02 agosto, 2010

Apuntes sobre la 'Idea' de la política en Badiou

Para Badiou, la Idea de la política, o cualquier idea, es una operación intelectual. El momento más delicado de esta operación es mostrar qué es una idea, no sólo con respecto a las verdades políticas, sino con respecto a cualquier verdad.

Badiou llama “Idea” a una totalización abstracta de tres elementos: un procedimiento de verdad, una adhesión histórica y una subjectivización individual. Badiou ofrece una definición formal de la Idea: una Idea es la subjectivización de una relación entre la singularidad de un procedimiento de verdad y una representación de la historia. En el caso que nos ocupa, diremos que una Idea es la posibilidad, para un individuo, de comprender que su participación en un proceso político singular es también, en cierto sentido, una decisión histórica. Con la Idea, el individuo, como elemento del nuevo Sujeto, realiza su adhesión a un movimiento particular de la historia.

La idea de la política no puede ser un concepto puramente político: pues aquélla vincula, para el individuo cuya subjectivización él sostiene, el procedimiento político hacia otra posibilidad. Tampoco puede ser una palabra puramente histórica. Pues, la historia sólo sería un simbolismo vacío sin el procedimiento de la política. Tampoco puede ser una noción puramente subjetiva o ideológica. Pues, la subjectivización opera entre la política y la historia, entre la singularidad y la proyección de esta singularidad en una totalidad simbólica, y sin estas materialidades y simbolizaciones, ella no puede asumir una decisión. La palabra política tiene el estatuto de una Idea, lo que quiere decir que, a partir de una incorporación, y por tanto, al interior de una subjectivización, esta palabra denota una síntesis de política, historia e ideología. Por lo que es mejor comprenderla como una operación y no como una noción.

Hoy resulta esencial comprender que existe un cortocircuito ente lo real y la Idea de la política, cortocircuito que ha dado lugar a experiencias terribles y malformaciones políticas. De ahí que sea necesario comenzar por las verdades, por lo real político, por la identificación de la Idea en la triplicidad de su operación: lo real-político, lo simbólico-histórico, lo imaginario-ideológico.

a) Según Badiou, un “acontecimiento” es una ruptura de la disposición ordinaria de los cuerpos y los lenguajes tal como existe en una situación particular. El origen acontecimental, el azar esencial, co-pertenece a toda verdad. Es importante señalar que un acontecimiento no es la realización de una posibilidad interna de la situación o que sea dependiente de las leyes transcendentales del mundo. Un acontecimiento es la creación de nuevas posibilidades. Éste se sitúa no sólo en el plano de los posibles objetivos, sino en el de la posibilidad de los posibles.

b) Badiou llama “Estado”, o “estado de la situación”, al sistema de prohibiciones que, precisamente, limitan la posibilidad de los posibles. Asimismo, se puede decir que el Estado es el que prescribe lo que, en una situación determinada, es lo imposible propio de esta situación, a partir de la prescripción formal de lo que es posible. El Estado es siempre la finitud de la posibilidad y el acontecimiento es su infinitización. ¿Qué constituye el Estado hoy, por ejemplo, con respecto a las posibilidades políticas? Pues bien, la economía capitalista, la forma constitucional del gobierno, las leyes (en el sentido jurídico) sobre la propiedad y el patrimonio, el ejército, la policía. Se comprende cómo mediante todos estos dispositivos y aparatos, incluyendo aquellos, naturalmente, que Althusser llamaba “aparatos ideológicos del Estado”, éste organiza y mantiene, a menudo por la fuerza, la distinción entre lo que es posible y lo que no lo es. Estos dispositivos y aparatos se pueden definir por su objetivo común: prohibir que la Idea de la política designe una posibilidad. De ahí se deriva que un acontecimiento es algo que adviene como sustraído del poder del Estado.

c) Para Badiou, un “procedimiento de verdad”, o “verdad”, es una organización continua, en una situación, de las consecuencias de un acontecimiento. Badiou llama “hechos” a las consecuencias de la existencia del Estado. La necesidad de totalización está siempre del lado del Estado. De ahi uno puede ver que la verdad no puede componerse de hechos puros. La parte no factual de una verdad, su orientación, pertenece a la parte subjetiva. En otras palabras, el “cuerpo” material de una verdad --mientras esté subjetivamente orientado--, es el cuerpo-de-verdad, aquello que no se deja reducir a los hechos. En cuanto a este cuerpo, en política, el de un nuevo Sujeto colectivo --una organización de múltiples individuos--, podemos decir que él participa en la creación de una verdad política. Tratándose del Estado del mundo en el cual esta creación es activa, hablaremos de hechos históricos. La Historia como tal, compuesta de hechos históricos, no está sustraída al poder del Estado. La Historia no es subjetiva, más bien la Historia es la historia del Estado.