Autodidactas, Nijhoff, La Haya, 1932; se trata de una importante colección de documentos privados y comerciales de la familia Spinoza.

[6] Schmitt, Carl; Der Leviathan in der Staatslehre des Thomas Hobbes: Sinn und Fehlschlag eines politischen Symbols, Hohenheim Verlag, Colonia/Lövenich, 1938.

[7] Williams, Eric; Capitalismo y Esclavitud, Traficantes de Sueños, Madrid, 2011.

[8] Las cifras en: Eltis, David; The Rise of African Slavery in the Americas, Cambridge University Press, Cambridge, 2000, p. 9, Table I-I.

[9] Los daneses fueron los primeros en poner fin a la trata de esclavos en 1804; Gran Bretaña aboliría la Esclavitud en 1831; Francia en 1848; Rusia y los Estados Unidos recién en 1861, pero la tolerante Holanda aboliría el comercio de esclavos recién en 1863, siendo una de las últimas naciones europeas en hacerlo.

[10] Zacarías, Moutoukias; Contrabando y control colonial en el siglo XVII: Buenos Aires, el Atlántico y el espacio Peruano, Centro Editor de America Latina, Buenos Aires, 1988, pp. 143-47.

[11] Blakely, Allison: Blacks in the Dutch World: The Evolution of Racial Imagery in a Modern Society, Indiana University Press, Bloomington, 2001, p. 8. Véase la completa base de datos del comercio esclavista, ahora on-line: “Trans-Atlantic Slave Trade Database” (TSTD2), www.slavevoyages.org

[12] Spinoza tenía al morir una biblioteca de alrededor de 160 volúmenes: Van Rooijen, A. J. Servaas, Inventaire des livres formant la bibliothèque de Bénédict Spinoza, The Hague: W. C. Tengeler, 1888; Vulliaud, Paul; Spinoza d'après les livres de sa bibliothèque, Chacornac, Paris, 1934; Pannier, J.; Les Livres protestants chez Spinoza, Etudes religieuses et théologiques, Montpellier, 1935; AA.VV.; Catalogus van de Bibliotheek der Vereeniging Het Spinozahuis te Rijnsburg, E. J. Brill, Leyden, 1965.

[13] España fue siempre, hasta el siglo XIX, dependiente de extranjeros en lo que concernía a sus esclavos, ya fuese porque se adhería al arbitraje papal que la excluía de África (se le había otorgado a Portugal), o porque carecía del capital y de las técnicas necesarias para el tráfico de esclavos. El suculento negocio de proporcionar esclavos al imperio español, denominado eufemísticamente Asiento de negros, se convirtió en uno de los trofeos más codiciados y amargamente disputados de la diplomacia y el comercio internacional.

[14] Alrededor del 7% de las acciones de la WIC pertenecían a judíos holandeses.

[15] Sobre el tema, véase el trabajo de Emmer, Pieter, C.; The Dutch Slave Trade 1500-1850, Berghahn Books, Oxford, 2005.

[16] Hacia 1644 los comerciantes judío-holandeses adquirían el 63% de las compras on-shore de esclavos del tráfico de la WIC hacia Brasil. Véase: “Jews and New Christians in the Atlantic Slave Trade”, en: The Jews and the Expansion of Europe to the West, 1400-1800, Paolo Bernardini (Ed.), Berghahn Books, 2004, p. 450. El rol de los judíos en el tráfico de esclavos del Atlántico, a pesar de la leyenda antisemita propagada por el historiador Werner Sombart, fue en general muy localizado y de corta duración, y acotado al nuevo colonialismo holandés.

[17] Ibidem, Drescher, Seymour, p. 475 y ss.

[18] Spinoza, Benedictus; Opera, ii, Winter, Heildelberg, 1925, p. 5 y 6; en español: Spinoza, Baruch; Tratado de la reforma del Entendimiento. Principios de Filosofía de Descartes. Pensamientos metafísicos; Alianza, Madrid, 1988, p. 75 y ss.

[19] Demócrito, en: Diels / Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker, II, p. 12, frag. 3. Esta sentencia había sido apropiada por los epicúreos.

[20] Carta XLIV, 17 de febrero, 1671; en: Spinoza, Baruch de; Correspondencia Completa; Hiperión, Madrid, 1988, p. 133-134.

[21] Remitimos al lector a la primera edición en español del trabajo del joven Marx sobre Spinoza, con estudio preliminar y traducción de nuestra autoría: Marx, Karl Heinrich; Cuaderno Spinoza, Montesinos, Mataró, 2012.

[22] ¿Visitó Spinoza a los colegiantes rebeldes de Rijnsburg en el invierno 1663-1664 para enseñar sus ideas? Recordemos que Spinoza se mudó a Voorburg en abril de 1663.

[23] Textualmente: “…et praesertim cujusdam nigri et scabiosi Brasiliani quem nunquam antea videram…”. Algunos textos en español lo traducen como “sarnoso”; otros como “hirsuto” (¡!), en la época se confundían los síntomas del parásito de la Sarna con las úlceras leprosas, por otra parte, algunos tipos de infecciones por Sarna, se encuentran con frecuencia en pacientes que sufren Lepra.

[24] La mayoría de las ediciones al español (e incluso en inglés) traducen la palabra como “negro”.

[25] El extraño sueño de Spinoza ha sido tema de debate por especialistas e intérpretes, desde el pionero trabajo de enfoque psicoanalítico de Feuer: Feuer, Lewis, S.; “The Dream of Benedict Spinoza”, en: American Imago, XIV, 1967, pp. 225-242: Bertrand, M.; Spinoza et l’immaginaire, Presse Universitaire de France, Paris, 1983; Rosenthal, Michael A.; “The Black, scabby Brazilian. Some Thoughts on Race en Early Modern Philosophy”, en: Philosophy & Social Criticism, 31, 2005, pp. 211-221; Montag, Warren; Bodies, Masses, Power. Spinoza and his Contemporaries; Verso. London-New York, 1999, p. 84 y ss., en español: Cuerpos, masas, poder: Spinoza y sus contemporáneos, Tierra de Nadie ediciones, Madrid, 2005; “Chi ha paura della moltitudine?”, en: Quaderni Materialisti, 2003, pp. 63-79. En el influyente libro de Toni Negri, el sueño de Spinoza es diluído, sin analizar en sus contenidos y su connexio con la Ideología holandesa, como mera introducción formal e ilustración filosófica al poder constitutivo de la imaginación en lo Real: véase: Negri, Antonio; La anomalía salvaje. Ensayo sobre Poder y Potencia en Spinoza; Anthropos, Madrid, 1993, pp. 157-159.

[26] Lo que es exacto pero no en un contexto clasista-racista como el de Spinoza. Una pésima comparación, mutatio controversiae, en especial en el caso de Hegel, del cual no pueden citar ni un ejemplo. La fantasmagórica imagen del esclavo negro es subsumida en el símbolo creativo de Calibán, el poder creativo ¡de la imaginación!; véase: Hardt, Michael / Negri, Antonio; Commonwealth, Belknap Press, Harvard, 2009, p. 99 y ss.; en español: Commonwealth: El proyecto de una revolución del común, Akal, Madrid, 2011, p. 112; y un tema que ya había desarrollado, a la sombra del negro sarnoso brasileño, en su obra clásica: La anomalía salvaje. Ensayo sobre Poder y Potencia en Spinoza; Anthropos, Madrid, 1993.

[27] El dato en: Steven Nadler: Spinoza. A Life, Cambridge University Press, Cambridge, 1999, p. 22.

[28] Por la época se estimaban que llegaban cada semana a Curaçao entre 1000 y 2000 esclavos.

[29] Israel, Jonathan I.; The Dutch Republic: Its Rise, Greatness and Fall, 1477-1806, Oxford University Press, Oxford-New York, 1995.

[30] Véase: Emmer, Pieter, C.: “The Dutch and the Making of the Second Atlantic System”; en: Solow, Barbara L. (ed.), Slavery and the Rise of the Atlantic System, Cambridge University Press, Cambridge, 1991), pp. 75–96.

[31] En español: Kant, Immanuel; Sobre la paz perpetua; Tecnos; Madrid, 1998. Algunos investigadores han sostenido que Kant es el creador del concepto moderno de Raza, no del Racismo per se, como Emmanuel Eze, “The Color of Reason: The Idea of 'Race' in Kant's Anthropology”; en Eze, E. (ed.), Postcolonial African Philosophy: A Critical Reader, Blackwell, Cambridge, 1997, pp. 103-40; debate la tesis de Eze, Charles W. Mills: “Kant's Untermenschen”: en: Valls, Andrew (ed.); Race and Racism in Modern Philosophy, Cornell University Press, Ithaca, 2005, pp. 169-93.

[32] Véase la historia general de Georg L. Mosse: Toward the Final Solution: A History of European Racism, University of Wisconsin Press, Madison, 1985.

[33] Los tres principales grupos raciales reconocidos en la Modernidad, blancos, amarillos y negros, en tanto descendientes de los tres hijos de Noé: Jafet, Sem y Cam, tal como lo creía, por ejemplo, el almirante Cristóbal Colón cuando encontró los primeros indígenas en el Caribe.

Fuente: Rebelión

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